El General Luis Manuel Martínez Mejide está al frente de la UME. Pocos organismos concitan tal unanimidad desde su creación gracias a su papel y su contribución en situaciones de crisis en España como la Unidad Militar de Emergencias. Vozpópuli ha querido premiar su dedicación y su vocación de servicio desde las inundaciones o los incendios a las más recientes catástrofes como la pandemia –cuando se volcó en la asistencia a las residencias de ancianos-, el temporal Filomena o la actual erupción en el volcán de La Palma.
Pregunta. ¿Cree que el ejército en general y la UME en particular tienen el reconocimiento que se merecen?
Respuesta. Pienso que sí y que tenemos mucho que agradecer a la sociedad por el cariño demostrado pero entendiendo también que nosotros somos la parte que el ciudadano puede visualizar pero que detrás de la UME están los soldados de tierra, mar y aire que nos dan respaldo. La UME es una unidad de tamaño reducido con 3.350 personas aproximadamente y con unas capacidades limitadas pero actuamos con la tranquilidad de saber que detrás tenemos todas las capacidades de las fuerzas armadas y si, en un momento dado, necesitamos un incremento de patrullas, como fue el caso en la operación ‘Balmis’ con desinfecciones a nivel nacional y extendidas en el tiempo, esa labor es posible gracias a los miles de soldados de las fuerzas armadas. A nosotros nos llaman la punta de lanza de las emergencias pero detrás tenemos un respaldo y cuando recibimos el agradecimiento de la sociedad va a favor de todos los soldados.
P. Han sido muchas las actuaciones mediáticas de la UME en los últimos años en los que, en paralelo, ha surgido de forma recurrente el debate sobre la necesidad de mantener las capacidades de las fuerzas armadas. ¿La UME ha contribuido a transmitir mejor la imagen del ejército en los últimos años?
R. Llevamos más de 25 años de misiones de mantenimiento de paz en el exterior que ya han sido muy importantes para mejorar y hacer ver de otra manera y con otro enfoque a las fuerzas armadas. Han servido para explicar que esos soldados, que son los mejores en lo suyo y capaces de prepararse para los escenarios más complejos y exigentes en el exterior, también son capaces de resolver los problemas de sus compatriotas.
Si hemos sido capaces de ir a Afganistán, Líbano, Mali o a los Balcanes a tratar de resolver y mejorar las condiciones de vida de personas que no conocemos de nada, a hacer equipos de reconstrucción, garantizar la seguridad o construir escuelas, si hemos sido capaces los españoles de hacerlo por personas que no conocemos, con mayor motivo hacerlo con los nuestros que son nuestra propia sangre y nuestras familias. Hay un mayor vínculo porque se juega en casa.
P. Me hablaba de la operación ‘Balmis’ en la que hemos pasado de ver a militares desplegados en los países que me ha citado a verlos en geriátricos y en morgues improvisadas en nuestro propio país. ¿Cómo están los ánimos en la UME después de esa experiencia?
R. Han sido experiencias duras pero una de las medidas muy positivas que se han tomado ha sido el apoyo psicológico. Muchas veces el apoyo psicológico se ve como algo un poco tabú, no queremos hablar y nos sentimos suficientemente fuertes, no solo los militares, también en la sociedad en general pero, a veces, como dicen los expertos, tenemos que ventilar a nivel emocional y protegernos. No se trata solo de cumplir una misión porque al día siguiente hay otra y, después, otra.
Y no podemos fracasar ninguno porque tenemos obligaciones militares pero también familiares y como miembros de una sociedad. En la UME, con apoyo de los psicólogos del ministerio de Defensa, creamos una especie de equipos de combate psicológico con charlas, acompañamiento de patrullas en residencias y hospitales, seguimiento posterior… y creo que ha dado resultado. Más de 2.000 personas pasaron por este proceso y la experiencia ha sido tremendamente positiva.
