España

Manuel Pimentel, exministro de Trabajo: "Europa está provocando su suicidio con las políticas agrícolas"

El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales entre 1999 y 2000 durante el gobierno de Aznar acaba de publicar 'La venganza del campo'. Vozpópuli habla con él sobre la situación del sector

Los duchos en política recordarán que Manuel Pimentel (Sevilla, 1961) fue ministro de Trabajo y Asuntos Sociales entre el año 1999 y el 2000, durante el gobierno de José María Aznar. Ingeniero agrónomo de profesión y de compromiso firme con el campo y sus necesidades, acaba de publicar, junto a la editorial Almuzara (fundada por él mismo), el libro 'La venganza del campo', una obra en la que analiza "por qué el sector primario es pisoteado y perseguido por la misma sociedad a la que da de comer".

Pimentel charla con Vozpópuli sobre la situación del sector primario "maltratado, ignorado y despreciado" desde hace décadas y asegura que "Europa está provocando su suicidio con medidas absurdas que tienen que ver con la agricultura, la ganadería y el campo en general".

Pregunta (P): Acaba de publicar 'La venganza del campo', un libro en el que analiza la situación del sector primario. ¿Por qué el campo se va a vengar concretamente?

Respuesta (R): El título claramente es alegórico, tiene connotaciones bíblicas, pero recoge una realidad. El campo, por motivos diversos, lleva mucho tiempo siendo maltratado, ignorado y despreciado, y por tanto, el campo se va a vengar, como siempre ha hecho, con menos producción y con una fuerte subida de precios. Ya ha comenzado sin que haya viso, a día de hoy, de que la sociedad occidental, eminentemente urbana, haya cambiado su punto de vista hacia el campo.

En Occidente está pasando una dinámica muy curiosa, que ocurre con partidos de diversos signos, por lo que es algo sociológico y no partidista. Occidente, inconscientemente, ha decidido dejar de producir para que produzcan en terceros países. Occidente quiere salir al campo a pasear y le molestan los invernaderos, regadíos, granjas... Quiere comer, pero no producir.

Eso que está llevando a que disminuyan año a año las tierras de cultivo y empieza a disminuir producción de algunos productos. Lógicamente, la ley de mercado funciona y menos ofertas significa necesariamente más precios. Además, ahora, como estamos en un proceso de globalización, unido a los efectos de los múltiples conflictos que están asolando el planeta, [que van a ir a más], ya no solamente estamos hablando de subida de precios, sino que se está poniendo en riesgo el abastecimiento de nuestra despensa, sin que hagamos nada para evitarlo.

Occidente, inconscientemente, ha decidido dejar de producir para que produzcan en terceros países. Occidente quiere salir al campo a pasear y le molestan los invernaderos, regadíos, granjas... Quiere comer, pero no producirManuel Pimentel, exministro de Trabajo

P: Comenta que el campo europeo está siendo maltratado desde hace mucho tiempo. ¿Podría concretar?

R: Mira, como símbolo, a raíz de la globalización y de la fortaleza de la distribución desde el año 2000 al 2020 hemos disfrutado de la alimentación más barata de la historia. La sociedad urbana ha podido comer muy barato, y además variado. Eso hizo que no valoráramos la alimentación. En ninguna encuesta aparece la alimentación como problema. Si tú no valoras algo, tampoco valoras a los que lo producen.

Luego comenzó lo de la PAC, en consonancia con una sociedad que ha adquirido unos nuevos valores que son, en principio y en apariencia, muy positivos: sostenibilidad, medio ambiente... Pero que se han convertido en perversos. Si tú valoras mucho la naturaleza pero no valoras la alimentación, cuando sales al campo lo que quieres es pasear, y el resto te molesta.

Por lo tanto, hay dos problemas. Uno: no valorar la actividad de los agricultores, despreciarlo como oficio del pasado. Y dos: aprobar una serie de leyes en las que todas y cada una de ellas dificultan o encarecen la producción agraria. Ni una sola norma ha venido para facilitar o incrementar la producción agraria. Al contrario, todas, que pueden estar bien intencionadas, o limitan o encarecen o ambas cosas la producción agraria.

P: ¿Europa ha perdido el norte en materia agrícola?

R: Sí. Europa ya no valora la comida. Y valora mucho todo el medio ambiente, la naturaleza, animalismo, que no tiene porqué ser contradictorio... si se hace bien. Pero con todas las normas que hace... Los ciudadanos, como hemos decidido externalizar, en su inconsciente, rechazan las granjas "porque los animales están encerrados". "No quiero que haya instalaciones agrarias porque me molesta el paisaje. No quiero que haya regadío porque contamina el agua. No quiero que haya acuíferos"... Les han comprado el discurso. ¿Y la comida cómo se hace? Pues que venga de terceros países; ahí no nos preocupa ni cómo producen, ni qué hacen, ni qué productos.

Si se ponen en marcha todas esas normas [las de la PAC], la carne se va a poner a un precio privilegiado. Son medidas que están creando una alimentación para ricos, que es la que va a ser variada, y una alimentación para las clases medias y pobres carísima. Eso no es justo. La Unión Europea debe garantizar una alimentación sostenible, variada, abundante, saludable. Y a un precio razonable. Con todas estas medidas, va a haber todo eso, pero carísima.

P: ¿Qué podemos esperar entonces con el precio de los alimentos?

R: Por la inercia que llevamos, la alimentación va a subir mucho. Y hay familias a las que ya empieza a pesarles mucho. Por concretar, ponte que estamos acostumbrados a un carro que nos costaba llenar 125 euros. Ya está costando el carro 250-300 euros, si lo llenas hasta arriba. Y se va a poner en 600... Y hay que ir dos veces al mes. Pero sin despeinarnos, ¿eh? Y les reímos las gracias a los que prohíben el trasvase y le reímos las gracias a los que dicen "qué buenos son que cierran la graja, qué buenos son que cierran los invernaderos".

