El brote de ébola no ha llegado a España por la 'ruta' que temía el Ministerio del Interior. El pasado mes de agosto el departamento de Jorge Fernández Díaz repartió un manual y un tríptico entre los agentes destinados en puestos fronterizos con instrucciones sobre cómo actuar ante la sospecha de estar frente a una víctima de la enfermedad. En dichos documentos, a los que ha tenido acceso Vozpópuli, los responsables de la Dirección General de la Policía insistían en que era "difícil" que el mal se extiendiera por la UE, aunque reconocía que el hecho de que Ceuta y Melilla fuera la "frontera natural" de Europa con Africa aconsejaba "extremar las precauciones". De hecho, los textos señalan a los inmigrantes subsaharianos llegados "en cayucos u otras embarcaciones" como la mayor amenaza.
El Ministerio propuso a los agentes "extremar las precauciones" en Ceuta y Melilla al ser ambas ciudades la "frontera natural" de Europa con África
En el manual, de siete folios de extensión, el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Dirección General de la Policía recalcaba que "el riesgo de un brote en la Unión Europea es bajo" y que la alerta de la OMS había llevado a los 27 a intensificar "los controles fronterizos en los países afectados, así como el mismo tráfico de personas en la zonas de riesgo". En este sentido, recordaba que, para entrar en España, los viajeros procedentes de zonas de riesgo debíen realizar una declaración sanitaria que es supervisada por técnicos de Sanidad Exterior". También consideraba "poco probable" la entrada de la enfermedad por "la vía de los inmigrantes subsaharianos ilegales a través de las fonteras de Ceuta y Melilla". De hecho, recordaba que "estas personas realizan largos viajes desde sus países de origen y la enfermedad se manifiesta muy pronto".
Pese a ello, el documento marcaba tres niveles de alerta a aplicar según las sospechas que tuvieran los agentes de encontrarse ante un enfermo. Así, proponía extremar las medidas cuando se estuviera ante "viajeros procedentes de las zonas endémicas como son la República Democrática del Congo, Liberia, Sierra Leona y Guinea". En este caso, los policías debían utilizar "guantes de látex, vinilo o nitrilo ante la inspección de pasaportes, documentación e inspección de equipajes". Si dichos inmigrantes eran subsaharianos y, además, habían llegado "en cayucos u otras embarcaciones", añadía el uso de "mascarillas de clase FFPIII". Finalmente, si la sospecha era que la persona podía sufrir la enfermedad, indicaba la necesidad de emplear "gafas de seguridad y monos desechables". "En este caso se deberá aislar a la persona y poner en marcha el protocolo del Ministerio de Sanidad, debiendo seguirse las indicaciones y consejos que el personal sanitario imparta", rezaba el tríptico que se distribuyó.
"Virus mucho más controlado"
Ambos documentos fueron elaborados después de que el verano pasado, tras el estallido del brote de ébola en África y la repatriación del primer español contagiado, se produjera una falsa alarma en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). Los representantes sindicales de los agentes exigieron a Interior instrucciónes claras sobre qué hacer y, sobre todo, que se les dotara de medios para evitar un contagio. La Dirección General de la Poicía elaboró entonces ambos documentos y mantuvo el 10 de agosto un encuentro con dirigentes de los sindicatos policiales, durante la que, según fuentes presentes en los mismos, les insistieron del escaso riesgo de que se produjera un brote de la enfermedad en nuestro país. De hecho, los documentos insisten una y otra vez en este sentido e, incluso, recalcan que si se llegara a detectar casos en "España o el resto de Europa" los sistemas sanitarios harían que "el virus estuviera mucho más controlado y tuviera menos incidencia".
Interior marca tres niveles de alerta y las medidas de protección a usar en cada caso: desde los simples guantes de látex a los monos desechables
Tanto el tríptico como el manual detallan que la enfermedad sólo se contagia por el contacto con fluidos corporales de los afectados que ya hayan manifestado claros síntomas de sufrirla y en condiciones de estrecho contacto. "Afortunadamente" nunca por "vías aéreas" o "picaduras de insectos". "Es muy bajo el riesgo de contagio en el caso de una persona que hubiera viajado al lado de un paciente que estuviera incubando el ébola", se lee en uno de los documentos. En el tríptico incluso se detalla que "no hay riesgo por ir en el mismo avión" que un afectado. No obstante, sí fija que en caso de que se detectase a un portador de la enfermedad se debe informar al resto del pasaje "de la sospecha, se recogerá la información para establecer contacto indicidual con ellos y se establece un seguimiento de contactos correspondientes".
No es único el control preventivo que propone. También alerta de "personas extranjeras que vivan en España y que se desplacen a alguno de estos países africanos [en referencia a los orígenes del brote] coincidiendo con las vacaciones para cuidar a familiares que pudieran estar enfermos". En este sentido recuerda que, precisamente, son las familias de los fallecidos los que más riesgo de contraer la enfermedad tienen "debido a los ritos funerarios, practicas que permiten velar a los cadáveres durante días en los que les besan y abrazan continuamente". En este punto, Interior también alertaba de que el otro "colectivo importante de afectados es el personal sanitario", aunque se refiere al desplegado en los países afectados donde "cuentan con pocos medios y las medidas de aislamiento son escasas o nulas". Lo que la Policía no contemplaba es que el brote surgiera en un hospital español. Su foco estaba en los "subsaharianos llegados en cayucos y otras embarcaciones".