“Somos la parte que el ciudadano puede visualizar pero detrás de la UME están miles de soldados de tierra, mar y aire que nos dan respaldo”
P. Todos tenemos esa imagen del personal de la UME al principio de la pandemia entrando en residencias con un equipamiento muy preparado que no tenían ni en muchos centros médicos. Pero, además de esa preparación a nivel de equipamiento, también hay que tener la preparación a nivel mental para entrar en residencias en las que los soldados verían de todo…
R. Hay que agradecer a los pioneros de la UME que ya adivinaron la necesidad de crear una unidad con capacidad frente a riesgos tecnológicos y medioambientales. La UME tenía EPIs y mascarillas o laboratorios para hacer muestras rápidas como las PCR y, gracias a esa capacidad, pudimos apoyar las operaciones en el exterior. Es de justicia reconocer esa capacidad de previsión a quienes diseñaron la UME en los primeros años.
Lo que vieron los primeros días está al mismo nivel que lo que pudo ver una persona en su familia sabiendo que su padre estaba ingresado sin saber su situación o incluso que había fallecido y no se enteraba hasta pasados varios días. Nosotros, desgraciadamente, vimos ese problema desde las residencias, desde algunas morgues de hospitales que estaban saturadas y que se canalizaron a través del Palacio de Hielo y otros depósitos pero, sobre todo, vimos ese problema humano de que la gente no se había podido despedir de sus familiares.
Tratamos de suplir ese vacío que había quedado de una manera no forzada, completamente natural. Eso no se puede poner en una orden de operaciones ni se puede obligar. Surgió de los propios soldados desplegados en la morgue acompañar, rezar y estar en situación de decir a familiares que habían estado con su padre o su hermano y que habían pronunciado su nombre en voz alta y rezado un Padre Nuestro. A los que han visto esto les ha endurecido. Y cuando se superan estas cosas, uno sale más fuerte y con unas capacidades y una resiliencia superior. La UME debe estar preparada para eso.
“El apoyo psicológico se ve como algo un poco tabú pero, a veces, como dicen los expertos, tenemos que ventilar y protegernos”
P. La pandemia, Filomena, inundaciones, incendios, rescates en todo tipo de circunstancias, el volcán de La Palma, … Muchas situaciones con un ingrediente en común que es que están en contacto directo con mucha gente.
R. La misión de ahora es un tanto atípica. Contra fuegos, inundaciones y nevadas tenemos medios e instrucciones pero contra una colada de lava que destruye todo y que es inexorable, se genera una frustración inicial. Debemos hacer lo que sabemos, que es acompañar a las personas y ayudar y ponernos al servicio del director de la emergencia con nuestros equipos. En el mundo de las emergencias, la UME ya es un actor más y hemos creado un vínculo fuerte con fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, policías locales, protección civil, brigadas forestales,… Y tenemos unas capacidades para que no quede lugar para la improvisación. En España hemos creado una buena familia de emergencias y creo que eso es muy útil para el ciudadano.
P. ¿Cuál sería la sensación o la imagen que no se le quita de la cabeza de todas las situaciones en las que ha participado la UME?
R. Muchos de nuestros soldados me cuentan que tiene grabado el olor a lejía. Todo el mundo tiene lejía en su casa pero desvincular lo que ahora significa cuesta trabajo. En cuanto a la imagen, sería sobre todo la de la humanidad. Cuando uno tiene que ayudar o va a auxiliar, la persona que lo llama es alguien que lo ha perdido todo. Recuerdo mucho una imagen de la DANA en Levante en 2019 con unos soldados que sacaban a una anciana por una ventana con una delicadeza y un cariño que parecía como si llevaran a una virgen en una procesión. Era la expresión de que lo que más tenemos aquí es ese espíritu de la UME de no solo ser eficaz y estar bien instruido, si no de hacer nuestro trabajo con dignidad y humanidad. Porque para el que lo pasa mal y necesita ayuda, no somos como el Señor Lobo que resuelve problemas, somos españoles ayudando a españoles.
“No se puede poner en una orden de operaciones. Surgió de los propios soldados desplegados en las morgues acompañar, rezar y poder decir a familiares que habían estado con los suyos”
P. Hace unos días publicábamos en Vozpopuli que los soldados españoles tienen una retribución media bastante por debajo de la media europea. ¿Siente que están mal pagados los militares españoles?
