Margarita Robles seguirá al frente del Ministerio de Defensa en la nueva legislatura. Pedro Sánchez apuesta por su continuidad, en un momento en el que las Fuerzas Armadas están sumidas en un profundo proceso de rearme ante la convulsión internacional y el aumento de presupuesto comprometido por la OTAN. Con esta decisión, el presidente del Gobierno esquiva una reforma drástica en el Ejecutivo, al mantener a Robles en este departamento clave y no trasladarla a otra cartera, como podría ser Interior o Justicia, lo que obligaría a su vez a nuevos nombramientos.
Margarita Robles es uno de los pilares fundamentales de este Gobierno y también para Pedro Sánchez: cuando el presidente del Gobierno apuntaba al destierro en su pulso con Susana Díaz por liderar el PSOE, la actual ministra de Defensa se mantuvo a su lado, erigiéndose como uno de sus apoyos más destacados.
El nombre de Margarita Robles entraba en todas las quinielas para conformar el Consejo de Ministros Sánchez alcanzó la presidencia del Gobierno en 2018, tras la moción de censura sobre Mariano Rajoy. Los titulares de la prensa, no obstante, apuntaban a Interior o Justicia, debido a su trayectoria como magistrada y a haber ocupado la Secretaría de Estado de Seguridad.
Pero su destino final estaría en el número 109 del madrileño Paseo de la Castellana, sede del Ministerio de Defensa. Arrancó su mandato con una situación inédita, como lo era la herencia de una cúpula militar designada por el anterior Gobierno. Y al poco tiempo tuvo que enfrentar una de sus primeras crisis internas, relacionada con la venta de armas a Arabia Saudí.
Pero poco después llegaron situaciones excepcionales, que llevaron a las Fuerzas Armadas a asumir un papel inédito: la lucha contra el coronavirus, la erupción del volcán de La Palma o las consecuencias de la borrasca Filomena. Y, en el escenario internacional, la invasión de Rusia sobre Ucrania o la progresiva desestabilización en el Sahel, que han llevado a los diferentes ejércitos a modificar el rumbo de sus misiones internacionales.
Los retos de Margarita Robles
La guerra de Ucrania fue el factor fundamental que propició el cierre de filas de la OTAN en la Cumbre celebrada en Madrid y el consecuente acuerdo para el incremento armamentístico. España ya ha dado los primeros pasos para alcanzar la inversión del 2% del PIB en Defensa, aunque el recorrido es largo y deberá fraguarse antes de que concluya la presente década.
Pero esos primeros pasos ya se han traducido en el refuerzo de programas armamentísticos para las Fuerzas Armadas. La Armada está inmersa en la renovación de sus fragatas, con la futura llegada de las F-110, y los nuevos submarinos de la clase S-80. El Ejército del Aire aguarda la compra de nuevos cazas de combate y drones, con el FCAS en plena fase de desarrollo. Y el Ejército de Tierra sumará los nuevos vehículos 8x8 para sustituir de forma definitiva a los BMR.
Son sólo algunos ejemplos de los programas llamados a modernizar las capacidades militares españolas, que en algunos casos estaban al borde de la obsolescencia.
Sin una reforma drástica
Margarita Robles dirigirá al Ministerio de Defensa ante estos desafíos. Una decisión que evita una cascada de nuevos nombramientos en el Consejo de Ministros. No faltaban las voces que apuntaban a su traslado a otra cartera, como podía ser la de Interior, teniendo en cuenta que Fernando Grande-Marlaska era uno de los ministros peor valorados del Gobierno.
Pero Pedro Sánchez apuesta por la continuidad de ambos: Marlaska en Interior y Robles en Defensa. Dos figuras que en la última legislatura han mantenido ciertos desencuentros pero que seguirán compartiendo su mutua presencia en el Consejo de Ministros. Así, Sánchez evita una reforma drástica en el Ejecutivo, que sumará nuevas caras pero mantendrá intacta su columna vertebral en algunos de los Ministerios más relevantes.