Si bien las palabras de José María Aznar en su entrevista en Antena3 el pasado martes han tenido el efecto de cerrar filas en torno a Mariano Rajoy, algunas de sus críticas han servido para poner de manifiesto el aislamiento del Gobierno con respecto no sólo a sus votantes sino a su propio partido, grupo parlamentario y baronías. "No hay comunicación", "se carece de relato", "no sabemos en qué anda metido el Gobierno", "no vale solo con la rueda de prensa del consejo de ministros de los viernes" son algunas de las apreciaciones que hacen no pocos dirigentes populares de Génova, Congreso y direcciones regionales.
La falta de interlocución del Gobierno con quienes le sostienen política y parlamentariamente es francamente mejorable. Rajoy eliminó de su agenda la reunión de maitines de la sede de Génova, a donde sólo va cuando hay convocatoria del comité ejecutivo o de la Junta Directiva Nacional y muy ocasionalmente cuando cita allí a sus "barones", cumbre que, precisamente, tendrá lugar el próximo lunes. La reunión que servía para engrasar la maquinaria entre el Gobierno, partido y grupos no cuenta ahora con nadie de Moncloa. Es la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, la que cita los lunes a los vicesecretarios (Carlos Floriano, Javier Arenas y Esteban González Pons) y portavoces parlamentarios (Alfonso Alonso, José Manuel Barreiro y Jaime Mayor Oreja, éste último cuando está en España) pero, ni siquiera es una reunión que se celebre todas las semanas.
Cospedal mantiene interlocución con Rajoy y acude de vez en cuando a Moncloa. Es de todos sabido que sus relaciones con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, son francamente mejorables. Por su parte, también Arenas disfruta de línea directa con el presidente del Gobierno, que le ha encargado personalmente que cierre el pacto sobre la reforma local y tranquilice a los barones territoriales, pero es muy complicada una estrategia conjunta. En cuanto al Grupo Popular en el Congreso, Alfonso Alonso tiene siempre abiertas las puertas del despacho de Sáenz de Santamaría, pero el Grupo, según la confesión de algunos miembros de su dirección, anda muchas veces a ciegas.
Otro antiguo dirigente popular, hoy en el Grupo Parlamentario, se pregunta qué hacen, por ejemplo, los secretarios de Estado. "¿Los conoce alguien?", se pregunta. Y es que a su juicio "no se puede dejar todo el peso de la comunicación del Ejecutivo en la rueda de prensa del Consejo de Ministros", sino que todos los ministerios deben implicarse en la acción de Gobierno y explicarla tanto al conjunto de los ciudadanos como a los cargos territoriales del partido, esto es, pisar el terreno.
Las direcciones regionales se quejan de que el Gobierno, "no nos consulta, no nos coge el teléfono y no nos visita"
Y en las direcciones regionales las cosas no pintan mejor porque el Gobierno, dicen, "no nos consulta, no nos coge el teléfono y no nos visita" amén de "que nos enteramos por la prensa de las cosas que ocurren" y todo ese malestar, aducen, "no ha sido gestionado ni por el Ejecutivo ni por el partido". El ambiente se enrarece con los sondeos sobre intención de voto, que ha conducido a muchas regiones a una "depresión electoral" con las alarmas encendidas especialmente en Madrid y Valencia ante el riesgo de perder regiones donde eran hegemónicos. La dureza de las medidas de un Gobierno "antipático", "el alejamiento con los territorios" y "la falta de cariño" ha creado un grupo de agraviados que aunque cree que la actuación de Aznar ha sido desleal comparten parte del mensaje crítico. Además, el "caso Bárcenas" ha creado un caldo de cultivo contra Génova, a la que ven, justa o injustamente, como la "sede de los líos".
Ayer fueron pocos los que incumplieron la ortodoxia del mensaje de unidad. Acaso el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, volvió a ser el que se mostró más comprensivo con su antiguo jefe de filas al comentar en declaraciones a Onda Cero la voz de un ex presidente "siempre debe ser oída" y que su papel "no es tanto volver a la política activa como estar en el activo de la política". Pero hasta el "díscolo" presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que el miércoles se despachó con que Aznar había sido el mejor presidente de España, dio ayer un poco de marcha atrás al matizar que partiendo de la base de que todos los dirigentes del PP comparten unos "principios claros" sobre impuestos o modelo de Estado, "cada maestrillo tiene su librillo", que es una manera sutil de suavizar su primer mensaje.