El comisario Andrés Gómez Gordo, ex jefe de seguridad de María Dolores de Cospedal y el responsable de captar al chófer de Bárcenas para la llamada operación Kitchen, reconoció en su declaración ante los investigadores que él y el polémico mando José Villarejo eran los encargados de pagar al confidente con fondos reservados. Aseguró que lo hizo siguiendo órdenes del número dos de la Policía, Eugenio Pino, y que no siempre se pedían los recibís: “Los fondos reservados no se pueden justificar, es lo que siempre se ha dicho allí".
“Se acredita por la buena fe, no he pillado un duro de nadie en la vida. Es que los fondos reservados no se pueden justificar, son injustificables, no existe legislación, es lo que siempre se ha dicho allí”, declaró. El juez le preguntó en ese momento si, sabiendo lo que sabe ahora, hubiese actuado de otra manera Gómez Godo contestó afirmativamente: “Por supuesto que sí porque no me imaginaba en mi vida que iba a estar en este lío”.
Según su relato, se puso en contacto con el director adjunto operativo de la Policía Nacional, Eugenio Pino, después de que el chófer de Bárcenas le avisara de que le habían “tocado”. Ambos se conocían de los tiempos en los que el chófer había sido escolta del exdirigente del PP madrileño Francisco Granados y él estaba destinado como policía en la Comunidad de Madrid. Lo que le dijo es que unos policías le habían intentado captar.
Gómez Gordo, inspector jefe en el momento de los hechos, acudió al despacho de Eugenio Pino a decírselo personalmente. En esa cita, el número dos de la Policía le pidió que se lo contara al comisario José Villarejo “porque lo iba a llevar él”. Se refería a que era el polémico mando quien iba a tutelar la infiltración del chófer de Bárcenas en el entorno de Luis Bárcenas.
"Aquí llegaban muchos confidentes"
“Llevo 27 años en la Policía no me creo listo porque si no no estaría aquí, pero tampoco me considero de los más tontos”, dijo en su declaración antes de que los fiscales le mostraran un resguardo de fondos reservados por valor de 2.000 euros, que era el pago mensual que le asignaron al chófer. “Son gastos reservados, aquí llegaban muchísimos confidentes”, contestó. El fiscal le tomó la palabra: “Ha dicho usted la palabra confidentes, no la he dicho yo”.
“Lo único que se le pagaba en la operación Kitchen eran 2.000 euros mensuales al chófer de Bárcenas”, admitió. Según dijo, primero se los daba Villarejo, pero después se los empezó a dar él porque Villarejo “se cabreó con el mundo mundial”. En numerosas ocasiones, Gómez Gordo dijo no recordar los detalles por los que le preguntaba tanto el juez Manuel García Castellón como los fiscales anticorrupción.
“Lo que estoy recordando es que yo creo que no le pedí el recibí, no me lo pedían. Yo se lo pedí una o dos veces. Se lo prometo por dos niñas que tengo”, contestó en otra fase del interrogatorio a partir de los documentos sobre los pagos de los fondos reservados que le mostraban los investigadores. Dijo que tampoco recordaba quién le había dicho que no hacían falta los recibís.
Fiscalía pregunta por investigaciones sobre Pujol
Explicó que el motivo del enfado de Villarejo era la lucha interna que tenía y las filtraciones a la prensa: “Su enfrentamiento era con Pino con Marcelino Martín Blas (jefe de Asuntos Internos), con todo el mundo”. Gómez Gordo dijo que el dinero se lo daba un facultativo de la Dirección Adjunta Operativa que se llamaba Miguel Ángel Bayo en billetes de cien euros y en ocasiones de 500 euros.
El que fuera jefe de seguridad de Cospedal, negó que el chofer de Bárcenas le entregase ningún documento del extesorero. La Fiscalía interrogó a Gómez Gordo acerca de investigaciones de otros mandos de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía dirigida por Pino en torno a “papeles o notas informativas que llegaban en relación a la familia Pujol y Barcelona”.
Gómez Gordo dijo no saber: “Allí había que hacer cincuenta mil cosas, yo no sé lo que hacían los demás”. El fiscal insistió y le preguntó en concreto si esas notas las elaboraban otros investigados en la causa como José Ángel Fuentes Gago, Marcelino Martín Blas o el propio Villarejo, pero Gómez Gordo dijo que lo desconocía.