Uno de los agentes de la UCO que participó en la investigación por la desaparición de Diana Quer no ocultaba su decepción por no haber encontrado a la joven con vida. "Alguna vez nos gustaría llegar a tiempo", comentaba en privado hace unos días. Esta vez, el Equipo de Secuestros y Extorsiones de la misma unidad de élite de la Guardia Civil sí logró a última hora, en colaboración con la Ertzaintza, liberar a un vecino de Rentería (Guipúzcoa) secuestrado por una banda francesa con antecedentes en tráfico de drogas, que exigía medio millón de euros para cobrarse una vieja deuda de un familiar.
El rapto se produjo el pasado 9 de diciembre. El grupo de criminales, todos de origen magrebí, raptaron a punta de pistola a este ciudadano, de nacionalidad española. La mala suerte para esta persona es que ya era la segunda vez que la misma banda le secuestraba por los negocios oscuros de un familiar suyo, en paradero desconocido. En 2012 ya fue retenido a la fuerza y pidieron un rescate por él, pero las autoridades galas actuaron con rapidez y lograron liberarle con vida en Toulouse.
En aquel momento, a la banda le incautaron varias armas largas, fueron juzgados y condenados por estos hechos, que les llevaron varios años a prisión. Tras salir de la cárcel, dos de ellos seguían con intención de cobrarse la deuda contraída por el familiar de la víctima así que contrataron a dos sicarios y fueron de nuevo a por la misma persona, según precisan a Vozpópuli fuentes de la investigación.
El secuestrado tiene dos hermanos en Rentería y otro en Málaga. Como en la ocasión anterior la banda negoció el rescate con uno de los que vive en el País Vasco, esta vez probaron suerte con el residente en la capital de la Costa del Sol. Fueron tres días de tensión en los que intervinieron tanto los agentes de la UCO como de la Ertzaintza especializados en este tipo de situaciones. La familia no era capaz de reunir los 500.000 euros que pedían los captores. En la negociación, la familia llegó a ofrecer a cambio unos terrenos, pero la propuesta no convenció a la banda, que al tercer día cortaron la comunicación.
"Le vamos a matar"
"Dad por muerto a vuestro hermano, le vamos a matar", fue lo último que escucharon los allegados de la víctima antes de que les colgasen el teléfono. Lo siguiente fue una intervención contrareloj de los expertos de la UCO y la Ertzaintza. Pese a las sospechas de que se encontrasen en Francia como la vez anterior, en este caso hallaron la pista del grupo con el secuestrado en Alicante, concretamente en el domicilio de un ciudadano argelino que les prestó alojamiento y por ello ha sido detenido en el marco de esta operación Bahiketa (secuestro en euskera).
La intención era dirigirse a la localidad francesa de Pau, pero en el camino fueron interceptados. La intervención se produjo cuando el coche en el que iba el secuestrado y dos de sus captores -vigilado ya por las autoridades- hizo una parada en una estación de servicio a la altura L’Arboç del Penedés (Tarragona). Por delante, a modo de lanzadera, iban en otro coche los otros dos captores que no se percataron del arresto de sus compañeros. Aprovechando la presencia del GRS de la Guardia Civil en Cataluña con motivo del despliegue por el desafío soberanista, la UCO les dio aviso y procedieron a completar las detenciones.
Entre los efectos incautados, a los investigadores les llamó la atención que el grupo contaba con una pistola de tipo Táser camuflada como si fuese un teléfono móvil. Las fuentes consultadas advierten de que en el seno del grupo de secuestradores surgieron diferencias entre los integrantes originales de la banda y los dos sicarios contratados. Mientras unos querían cobrar o dejarlo, otros buscaban retomar las negociaciones y agotar las posibilidades. Esa falta de sintonía jugó, reconocen las fuentes consultadas, a favor de la victima y de la investigación ya que con ello ganaron algo de margen para, al menos esta vez sí, llegar a tiempo.