Los microprostíbulos se han erigido como un negocio rentable en la zona de Usera. Un problema que tiene una difícil solución tanto para los vecinos como para los investigadores de la Policía Nacional. En estos pisos, de apenas 50 metros cuadrados, ejercen la prostitución hasta cuatro mujeres con unas condiciones de salubridad sumamente deplorables, según informan fuentes policiales a Vozpópuli.
La pandemia y el confinamiento propició el auge de esta modalidad de prostitución debido a las restricciones de tránsito. Las calles de los polígonos se quedaron desiertas y se llenaron los pequeños pisos con mujeres hacinadas en pocos metros.
Un desafío para la Policía
Este cambio generó un desafío para la Policía Nacional que investiga a las organizaciones contra la trata de personas y también para los vecinos. Las diligencias de los agentes es cada vez más complicada por la protección jurídica que tienen estos pisos.
Tienen que hacer horas de vigilancias y decenas de diligencias para demostrar los actos que se viven en el interior de estas viviendas. Muchas veces, a pesar del trabajo, no tienen la autorización judicial pertinente para acceder dentro de estas casas o locales de Usera.
Los funcionarios cuentan con un salvavidas: las denuncias de las mujeres que ejercen la prostitución. Esa es la principal herramienta con la que cuentan los investigadores a la hora de acometer una operación. No es fácil convencer a estas chicas para comunicar a las autoridades su situación.
Muchas de ellas están de forma irregular en España y viven bajo las amenazas de organizaciones criminales. El trabajo de los agentes consiste en ofrecerles la confianza suficiente para que den ese temido paso.
Durante el pasado año 2021 y el presente 2022, la Policía Nacional detectó en su demarcación a 168 víctimas de trata para explotación sexual, además de tramitar 76 atestados relacionados con esa tipología delictiva. Estos datos se amplían si se añaden las intervenciones del resto de Cuerpos en toda la geografía española. En la misma franja temporal hubo 662 víctimas explotadas sexualmente, tramitando 123 atestados, así como 604 víctimas de explotación laboral y 80 atestados relacionados con esta casuística.
El infierno de los vecinos de Usera
Otro de los pilares de los microprostíbulos de Usera son los vecinos. Los residentes, que tienen estos locales clandestinos en sus edificios, tienen que convivir con peleas, trasiego de personas a horas intempestivas, suciedad o tráfico de drogas.
Los proxenetas de estas viviendas las tienen perfectamente marcadas para el conocimiento de los clientes. Los folletos publicitarios repartidos en las calles son una referencia. También marcan con pegatinas los telefonillos, de color rojo, para que sepan donde deben marcar los usuarios. "Es un infierno. A diario acuden decenas de personas pero los fines de semana es insostenible", explica uno de estos vecinos a Vozpópuli.
Aseguran que desconocen el número de mujeres que ejercen la prostitución en su interior. "No salen de casa. El olor que emana el piso es putrefacto. Nosotros hemos detectado más de cinco pisos en una manzana", alarma este vecino de Usera.
El control de las prostitutas
Una de las asociaciones que lucha contra esta problemática es DIACONÍA España que tiene un Área de Trata. Solo en 2022 atendieron a más de 1.340 posibles víctimas. "La industria de la prostitución no se acaba, solo busca nuevas posibilidades y oportunidades de negocio donde el cuerpo de las mujeres es la mercancía y donde el consentimiento de mujeres en situaciones de vulnerabilidad es comprado por hombres a cambio de unos pocos euros, que en la mayoría de los casos tienen que entregar a sus proxenetas para pagar deudas interminables", explica a Vozpópuli Eva Márquez García, coordinadora de lucha contra la trata en Diaconía España.
El control de los proxenetas es extremo, con medidas "exacerbadas", que incluyen "cámaras y micrófonos para controlar toda la actividad y a las víctimas, tanto en sus conversaciones como en sus movimientos". "El traslado de la prostitución de la calle a los pisos particulares ha conllevado una mayor invisibilidad e impunidad para los explotadores", detalla.
Burdeles ocultos en bares y tiendas
Prueba de ello es el traslado de los burdeles a "lugares clandestinos, ilegales e insalubres donde se obliga a mujeres a ejercer prostitución escondidos en locales de otro tipo como bares o tiendas". La zona de Usera siempre ha sido un distrito con un alto índice de prostitución, especialmente de mujeres de origen asiático.
Diaconía España afirma que las cifras de las fuentes institucionales muestran que en más del 90% de los casos las mujeres ejercen la prostitución contra su voluntad. Desde la entidad subrayan la necesidad de que España asuma el reto de poner en marcha una ley abolicionista de la prostitución al estilo de Francia o Suecia, así como una ley integral contra la trata en todas sus formas con un fuerte énfasis en la explotación sexual. Una situación que en buena medida podría propiciar que mejores la situación que viven los vecinos de Usera.