R. Es cierto que no solo la milicia, también otros sectores de la sociedad podrían hacer esta misma valoración y considerar que otros sectores homólogos de países vecinos podrían estar mejor pagados pero hay que ver la imagen completa. Yo creo que es un hecho pero creo hay una preocupación en el ministerio por tratar de resolver ese problema y nosotros debemos tener paciencia militar y cumplir nuestros objetivos. Es cierto que nos mueven otras cosas, como los ideales, pero es cierto también, y hay una tendencia para que así sea, que debemos mejorar la vida y las circunstancias nuestras y de nuestras familias. Esas ventajas no son solo de salario, también hay que verlas en una fórmula completa en la que está una buena asistencia sanitaria, una acción social o ayudas a la movilidad geográfica. Las fórmulas que se tienen que acomodar a nosotros deben ser de amplio espectro.
P. Al hilo de los valores que me menciona, le pido, al igual que a las demás personalidades distinguidas por Vozpópuli, que me diga uno que resaltaría especialmente de nuestra sociedad.
R. El español tiene un gran valor que muchas veces desconocemos. Tenemos esa debilidad de ver “qué poco valgo cuando me analizo, cuanto valgo cuando me comparo”. Hay países con gran tecnología, países con potencial en idiomas y España es magnífica en comunicación. Somos grandes comunicadores sobre todo en solidaridad, amistad y generar confianza. Donde hay un español en misión internacional, hay espíritu de equipo y entendimiento entre partes. Debemos darnos importancia porque hay países y otras culturas y sociedades que se esfuerzan mucho, creen que consiste en un manual que hay que saberse de memoria, lo ponen en práctica y fracasan porque no generan confianza. El español sí sabe hacerlo y eso es fundamental y podemos ser un valor añadido en los grandes centros internacionales de decisión.
También hay otro valor que resaltaría para la UME que es la humildad. Hay que ser generoso con el éxito porque también hay que compartir el fracaso. Nuestros éxitos muchas veces se basan en que otros han hecho bien su trabajo y hay que reconocerlo. El foco mediático es interesante y la UME es privilegiada en ese foco pero hay que ser generoso y compartirlo porque hay mucha gente buena en las emergencias y unas fuerzas armadas que están deseando que su sociedad las quiera conozca y aprecie y sepa que están dispuestos a darlo todo. El soldado hace el juramento de dar su vida por España, por sus colores, su sociedad y sus personas. No somos de ir pregonando nuestras glorias, más bien preferimos que lo hagan otros y que lo hagan poco.
“Hay que ser generoso con el éxito. Muchas veces se basa en que otros han hecho bien su trabajo y hay que reconocerlo”
P. ¿Y qué se podría hacer para mejorar la sociedad española?
R. Diría que debemos creernos que somos mejores de lo que creemos, no ser los mejores compradores de la leyenda negra, darnos cuenta que somos un magnífico país y que las causas que supuestamente nos dividen son ficticias porque tenemos muchas más cosas que nos unen que las que nos separan. Todo el mundo tiene cosas buenas en casa pero también cubos de la basura. Todas las naciones tienen sus problemas y sus fantasmas y nosotros debemos tener ese sentimiento de conciencia y de nación porque somos buenos. Los españoles hemos sido buenos siempre, con nuestros fallos, pero muy pocas sociedades y civilizaciones pueden decir que no tengan un español enterrado por haber tratado de servir.
P. Por último, usted que ha estado en muchos países, ¿qué valor le da a la libertad de prensa?
Es la sangre que necesita un país para mantenerse vivo. Es el patrón de referencia y nosotros lo hemos ido viviendo en nuestra sociedad. Las fuerzas armadas y la prensa nos hemos conocido y del conocimiento va el respeto y el aprecio. Una prensa libre e independiente que mantenga la verdad pase lo que pasa y caiga quien caiga es un objetivo que todo país que se llame democrático debe tener.