El Gobierno no gana para apagar incencios. La dimisión obligada de Íñigo Errejón abre otra vía de agua en Moncloa y agrava la debilidad política del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que afronta una nueva crisis reputacional con la caída de otra figura clave de la coalición de izquierdas que gobierna España. Es cierto que Errejón nunca ostentó cargo gubernamental alguno, pero no es menos cierto que el socio del PSOE lo mantuvo en la arena institucional pese al runrún sobre su vida privada y las acusaciones de violencia sexual que le señalaban desde hace tiempo. Lo grave de la situación, que varias fuentes gubernamentales sostienen que no afectará en exceso al Consejo de Ministros, es que la crisis abierta por el ya exportavoz de Sumar responde a una cuestión especialmente reprobable para la moral de los votantes de izquierda: la violencia machista.
La derecha política dispone, pues, de munición nueva para acribillar al Ejecutivo, que va de escándalo en escándalo. Si el comportamiento del exministro de Transportes José Luis Abalos -al borde de la imputación- ya era motivo de escarnio para Sánchez, la caída de Errejón lo es para su número dos, Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda decidió situar a Errejón como portavoz parlamentario de Sumar pese a los relatos en forma de denuncia anónima que le señalaban indirectamente. El presidente del Gobierno salió al paso en la red social X para asestar a Errejón el último golpe: "El Gobierno trabaja por una España feminista donde las mujeres tengan los mismos derechos, las mismas oportunidades y la misma libertad y seguridad que los hombres. Toda mi condena a quienes atentan contra este proyecto de igualdad".
El Gobierno trabaja por una España feminista donde las mujeres tengan los mismos derechos, las mismas oportunidades y la misma libertad y seguridad que los hombres.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) October 24, 2024
Toda mi condena a quienes atentan contra este proyecto de igualdad.
Todo mi apoyo a las mujeres que sufren…
Pero lo que es innegable es que la reputación de la coalición está bajo mínimos. Y los electores de izquierdas son especialmente sensibles tanto a las tramas de corrupción de los suyos y como a los escándalos sexuales que conlleven violencia machista. Las fuentes consultadas en el Gobierno no dudan en admitir el golpe de este tipo de noticias a las expectativas electorales tanto del PSOE y de Sumar. Sobre todo porque desmoviliza a los votantes de ambos partidos. La desilusión suele conducir a la abstención, como recoge una amplia literatura en ciencia política. Ahora Sumar intenta apagar el fuego. Por eso, anunció que activaría una investigación interna para poner luz en la vida privada de Errejón, mientras se suceden declaraciones de ministros y ministras del Gobierno reprobando las informaciones sobre Errejón.
Las malas noticias se suceden en las últimas semanas para Moncloa. La situación empieza a ser insostenible. La semana pasada se imputó al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz; algo inédito en democracia. Pero el rastro es largo. El estallido del caso Koldo, a principios de año, abrió la caja de Pandora. Desde entonces, todos los males se han propagado por el Gobierno de Pedro Sánchez. La supuesta trama de cobro de mordidas en la compra de mascarillas durante lo peor de la pandemia, con epicentro en el Ministerio de Transportes dirigía entonces José Luis Ábalos, está detrás de casi todo.
De Koldo García -exasesor de Ábalos en el ministerio- se saltó a Begoña Gómez. La mujer del presidente del Gobierno mantuvo varias reuniones con uno de los implicados en la trama, el empresario Víctor de Aldama -ahora en prisión-, y el CEO de Globalia, Javier Hidalgo, poco antes de que el Ejecutivo aprobara el rescate de la aerolínea Air Europa. Y, pese a que la Audiencia Provincial de Madrid ya explicitó al juez que se limite a investigar sus conexiones con el también empresario Juan Carlos Barrabés y la Universidad Complutense, aquello sirvió para poner el foco en su actividad profesional por si es constitutiva de los delitos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias por los que se la investiga en el juzgado de instrucción número 41 de Madrid.
Pero los capítulos del caso Koldo no terminan ahí. Las últimas revelaciones de la Guardia Civil sobre la trama Koldo apuntan directamente ya a José Luis Ábalos, que ve está a un paso de ser imputado. Y Ábalos no es cualquiera, ya que fue un hombre clave del engranaje de poder con el que Pedro Sánchez logró el trono de Ferraz 70, primero, y el de Moncloa después. Los informes sobre el político valenciano han reactivado todos los dolores de cabeza posibles a su exjefe, porque están volviendo a poner de actualidad escándalos pasados, como el aterrizaje de la presidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en Barajas la madrugrada del 19 al 20 de enero de 2020.
A todo esto hay que sumar la inestabilidad política perenne en la que vive el presidente, atado a la voluntad de Carles Puigdemont, que le está torpedeando dar luz verde a unos Presupuestos, pese al ofrecimiento del reparto de asientos en el Consejo de Administración de RTVE. El líder de Junts está exprimiento al Gobierno mientras negocia con él dar luz verde a la senda de estabilidad -el primer paso para alumbrar las cuentas- que ya tumbó en verano y que obligó a retirar de nuevo. Sánchez es objeto de un mercadeo constante con los independentistas catalanes y vascos. Y hace dos semanas se consumó la rebaja de penas a los etarras colada en dos cambios legislativos pactados con Bildu de los que nadie se enteró. El fuego avanza. Los extintores se apagan.