Mariano Rajoy prepara un segundo encuentro con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, para precisarle los ingredientes que incluiría en el acuerdo que está dispuesto a desarrollar con la implicación activa de Ciudadanos si los socialistas se abstienen en el debate de investidura y evitan la convocatoria de unas nuevas elecciones. Fuentes del Gobierno informan de que los ejes sobre los que giraría este acuerdo de Gobierno serían cuatro: garantizar la unidad de España con las reformas constitucionales que correspondan, continuar orientando la política económica hacia la creación de empleo, combatir la desigualdad mediante una agenda social que incluya parte de las propuestas que el PSOE incluyó en su programa y, por último, mantener vivo el pacto antiterrorista. Si Pedro Sánchez o quien le sustituya en su partido aceptara este planteamiento, aseguran estas fuentes, la duración de la XI legislatura no tendría que ser necesariamente de cuatro años, pues vendría marcada por la reforma de la Constitución, necesitada después de un referéndum de ratificación y de nuevas elecciones.
Cataluña, creación de empleo, agenda social y lucha antiterrorista, principales ejes de la investidura de Rajoy
Este planteamiento coincide, en síntesis, con lo que destacados empresarios y financieros le están reclamando al líder socialista a través de quienes más pueden influir en sus decisiones. No es tanto una gran coalición a la alemana con el PP como la concertación de una especie de pacto de Estado en el que se incluiría también a Ciudadanos para que Rajoy saliera investido con el compromiso de gestionar una legislatura pautada y ceñida a unos pocos objetivos: legislar las reformas que tiene pendientes la economía para blindarse ante tsunamis como el vivido durante el último Gobierno de Zapatero, cambiar la Constitución para que el separatismo catalán deje de ser noticia recurrente en varias décadas y garantizar la integración europea ante retos tan serios como el de la inmigración y el terrorismo. Hechos los deberes, no tendría por qué agotarse la legislatura y, además, tanto el PP como el PSOE podrían aprovechar la experiencia para ganar tiempo y recomponer sus organizaciones, reaccionando a las causas que les han hecho perder, entre los dos, casi 5,2 millones de votos.
La mayoría de los ministros en funciones no disimulan su escepticismo, pues están convencidos de que con su actual liderazgo, el Partido Socialista rechazará de plano cualquier acuerdo de esta naturaleza. No obstante, la estrategia para las próximas semanas/meses va a consistir en reducir al máximo el margen del PSOE para que rechace un pacto con el PP que evite la celebración de nuevas elecciones. Este es el objetivo último de Mariano Rajoy, dispuesto a poner sobre la mesa parte de la agenda social que exigen los socialistas, como principal novedad de la propuesta que el presidente en funciones mostrará en el debate de investidura. Si no lo consigue, le servirá al PP para argumentar su campaña electoral.
El PP ofrecerá también al PSOE y a todo el arco parlamentario recuperar el pacto sobre pensiones
En la pasada campaña, el PSOE colocó en el escaparate de su programa una partida de 6.000 millones de euros destinada, entre otros objetivos, a crear una renta mínima vital con la que auxiliar a casi dos millones de personas. Estas y otras propuestas de gasto social, según fuentes gubernamentales, podrían considerarse a la vista de la buena evolución de los ingresos fiscales y de la estabilidad que ofrecen unos Presupuestos para 2016 que ya han sido aprobados. Rajoy también ofrecerá en su investidura un gran acuerdo para garantizar el sistema público de pensiones, cuyo sostenimiento se verá amenazado si llegara a interrumpirse la creación de empleo y volviera a reducirse el número de cotizantes a la Seguridad Social.
Sin embargo, hay otras líneas rojas que ni el Gobierno ni el PP están dispuestos a traspasar porque están convencidos de que sería muy perjudicial para España y tanto como dar marcha atrás a los avances que han conseguido que al país se le abran los mercados. Estos obstáculos proceden, por ejemplo, de los compromisos contraídos por los socialistas con su electorado para derogar la última reforma laboral o dar la vuelta como un calcetín a la reforma fiscal.
Haya o no nuevas elecciones en Cataluña, en el PP se da por hecho que el debate de investidura, previsto para finales de enero o principios de febrero, estará también marcado por el desafío soberanista, en el que el PSOE no tendrá más remedio que identificarse con los planteamientos de Rajoy, en un momento en el que ni siquiera el PNV, con seis diputados, está por la tarea de plantear un reto al Estado de esta naturaleza, según ha podido confirmar el propio presidente en funciones con el lendakari, Iñigo Urkullu, en una conversación mantenida durante las Navidades.
Rajoy ha recibido garantías de Urkullu de que no avalará el plan soberanista catalán
En el Gobierno se da por hecho que Pedro Sánchez no atenderá a ninguno de estos planteamientos en la primera sesión de investidura, donde se requiere de la mayoría absoluta para que prospere el candidato a la Presidencia, ni tampoco en la segunda, donde solo se necesita de la mayoría simple. Un escenario diferente podría abrirse en el caso de que Felipe VI diera a Rajoy una segunda oportunidad, después de fracasada también la investidura de Pedro Sánchez, posibilidad vinculada al hipotético cambio de liderazgo en el Partido Socialista, una operación que de momento permanece en suspenso hasta que se despeje si hay o no nuevas elecciones en Cataluña.