La dos mujeres habrían participado en el crimen, pero sólo una apretó el gatillo del revólver del calibre 22 para acabar con la vida de la líder del PP en León y presidenta de la Diputación en esta provincia, Isabel Carrasco. ¿Quién? Aunque ambas se han negado a declarar ante la Policía y hasta este miércoles no comparecerán ante la juez que instruye el caso, cada vez hay más pruebas que apuntan a que la autora material de los disparos fue Montserrat González Fernández, madre de la otra implicada, Montserrat Triana Martínez González, y esposa del máximo responsable del Cuerpo Nacional de la Policía en la vecina Astorga, el inspector jefe Pablo Antonio Martínez. De hecho, el silencio de la detenida no ha sido absoluto. Según fuentes policiales, ésta se sinceró cuando estaba en comisaría con un grupo de agentes que la custodiaban, a algunos de los cuales conocía porque habían estado a las órdenes de su esposo. "A mi hija dejadla tranquila. Yo fui la que disparé", les espetó sin dar más detalles.
"A mi hija dejadla tranquila. Yo fui la que disparé", les espetó Montserrat González a los policías que la custodiaban en comisaría
Una escueta confesión que, pese a ser realizada fuera de un interrogatorio formal, puede ser incorporada a la causa a través de las declaraciones ante la juez de los policías que fueron testigos de estas palabras. No obstante, fuentes cercanas a la investigación recalcan que el cúmulo de pruebas que existen ya contra Montserrat González empieza a ser apabullante. Para empezar, la declaración del que ha resultado ser el testigo clave para la rápida detención de las presuntas autoras: el agente jubilado que tras ver cómo disparaban contra Isabel Carrasco siguió a la persona que había empuñado la pistola hasta el lugar donde estaba aparcado el coche con el que pretendían huir. Éste hombre alertó entonces a una patrulla de la Policía Local próxima, lo que permitió la detención primero de Montserrat González y, pocos minutos después, de su hija, quien había seguido un camino diferente hasta el lugar en el que habían estacionado el automóvil.
En su declaración ante sus antiguos compañeros este agente describió con detalle la ropa que vestía la mujer que disparó, a la que no pudo ver el rostro ya que lo ocultaba en parte con una gorra y un pañuelo. Esa ropa fue la misma que vestía la esposa del mando policial cuando fue arrestada minutos después. Además, la visera, el pañuelo y los guantes que utilizó para dificultar su identificación fueron hallados en el interior del automóvil de la marca Mercedes en el que iban a escapar. Estas prendas están siendo sometidas por la Policía Científica a diferentes pruebas de laboratorio para determinar quién las usó a través de la recogida de muestras de cabello y células de la piel que hubieran podido quedar en los mismos.
Por último, la mujer ya ha sido sometida a la prueba de detección de residuos de disparo (DRD), la mal llamada prueba de parafina, a través de la cual la Policía busca a través de la recogida de muestras en sus manos la presencia de partículas de plomo, antimonio y bario. El hecho de que usara guantes dificulta el resultado positivo de la misma. No obstante, los agentes rastrean también la presencia de estos tres componentes tanto en el rostro como en el pelo y en la ropa que vestía la mujer. En estas zonas también se depositan gracias a la nube de gases que produce un arma cuando se efectúa un disparo.
Problemas laborales y algo más personal
Pese a la celeridad en la resolución del crimen, la investigación aún debe aclarar algunos puntos oscuros del mismo. En primer lugar, el móvil concreto del asesinato. En segundo, la procedencia del revólver del calibre 22 utilizado en el mismo y que, al escribir estas líneas, aún no había sido localizado pese al intenso rastreo realizado por la Policía. Los investigadores sospechan que del mismo de deshizo la hija durante su huída a pie. Sobre el primer punto, la "venganza personal", como se calificó desde los primeros minutos, es la única que se maneja, pero la pregunta sigue siendo qué hay exactamente detrás de ella. El despido en 2011 de Triana Martínez de su puesto de interina en la Diputación de León que dirigía la víctima y la deuda que este organismo le reclamaba por la supuesta percepción indebida de algunos complementos salariales, con los consiguientes apuros económicos que había provocado a la joven, parecen ser el desencadenante del dramático final de una larga historia de odio, según reconocen fuentes policiales.
