Hubo referencia a Manuel Fraga, el fundador del PP, y el auditorio lo recompensó con una de las ovaciones de la mañana. Pero Rajoy evitó cualquier referencia a José María Aznar, allí presente, quien el viernes enardeció los ánimos del auditorio con un discurso encendido y beligerante, en el que no tuvo a bien recordar los logros del gobierno actual. Ni a su presidente, por supuesto. El reparto de papeles, con todo, ha funcionado.
Aznar se dirigió a los molestos con la gestión del Gobierno, algo necesario, y Rajoy recordó que este Ejecutivo ha logrado cambiar el país. Más morbo en las interpretaciones que dosis de realidad. Se han escuchado y leído muchos disparates sobre el supuesto desencuentro en estas horas. Y no hay para tanto, si se atienden las explicaciones de gente próximas a la Moncloa. Algunos barones estaban muy molestos con Aznar, pero lo disimularon. Cerrar filas era la consigna. De hecho Rajoy y Aznar han engrasado sus relaciones y comentan que ya hasta se hablan de vez en cuando. Por teléfono.
Nada dijo Rajoy sobre las candidaturas a autonómicas y municipales. Nadie lo esperaba, ya estaban advertidos
Nada dijo Rajoy tampoco sobre las candidaturas a autonómicas y municipales. Nadie lo esperaba, ya estaban advertidos. Pero sí se tomó nota del hecho de que Ignacio González, anfitrión del cónclave de los populares, fue el encargado de abrir la sesión de clausura y recibió ostensibles muestras de aprecio por parte del líder de su partido. Hay quien dice que con esos gestos basta. Que González ha quedado proclamado candidato a la Comunidad en unos momentos en que caen algunos chuzos incómodos en forma de corrupción sombre un determinado miembro de su equipo de Gobierno.
Esperanza Aguirre, muy visible a lo largo de las tres jornadas, mostraba también un rostro optimista, que los escrutadores de este tipo de signos interpretaban como que las cosas le van bien. Es decir, que sus aspiraciones a ser cabeza de lista en las municipales por Madrid también pueden ir por buen camino.