La Guardia Civil arrestó este domingo a Ana Julia Quezada, la pareja del padre del pequeño Gabriel Cruz, cuyo cadáver se hallaba en el maletero del coche de la mujer. Los agentes culminaban así 12 días de intensa investigación con la prioridad de dar con el paradero del niño. El amargo desenlace abre ahora un proceso, también laborioso, que pasa por completar las piezas de un crimen al que aún le quedan varios interrogantes. Uno de ellos es el motivo o la fecha de la muerte del menor, que según creen los investigadores, se produjo el mismo día de su desaparición, el 27 de febrero.
Esa es la tesis principal que trasladan a Vozpópuli fuentes de la investigación. Apuntan a que, una vez muerto el niño, el autor o autores buscaron un lugar para esconder su cuerpo, si bien advierten de que el resultado de la autopsia que se le practique al cuerpo del pequeño desvelará buena parte de las incógnitas, no sólo la fecha de la muerte, sino también el modo en el que murió y si hubo violencia.
También podría determinar si Gabriel fue raptado por una o varias personas. Por el momento “no hay ningún elemento que haga pensar que hay más implicados”, dicen las fuentes consultadas que, no obstante, advierten de que las pesquisas continúan. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, hizo unas declaraciones en las que habló de "horas trascendentales para la investigación" y pidió dejar trabajar a la Guardia Civil.
Seguían sus pasos
De lo que no dudan los encargados del caso es de la participación directa de Ana Julia Quezada. Desde hace días le seguían la pista. Ella era la principal sospechosa y tenían monitorizados todos sus movimientos, especialmente desde que la semana pasada se le tomó declaración por última vez. Algo de su relato no le encajaba a los agentes.
De ese modo les llevó la mañana de este domingo hasta el municipio de La Puebla de Vícar, a unos 80 kilómetros del lugar en el que desapareció el niño. Antes de eso, la mujer pasó por un lugar situado sólo a unos kilómetros de distancia del lugar de residencia de su pareja, el padre del niño. Concretamente por un terreno en el que hay un pozo.
Otras fuentes consultadas aseguran que los agentes visualizaron a la mujer sacando del pozo un bulto, que procedió a enrollar en unas mantas y lo introdujo en el maletero. Minutos después, tras proceder al arresto de la mujer, los agentes confirmarían sus temores: se trataba del cuerpo sin vida del menor de ocho años de edad. Quezada estaba tratando de cambiar el cadáver de escondite, según cree la Guardia Civil. Fue detenida cuando se aproximaba a un garaje.
Los agentes lloraban
Durante este domingo ha circulado por las redes sociales el momento de la detención. Quezada, vestida con una prensa a rayas, está apoyada sobre la parte delantera de un coche mientras una agente le pone las esposas. “No he sido yo, he cogido el coche esta mañana!!”, se le oye gritar, seguramente en un intento de hacer creer que otra persona había puesto ahí el cuerpo sin vida de Gabriel. Uno de los guardias civiles le pide que se calle. Testigos del arresto consultados por Europa Press narran cómo los agentes se abrazaban y lloraban al ser conscientes de que no habían llegado a tiempo de salvar al menor.
A Gabriel se le perdió el rastro en el camino que une las casas de sus abuelos y sus tíos en Las Hortichuelas de Níjar, una pedanía de Almería. Un camino muy corto que el niño conocía perfectamente y por el que apenas hay tránsito de personas, mucho menos de desconocidos. Según han reiterado sus padres en diversas ocasiones, se trataba de un niño muy obediente que nunca se iba con extraños.
Por ello, desde el principio, la Guardia Civil puso el foco en el entorno más directo del menor desaparecido, algo habitual en este tipo de casos y más con las características que envolvían la desaparición. Se tomó declaración a todos los miembros de la familia y los vecinos de Las Hortichuelas. Ana Julia Quezada centró el interés de los investigadores, especialmente después de que dijese haber encontrado una camiseta de Gabriel en el monte, a unos 4 kilómetros del lugar en el que se le perdió la pista.
Esto activó las alertas en la Guardia Civil porque en el punto en el que dijo haber hallado la prenda ya se habían hecho batidas de búsqueda los días previos sin que las decenas de voluntarios y efectivos policiales viesen nada. Además la prenda, sin estar seca, no presentaba un estado propio de haber pasado días a la intemperie a merced de los temporales de vientos y lluvias que han asolado la península. Se trataba de una zona controlada, dicen las fuentes consultadas, por lo que si Gabriel o sus captores hubiesen pasado por allí tras iniciarse la búsqueda, lo habrían detectado.
Pasado en Burgos
Tampoco le ayudó a Ana Julia Quezada su actitud durante los interrogatorios, el último apenas unos días antes de su arresto. En sus explicaciones los especialistas hallaron varias contradicciones o un exceso de datos que denotaban una versión excesivamente sobreactuada. Por su parte, El Periódico añade que la mujer había puesto obstáculos para no entregar su teléfono móvil a los investigadores y que había borrado archivos de su ordenador recientemente. Este proceder había hecho que en la propia familia de Gabriel comenzasen a dudar de ella.
Públicamente, el pasado 1 de marzo explicó a una reportera de La Mañana de TVE que habían enseñado al niño que gritara si se le acercaba un desconocido. "Esa misma mañana estuvimos desayunando y salió la conversación. La abuela y yo. Le dijimos: 'Tú si ves un desconocido corre, eh, no te pares'. Y mira por donde, ese mismo día desapareció el niño", aseguró a este programa de televisión tras interrumpir unas declaraciones de Ángel Cruz, el padre de Gabriel. Aún mantenía activas sus redes sociales como Facebook en la que aparece sonriente en diversas fotografías en solitario, en compañía de su perro o de su pareja. Su última actualización fue el 7 de febrero y en su perfil dice que reside en Burgos, probablemente antes de instalarse en Almería.
Tras su arresto, Ana Julia Quezada fue trasladada a las dependencias de la Guardia Civil de Almería. Ahora los investigadores cuentan con un máximo de 72 horas para tomarla declaración y completar el atestado que entregarán al juez en el momento en el que pongan a la detenida a su disposición. Ella puede negarse a declarar y estará asistida por un abogado.