“Lo que es evidente”, asegura un importante banquero, “es que el presidente del Gobierno ha preferido no dar la cara en muchos asuntos que serán cruciales para los españoles a la hora de depositar su voto. El de la corrupción es uno de ellos y otro, importante, es el de Cataluña”. Esta es también la percepción de destacados dirigentes del PP, que observan con inquietud como Mariano Rajoy puede acabar concurriendo a las elecciones generales sin aparecer como el garante de la unidad de España que él mismo prometió ser en plena cresta del desafío soberanista. “Nos enfrentamos a este ciclo electoral sin haber despejado el problema y sin una idea clara de lo que puede pasar con Cataluña en el medio plazo, con un Gobierno que, desgraciadamente, ya no podrá actuar con la misma contundencia que nosotros podríamos haber utilizado gracias a nuestra mayoría absoluta”, apunta un alto cargo que es miembro también de la dirección del partido.
Voces potentes de la banca opinan que Rajoy no ha sido sensible ante el problema de la corrupción
El desasosiego crece al comprobar los efectos que pueden llegar a tener para Rajoy en las elecciones generales los resultados que obtenga el PP en las autonómicas y locales del próximo 24 de mayo. “Lo de Bárcenas será una broma al lado de lo que puede llegar a descubrirse en algunas comunidades y ayuntamientos si el PSOE y Podemos entran en ellos como un elefante en una cacharrería”, advierten en el partido. Esto es algo que no suena a chino a los grandes de la banca, pues la necesidad de enfrentarse con mucha mayor valentía de lo que lo ha hecho Rajoy a las corruptelas internas es un consejo que hace tiempo le han venido dando al presidente destacados hombres de las finanzas, así como importantes representantes del Ibex, ante la alta sensibilidad que el problema de la corrupción despierta entre la gran mayoría de ciudadanos, según ha constatado el CIS a golpe de barómetro.
“Algo tan de sentido común como es que para solucionar un problema hay que coger el toro por los cuernos, dar la cara y nunca ponerse de perfil, no lo ha entendido el presidente, como si viviera en otra galaxia o creyera que su reino no es de este mundo”, explica mordiéndose la lengua otro conocido hombre de las finanzas.
¿Será Rajoy el culpable del posible batacazo del PP en las elecciones del mes que viene? Algunas voces potentes de la banca y del mundo de la empresa así lo creen, después de haber chequeado su criterio con el de altos cargos del propio Ejecutivo que responsabilizan al presidente de no haber sabido o querido combatir a fondo la corrupción, dar la importancia que se merece a la coordinación entre partido y Gobierno y, por añadidura, preservar algunas de las referencias o señas de identidad con las que el PP ganó por goleada las últimas elecciones generales en asuntos tan delicados como la política fiscal, el aborto o el trato a las víctimas del terrorismo.
Incapacidad para explicar la política económica
“La cuestión”, se queja el banquero antes aludido, “no es el mérito que ha tenido este Gobierno en la recuperación económica, que nadie lo duda, sino su capacidad para explicar a los españoles qué ha hecho y por qué. A pesar de la incomparecencia del presidente, confío en que sepan intuir que no se puede tirar todo por la borda y voten con prudencia, lo veremos el mes que viene”.
En el territorio del Ibex se deduce que el Gobierno y el PP lo van a tener difícil para recuperar en pocos meses, probablemente ocho de aquí a las generales, el tiempo que han perdido durante tres años en sortear el ejercicio con mayúsculas de la política. “Eso es cierto”, reconoce un alto responsable del sector público, “y la sensación puede agravarse si en la noche del 24 de mayo la mayoría de los barones regionales concluye que el problema es Rajoy”.
El 24-M, los barones del PP pueden concluir que el problema es Rajoy, afirman algunos representantes del Ibex
Esa misma noche, las miradas más finas se dirigirán, según esta fuente, a tres focos principales: Castilla-La Mancha, Madrid, y las municipales en Andalucía y Cataluña. De los resultados en la primera comunidad dependerá que el PP tenga que cambiar, o no, de secretario general. Lo que suceda en la capital de España con Esperanza Aguirre será clave para calibrar la ofensiva contra Rajoy en caso de una pérdida considerable de poder territorial en el resto de España: ¿Un revival como el de la conspiración de 2008?, se preguntan algunos ministros. Y, por último, el examen local andaluz y catalán, servirá para anticipar las posibilidades que tendrá el PP de salir ileso de las próximas elecciones generales. Muchas claves hasta la gran vigilia del 24 de mayo.
Estas incertidumbres han llevado a algunos de los patriarcas de la gran banca y de la empresa a tomar la temperatura a los recién llegados, dando prioridad al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, antiguo empleado de La Caixa. La conclusión que han extraído es que esta fuerza emergente, carente todavía de una estructura capilar mínima, está decidida a quitarle al PP la comida, la merienda y la cena, pero sin causar grandes destrozos en el gobierno de las instituciones. El PP controla casi cuarenta de las 52 capitales de provincia, más 11 de las 17 comunidades autónomas, y es altamente probable que en muchas de ellas la tarta del electorado conservador tenga que repartirla con Ciudadanos y los restos, si algo queda, de UPyD. Un panorama que los más pulcros analistas del PP comparan con el que se abrió al principio de la década de los ochenta en provincias como las de Ávila cuando el CDS de Adolfo Súarez fragmentó el espacio del centro derecha.
Altos cargos del Gobierno culpan a Arriola de no haber olido el despegue de Ciudadanos
Es algo parecido a lo que puede ocurrir en buena parte de las capitales españoles el mes que viene sin que Pedro Arriola, el oráculo de Rajoy, haya sido capaz de preverlo con tiempo. Tampoco lo ha hecho el presidente, que en septiembre del año pasado recibía a Rosa Díez en La Moncloa solo dos días después de que se lo pidiera. Al despedirse de ella, le pidió perdón por no haber tomado él la iniciativa del encuentro y cerrarlo con mayor antelación. Hace seis meses, Albert Rivera ni estaba ni se le esperaba en Presidencia. “¡Vaya olfato el de Arriola!” se duelen en el cuartel general del PP.