La Policía sospecha que el origen de la enemistad entre la víctima y las detenidas es anterior al despido de una de estas últimas de la Diputación
No obstante, los agentes esperan que las dos detenidas terminen confensando ante el juez los motivos concretos qué les llevaron a cometer el asesinato. Según fuentes conocedoras de la investigación, la enemistad de la madre e hija hacia su compañera de partido tenía aparentamente un transfondo mucho más personal que se vio acrecentada cuando culparon a Isabel Carrasco de los problemas laborales y, más tarde, económicos que sufría la hija. Incluso la hacían responsable directa de que fuera excluida de las listas electorales a las municipales de 2011, cuando en los anteriores comicios Triana estuvo a un puñado de votos de conseguir el acta de concejal y ya había mostrado su intención de repetir en las listas.
Para determinar la procedencia del arma es determinante su hallazgo. Hasta ahora, lo único que se sabe con certeza es que es del calibre 22 y que no es la pistola reglamentaria del marido y padre de las detenidas. El inspector jefe puso la misma, una 9 milímetros parabellum, a disposición de sus compañeros encargados de las pesquisas tan pronto como se supo la implicación de sus familiares directos en el crimen. Algunas fuentes policiales consultadas aseguran que el responsable de la comisaría de Astorga no tenía ninguna otra arma a su nombre. ¿De dónde procede entonces la que presuntamente acabó con la vida de Isabel Carrasco? Esa es una de las preguntas que los agentes esperan que las arrestadas aclaren en las próximas horas ante el juez.
Esperando a la víctima
Lo que sí parece haber quedado prácticamente aclarado es cómo se produjeron exactamente los hechos y la frialdad de la que hicieron gala supuestamente ambas mujeres. Y todo ello gracias al testimonio de los numerosos transeúntes que a esa hora, poco antes de las 17:30 del lunes, se encontraban en la zona del crimen. Así, la investigación ha podido determinar que sólo una de las mujeres, Montserrat González según su propia autoconfesión, ascendió por la pasarela donde se cometió el asesinato, mientras que su hija supuestamente se mantuvo más alejada observando la escena. Ambas estuvieron más de media hora esperando que Isabel Carrasco pasara por el lugar para dirigirse a la sede del PP en la otra orilla del río Bernesga.
El testimonio de los testigos del crimen coinciden en destacar la extremada frialdad de madre e hija durante el asesinato
Tras verla, la madre comenzó a seguirla y, cuando se encontraba a corta distancia de ella, le disparó por la espalda en la nuca a 'cañón tocante' sin que entre ambas llegasen a cruzar ni una sola palabra. A pesar de que ese primer disparo era mortal de necesidad, la mujer remató a la víctima cuando se encontraba ya en el suelo con al menos otros dos tiros. Después, abandonó el lugar con cierta tranquilidad y siguió un camino diferente al que también en ese momento emprendía su hija Triana, a la que supuestamente tuvo tiempo de entregar el arma homicida para que se desprendiera de ella. La primera en llegar al lugar donde tenían aparcado el coche fue Montserrat González, que en él se despojó de la gorra, el pañuelo y los guantes que portaba. Ella, que fue a la que el policía jubilado había seguido, fue la primera detenida. Cinco minutos después alcanzaba el lugar la hija, que también fue arrestada.
Desde entonces ambas han permanecido detenidas en dos comisarías distintas para evitar que se pusieran de acuerdo en sus declaraciones. Una medida habitual que, sin embargo, no ha dado hasta ahora resultados positivos para la investigación ya que ambas se han negado a declarar formalmente. Sólo el "yo fui la que disparé" que la madre pronunció a varios agentes que la custodiaban abre la puerta a una pronta confesión que termine por aclarar el crimen de la líder del PP en León.