Iñaki Urdangarin será libre a todos los efectos el próximo martes una vez que cumpla los cinco años y diez meses de condena que se le impuso por su implicación en el caso Nóos, si bien el exmarido de la infanta Cristina no verá borrados sus antecedentes penales hasta dentro de cinco años siempre que no vuelva a delinquir.
Urdangarin fue condenado por la Audiencia de Palma a seis años y tres meses de cárcel por diversos delitos de corrupción, si bien el Tribunal Supremo rebajó la pena en cinco meses al absolverle del de falsedad en documento público.
Una vez que extinga el escarmiento penal, al exjugador de balonmano solo le queda como asignatura pendiente para completar su reinserción el borrado de su pasado delictivo a efectos administrativos.
Los antecedentes penales no decaen a ojos del Ministerio de Justicia hasta pasado un tiempo si no se comete otro delito.
En el caso del exduque de Palma, a tenor de la condena que se le impuso, deberán pasar cinco años, plazo en el que no podrá acceder a determinados trabajos, ser miembro de un jurado, desempeñar algunas acciones de voluntariado o tener perros considerados peligrosos, entre otros impedimentos que recoge la ley.
El fin de su condena llega tras la nueva etapa abierta en la vida personal de Urdangarin, quien anunció su divorcio de Cristina de Borbón el pasado mes de enero tras la separación de dos años, en puertas de su 25 aniversario de boda, al descubrirse la relación con Ainhoa Armentia.
Con ella vive en Vitoria, aunque el exjugador de balonmano ha mantenido contacto con la infanta por las actividades de sus cuatro hijos, como cuando la pequeña, Irene, cumplió 18 años el pasado mes de junio, y se vieron en la celebración en Ginebra (Suiza), a la que también asistieron los reyes Juan Carlos y Sofía.
Urdangarin se convirtió el 18 de junio de 2018 en el primer pariente directo del rey en ingresar en prisión tras un proceso judicial de doce años que concluyó con el castigo por malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias por su papel en el caso Nóos.
La cárcel de mujeres de Brieva (Ávila) fue la escogida por el excuñado de Felipe VI, por entonces residente en Ginebra, que se recluyó en una celda aislada del módulo femenino para cumplir el castigo.
En prisión, recibió la visita de la infanta, quien se mantuvo a su lado durante el tiempo que estuvo entre barrotes, sin prever lo que podría ocurrir después en su relación.
En septiembre de 2019, el encierro de Urdangarin se suavizó al recibir permiso para hacer labores de voluntariado -inicialmente dos días a la semana durante ocho horas- en la ONG El Hogar Don Orione, dedicada a la atención de personas con discapacidad en el municipio madrileño de Pozuelo de Alarcón.
Una vez cumplida una cuarta parte de la pena, disfrutó de su primer permiso penitenciario de cuatro días, por lo que puso pasar parte de las fiestas de Navidad con su familia en Vitoria.
En junio de 2020, pasó a ser clasificado como interno en segundo grado, lo que le dio derecho a disfrutar de 36 días al año fuera de la cárcel, si bien los permisos y el voluntariado quedaron en suspenso por la pandemia.
A comienzos de enero del año siguiente, Urdangarin fue trasladado al Centro de Inserción Social (CIS) de Alcalá de Henares (Madrid) para proseguir su reclusión y someterse al programa de reinserción para condenados por delitos económicos como vía de ‘rehabilitación’ y de alcanzar el tercer grado, que obtendría pocas semanas después.
Al tener la opción de buscar un trabajo, en marzo volvió a mudarse de prisión y pasó a la alavesa de Zaballa, donde solo tenía que dormir de lunes a jueves al estar en régimen abierto.
El trabajo que encontró en un bufete de abogados como consultor, donde conoció a Armentia, y su buen comportamiento le permitieron no tener que pernoctar en la cárcel y someterse solo a un control semanal.
El último eslabón en su proceso penitenciario fue en marzo de 2022, cuando el exmarido de la infanta obtuvo la libertad condicional una vez cumplidos dos tercios de la condena. “Ha sido muy duro (…) Ahora quiero construir un nuevo futuro para mí”, aseguró Urdangarin días después en un programa radiofónico deportivo para hacer balance de lo que había sido su condena que ahora expira.