España

La juerga de Ábalos y la siesta nacional

El pasado jueves, 'Vozpópuli' abría su edición con una historia increíble. El Partido Popular había registrado en el Congreso de los Diputados una batería de preguntas al Gobierno sobre el

  • El ministro de Transportes, José Luis Ábalos.

El pasado jueves, 'Vozpópuli' abría su edición con una historia increíble. El Partido Popular había registrado en el Congreso de los Diputados una batería de preguntas al Gobierno sobre el polémico viaje que el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, realizó a Canarias en el mes de noviembre. En concreto, se solicitaba información sobre supuestos pagos de alcohol y un masaje.

“El PP pregunta a Ábalos cómo pagó gastos de masaje y champán en su viaje a Canarias”, era el titular de aquel día. En la información, aparte de las preguntas parlamentarias, el periodista Antonio Rodríguez desgranaba con todo lujo de detalles lo que sucedió aquel sábado 21 de noviembre: primero un masaje para el ministro y luego una juerga con varias botellas de champán que costó 1.800 euros y se pagó en efectivo con billetes de 500.

Obviamente, no consta que en el coste oficial del viaje (7.150 euros) se incluyera semejante dispendio, pero el hecho de que el pagador fuera Koldo García, el famoso asesor con el que Ábalos fue a verse con Delcy Rodríguez en Barajas, y que pagara en efectivo y con billetes altos, es un tanto extraño. Recordemos que el Gobierno quiere limitar a mil euros los pagos en 'cash' para luchar contra el blanqueo de capitales y el fraude fiscal.

Por supuesto, Ábalos está en todo su derecho de emborracharse con Moët & Chandon siempre que lo desee, sobre todo si lo paga él, pero la sola publicación de semejantes detalles hubiera provocado en cualquier país europeo una tormenta política de consecuencias imprevisibles. Que el mismo día que visitó el muelle de Arguineguin, donde se hacinaban los inmigrantes llegados en pateras, lo 'celebrase' por todo lo alto, no deja de ser chocante, y más todavía si el que paga saca el fajo de billetes en plan siciliano.

Pero la noticia pasó la semana pasada prácticamente desapercibida. Nadie pareció darle mayor importancia. España siempre ha perdonado muy bien las juergas y los líos de faldas, así que era hasta cierto punto normal que lo de Ábalos no se considerase un escándalo, y más teniendo en cuenta que la sociedad tiene ahora otros temas mucho más importantes de los que preocuparse, empezando por el coronavirus.

Vacunas desaparecidas

El problema es que ese mismo día la segunda noticia de 'Vozpópuli' era otro escándalo, pero esta vez íntimamente relacionado con la covid-19: “AstraZeneca desvela la desaparición de 6.800 vacunas de los datos de Sanidad”. Y al día siguiente subimos la apuesta con una segunda entrega: “Desaparecen otras 23.600 vacunas de Moderna de los listados del Gobierno”. En total, 30.400 vacunas ‘perdidas’, con un valor de 750.000 euros.

Perdón por insistir, pero si en cualquier país europeo un medio de comunicación desvelase que el Ejecutivo ha perdido 30.000 vacunas de la covid, la dimisión del ministro de Sanidad hubiera sido un hecho si no se hubiese dado una explicación medianamente creíble a las pocas horas.

Pero no. Ni el Gobierno ha aclarado la sucedido, ni España parece enojarse porque hayan desaparecido 30.000 vacunas que hemos pagado todos. Ya no vale la excusa de que la sociedad tiene otras cosas más importantes en las que pensar. Lo de Ábalos puede ser una anécdota, vergonzosa, pero anécdota al fin y al cabo. Pero que desaparezcan miles de dosis que podrían estar salvando vidas en plena pandemia son palabras mayores.

La democracia española está dando pasos hacia atrás a velocidad de vértigo. Y es el Gobierno el principal responsable de ello. Mientras nos roban y se ríen de nosotros, seguimos hablando de Pablo Hasel o del Partido Popular

En cualquier país sensato se pedirían explicaciones y se abriría una investigación para determinar los posibles delitos cometidos (prevaricación, malversación…). En España, no. En nuestro país la conversación pública estuvo dominada toda la semana por la entrada en prisión de un rapero de escaso talento (hoy Víctor Lenore demuestra que nadie escucha sus canciones) y por la 'performance' de una loca antisemita. Perfecta manera de desviar la atención de los asuntos importantes.

La democracia española está dando pasos hacia atrás a velocidad de vértigo. Y es el Gobierno el principal responsable de ello. Mientras nos roban y se ríen de nosotros, seguimos hablando de Pablo Hasel o del Partido Popular. La última muestra del deterioro es el tema con el que 'Vozpópuli' ha abierto este lunes: el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha batido todos los récords en cuanto a opacidad desde que existe el Consejo de Transparencia. En 2020, dejó sin contestar el 40% de las preguntas que fueron admitidas por ese órgano teóricamente independiente.

Sánchez y sus ministros hacen lo que quieren y cuando quieren. Y España y los españoles, mientras, están echando la siesta. Nadie se inmuta ya por un escándalo, no se exigen dimisiones ni responsabilidades por nada. Mientras los españoles duermen, sus políticos se beben hasta el agua de los floreros. Que siga la fiesta.

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