Cataluña

El independentismo radical de la ANC y Òmnium se hunde en la irrelevancia: hartazgo y desmovilización

Ambas entidades no lograron impedir la investidura de Illa y viven profundas divisiones que les han alejado sus antiguos seguidores

Disturbios durante el 1-O

El secesionismo radical representado por las asociaciones Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural atraviesa su peor momento. Ambos lobbies, cuyo poder e influencia se multiplicó durante el periodo más intenso del procés, han visto en los últimos tiempos su ascendiente sobre la realidad catalana muy mermado. Y en sus filas cunde el desánimo. 

En primer lugar, no solo han debido digerir el fracaso del proceso separatista —al menos, en su vertiente más inmediata—, sino también el ascenso al poder en Cataluña de un Ejecutivo no alineado con la secesión. Cabe recordar que la ANC, presidida por el cantautor Lluís Llach, echó los restos durante el verano para impedir la investidura de Salvador Illa, calificándolo de «fascista», emparentándolo una y otra vez con la «represión» por su apoyo al 155 y presionando a Esquerra Republicana para que no le brindase su apoyo —lo que, a su juicio, iba a constituir el “suicidio” de los republicanos—. En este sentido, llegó a convocar manifestaciones en la sede de ERC bajo el lema “Ni Illa ni 155”. 

Por su parte, Òmnium, de un perfil menos beligerante, mantuvo un tenso silencio durante todo el proceso de investidura, pero lamentó públicamente la presidencia de Illa una vez esta se produjo.

Al hecho de no lograr impedir la investidura se le suman las profundas divisiones que albergan en su seno. En lo referente a la ANC, la crisis se desató durante el mandato de la anterior presidenta, Dolors Feliu, que, pese a su discurso “antipartidos”, promovió una “lista cívica” con la que presentarse a las pasadas elecciones autonómicas. Finalmente, la militancia votó en contra de la propuesta al estimar incongruente renegar de las formaciones políticas ortodoxas y, a la vez, pedir el voto para la misma ANC. Estos vaivenes le han valido el reproche de Òmnium, que responsabiliza a la Assemblea de la división del separatismo. Por su parte, los de Llach recriminan a OC su «connivencia» con ERC.

Por último, el hartazgo de la ciudadanía tras una década de convulsión política y fractura civil también ha propiciado el declive de ambas entidades. Y es que su poder de convocatoria en las calles ha sufrido un severo menoscabo. Así, de aquellas multitudinarias Diadas que rozaron el millón de asistentes durante los años más crudos del procés, se ha pasado a marchas en las que predominan los manifestantes de avanzada edad y que cuya asistencia apenas supera las 100.000 personas (115.000, en 2023). Ante el previsible pinchazo del próximo 11 de septiembre en Barcelona, la ANC ya se ha cubierto las espaldas proponiendo actos «descentralizados» por toda Cataluña, intentando evitar así comparaciones con ediciones anteriores.

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