"No han sido años duros. Han sido años durísimos". Pese a las cinco derrotas electorales consecutivas, Rajoy está muy satisfecho del trabajo realizado. Y quiso tansmitir una sensación de fortaleza y confianza tanto a la sociedad española como a su propio partido, en horas tan bajas y en actitud tan escéptica ante la posibilidad de repetir victoria en las generales. Al cabo, vino a resumir, tanto en las europeas como en las municipales, el PP ganó en las urnas.
"Gran sorpresa", decía ayer una fuente de Moncloa. Tras sorprender incluso a los propios con la elección de la fecha electoral, el 20 y no el 13, como se pensaba incluso en su entorno más cercano, Rajoy echa el cierre a su último año en el Gobierno con la conciencia muy tranquila. Estábamos en quiebra, en recesión, en el despeñadero y ahora se crean más de un millón de empleos y crecemos más que ningún país de Europa. Algo que es cierto pero que no ha logrado conmover a la gente.
Rajoy no esgrime novedades en su planteamiento sobre Cataluña. "Siempre que me ha llamado Mas le he atendido, como a todo el mundo". Hablar mucho, más pedagogía, incluso reformar la Constitución, mencionó como posibilidades. Pero sólo se puede hablar con respeto a la igualdad, a la soberanía nacional y a la unidad de España. Tras el resultado de los comicios, ve Rajoy que ahora hay menos riesgos de una salida independentista en Cataluña. No es un asunto zanjado pero lo atisba algo más manejable. Al cabo, ahora el lío está en el entorno del Palacio de la Generalitat, de su presidente, de sus aliados, de su escasez de escaños para la investidura. En suma, ahora es el nacionalismo quien tiene que salir del atolladero.
Aleccionado sobre su imagen de inmovilismo, y al margen de recurrir al manido ejemplo del rescate, Rajoy se expresó en positivo: "Tengo la costumbre de hablar". Y mencionó que ha habalado varias veces con Pedro Sánchez, con Albert Rivera y no lo ha hecho con Pablo Iglesias pero porque el líder de Podemos no le ha llamado. Se vio con el alcalde de Cadiz, que es de esa formación, cuando la inauguración del Puente de La Pepa. No muestra el presidente, sin embargo, una admiración desmesurada hacia la figura de Pedro Sánchez, la pieza a batir en los comicios, según es lógico colegir. Trasladar el Senado a Cataluña es una ocurrencia, mencionó. Con razón. El problema catalán no se amaina con gestos anecdóticos ni con guiños epidérmícos. Ahora sabe que "hay que tomarse muy en serio al 48 por ciento de los catalanes que han apoyado" en las urnas la ruptura con España.
A Ciudadanos, que le ha robado votos a espuertas en Cataluña, sólo le propinó una leve caricia: "Los experimentos, con gaseosa". Y un zasca monumental a Aznar: "Yo cuando tengo algo que decir, no utilizo comunicados, yo digo las cosas a la cara". En suma, Rajoy se ve con fuerzas para afrontar los comicios de diciembre, en los que se juega el todo o nada. Somos un ejemplo en Europa, afloja el desempleo, se devuelve la extra a los funcionarios, aumenta el consumo... Es decir, estamos casi en el mejor de los escenarios para que la gente tenga a bien otorgarle de nuevo su confianza. Eso, al menos, es lo que se trasluce de las palabras de Rajoy en su entrevista en Antena 3, menos árida que en ocasiones precedentes. De la corrupción, ya ni hablamos.