Se llama Encarni Sanchez, tiene 43 años y lleva año y medio sin apenas salir de casa. En octubre de 2016 un ictus isquémico le atravesó el cerebelo para dejar una mochila de secuelas con las que lleva luchando desde entonces. Sin apenas ayuda ni familia intenta rehacer su vida con mil problemas y pidiendo ayuda en redes. No es un caso aislado. El ictus es una enfermedad mucho más difícil para la gente con pocos recursos. Los ricos se curan antes porque la rehabilitación continua y de calidad es fundamental.

Madrid, Barcelona y Nueva York estudian cómo mejorar la trasparencia de las decisiones tomadas con la ayuda de máquinas que afectan a millones de ciudadanos. El objetivo es conseguir que los procesos en los que interviene la Inteligencia Artificial no resulten opacos.