“Llevo más de 30 años en el PP, 17 pagando la hipoteca de mi casa y 10 abonando los plazos del coche. El vaso desbordó hace tiempo, pero esto ya nos supera”. Lo cuenta un veterano militante identificado con el aguirrismo y presente el miércoles en la tradicional cena del Partido Popular de Madrid, celebrada en Collado Villalba. El retrato que se hizo del partido, reunido en la falda de la Sierra de Guadarrama y en estado de shock por la imputación de la mujer del presidente regional, Ignacio González, debido a irregularidades en la compra de un lujoso ático en Estepona (Málaga), ha dado paso a la indignación, expresada cada vez más alto en los corrillos político.
El PP de Madrid es quizás, hoy por hoy, el marquesado más grande en manos de Génova, y el aguirrismo se mueve para evitar que todo se desmorone. Por eso hay una consigna que sobresale estos días, o mejor dicho dos: primero, que los candidatos salgan antes de que los imponga nadie, véase Génova o la propia presidenta de la formación, Esperanza Aguirre; segundo, que las primarias se hagan efectivas no solo en el Ayuntamiento, donde el PP ya ha comenzado el baile de encuestas, sino también en la Comunidad, aunque ello implique la caída del presidente González.
El jueves, durante la Asamblea de Madrid, algunos diputados descartaban las primarias a toda prisa debido al año y medio largo que queda hasta las elecciones municipales y autonómicas de 2015. Otros rebatían incluso el concepto de primarias, rechazo que encrespa a una base aguirrista, hastiada por la inacción y deseosa de cambios.
Parte de ese inmovilismo se constató el lunes, durante el Comité Ejecutivo Regional del partido, que presidió Aguirre. Aunque en la prensa trascendieron las palabras aparentemente duras y sinceras de Espe sobre la trama Gürtel (“es muy importante que los culpables sean castigados y devuelvan el dinero robado”), la realidad fue otra, en palabras de uno de los asistentes: “Se habló de defender la unidad de España frente a la amenaza separatista en Cataluña, y de muchas otras cosas. Pero nadie, nadie, abordó la problemática que nos acucia en Madrid”.
En el cónclave popular nadie opinó, positiva o desfavorablemente, sobre Eurovegas, proyecto que el viernes de la semana pasada naufragó estrepitosamente. Ni siquiera David Pérez, alcalde de Alcorcón, pletórico en otras ocasiones al mentar el plan del magnate Sheldon G. Adelson, subió a explicar las razones del fracaso. “Lo que ocurrió en el comité fue un triste reflejo de nuestra actual situación”.
El baile de candidatos no ha empezado, aunque ya suenan los nombres de Lucía Figar (consejera de Educación), Salvador Victoria (consejero de Presidencia) o Cristina Cifuentes, siendo la opción de la delegada del Gobierno válida tanto para Ayuntamiento como Comunidad; amén de la propia Aguirre, a la que muchos ven alcaldesa un año y medio antes del desenlace. Pero lo que más preocupa a un núcleo de personas con muchos años de militancia en la espalda es que el anquilosamiento y la corrupción liquiden en un periquete a la sección más fuerte del partido más poderoso del país.