Mi tesis es que los factores de sostenibilidad son muy importantes, llegan para quedarse y el agricultor debe ser consciente, pero al mismo tiempo hay que tener criterio de garantía alimentaria y de despensa. ¿Se puede conseguir ese equilibrio? Por supuesto. Y por eso yo soy optimista. Hay sector agrario profesionales capaces de asimilar los nuevos valores y producir, sin duda ninguna. Pero claro, es que merecen un mínimo respeto, hasta profesional.

Pero por ahora, ¿tú crees que a esa PAC le preocupa algo la producción, la garantía de cantidad, la despensa? No le preocupa nada.

P: ¿Qué les preocupa entonces?

R: Sólo les preocupa el imaginario colectivo que tenemos y que priorizamos: el medio ambiente y el control al agricultor, porque en el fondo cree que es un enemigo del medio ambiente.

La PAC no se preocupa por las despensas de los europeos. E invita a que produzcan otros. En Europa tendremos un campo para pasear y comeremos de lo que otros, con unas condiciones que no sabemos ni nos interesa saber, nos produzcan. Y eso a día de hoy es un suicidio alimentario. Europa está provocando su suicidio con medidas que tienen que ver con la agricultura, la ganadería y el campo en general. Hay muchas formas de suicidarse. La mejor es no tener comida cada día. Y a día de hoy, en un mundo en guerra, la Unión Europea está siendo irresponsable por no garantizar nuestras despensas. Todo lo contrario, está limitando, encareciendo e impidiendo la producción agraria en Europa.

¿Tú crees que a esa PAC le preocupa algo la producción, la garantía de cantidad, la despensa? No le preocupa nada

P: Hablemos de relatos colectivos. ¿Cómo se ha conseguido crear esa imagen de 'agricultor malo'?

R: Es un tema sociológico muy profundo. Y además es un debate donde no hay ni bueno ni malo. En un momento dado, desde la II Guerra Mundial, se dejó de valorar la alimentación, porque no nos ha faltado. Y desde entonces, los agricultores son señores que "no nos aportan valor", porque lo que hacen, que es producir alimentos, no lo valoramos. Ahora sin embargo si vemos que meten a los animalitos en granjas, si vemos que utilizan tractores y labras, que riegan, eso nos molesta.

Ahora, por la situación mundial, han empezado a subir los precios por vez primera en décadas. ¿Y cómo ha reaccionado la sociedad, sobre todo a través de sus gobernantes? Echándole la culpa a la distribución y a los productores. Mandan el mensaje de que son seres que se aprovechan en vez de decir que los hemos aplastado y los hemos prohibido producir. Han conseguido con sus normas que cada vez se produzca menos y más caro.

P: ¿Y cómo se afronta el problema? ¿Cómo cortamos de raíz?

R: O lo hacemos de forma preventiva o al final el campo se venga. Esto solo ha hecho más que empezar. Yo creo que se pueden hacer muchas cosas. Aquí hay un sector agrario, hay excelentes profesionales, técnicos, es decir, capacidad de producir alimentos hay muchísima. ¿Qué habría que hacer? Una estrategia europea alimentaria, igual que hemos hecho en el sector energético: una estrategia que sea abierta, que garantice la alimentación variada, sana, abundante, sostenible y a un precio razonable.

Y por supuesto, romper con el ideal. Tú piensa en el imaginario humano. ¿Qué les gusta? La agricultura bonita, la que es un elemento folclórico: cuatro cabritas, dos manzanitos, él con su traje a cuadros y le habla de la armonía de la naturaleza... Si tuviéramos que vivir de la manzana que produce ese tipo de agricultura, nos costaría mil euros la manzana. Ese es un modelo para ricos, es lo más antisocial que puede existir. Y sí, los que promueven este sistema son muy ricos...

P: Hasta ahora estamos hablando de la situación para el consumidor y para la sociedad. ¿Pero cómo lo está viviendo en el día a día el agricultor?

R: Los agricultores han estado, primero, desconcertados porque ellos veían cómo su renta bajaba, su prestigio social se reducía año a año, su renta bajaba progresivamente y cómo la norma cada vez los limitaba... Hasta ahora su discurso para defenderse era el discurso del empleo, que generaban trabajo. Pero ese discurso a la sociedad urbana no le llegaba, porque no valoraba la alimentación. Ahora ha cambiado, a base de necesidad, el discurso ha cambiado. Ahora tenemos que defender que no solamente garantizamos la alimentación, sino que la garantizamos un precio razonable. Ahora se han animado, pero han estado muy desanimados.

P: ¿Es pesimista?

R: Yo soy muy pesimista a corto plazo, porque creo que todavía la inercia, el cambio y la concienciación va a tardar, pero soy optimista a medio y largo. Tengo esperanza.

P: Y ya para terminar, entremos en terreno político. ¿Qué opinión me merece el ministro de Agricultura Luis Planas?

R: El gobierno de España tiene poca capacidad de influir en las políticas europeas. A mí Planas personalmente me cae bien y profesionalmente me parece un gestor razonable. Desde luego, dentro de su gobierno, una de las personas más sensatas, porque está un gobierno donde arremetían directamente contra la carne, donde quieren prohibir todos los trasvases. Yo supongo que el hombre ahí lucha lo que puede; es todo un gobierno, en todo caso, que está un poquito a las modas. Aunque, eso sí, creo que en el gobierno de Sánchez la despensa de sus ciudadanos tampoco ha sido un problema, como al resto de Europa.

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