Con los merecidos ahorros de toda una vida trabajando y la hipoteca ya pagada, muchos son los 'baby boomers' que han llegado, llegan y llegarán a la jubilación con una segunda vivienda entre sus propiedades inmobiliarias. Ahí reside su riqueza según la Encuesta financiera de las familias del Banco de España, que indica que aproximadamente un 77% de estos nuevos jubilados posee una casa de 130.000 euros de media y casi un 50% también dispone de otras propiedades con un valor de 85.600 euros de media—la encuesta de 2020 identifica los hogares en los que el mayor de sus habitantes nació entre 1958 y 1977—.
Las cifras contrastan fuertemente con las que ofrece el sector poblacional de los trabajadores jóvenes, los que tendrán que pagarles la pensión de ahora en adelante. La generación Z sale de las universidades con un saco lleno de másteres a los 25 años y pagando cantidades prohibitivas por compartir piso, una situación que se agrava entre los que viven en las grandes capitales, donde una habitación de menos de 12 metros puede encontrarse por 750 euros al mes mientras se comparte baño con tres o cuatro personas más. Resulta evidente que las condiciones de unos y otros son muy distintas.
Llegamos así a ese punto de la historia contemporánea en el que dos modelos antitéticos coinciden en un mismo espacio y tiempo: España, 2024. Mientras que la nueva tercera edad comenzó a trabajar a los 21 años —de media, según una encuesta del Instituto BBVA de pensión—, los jóvenes y sempiternos estudiantes buscan su primer empleo estable al borde de la treintena, lo que provoca que la pensión media de 2024 esté por encima del sueldo medio: 1.450 euros al mes frente a 1.000.
A todo esto, y cambiando la perspectiva a una más amplia, hay que sumarle el factor de que en la actualidad son 2,4 trabajadores los que pagan cada pensión, una realidad que cambiará hasta 1,7 en 2050. Ante este escenario, los 'baby boomers' se preguntan hoy si conseguirán una jubilación con unas condiciones similares a las que lo hicieron a los que ellos pagaron las pensiones a lo largo de su vida laboral.
En cualquier caso, sea cual sea la respuesta, los jubilados nacidos entre 1958 y 1977 serán los que más años puedan disfrutar la pensión, puesto que la esperanza de vida es la más alta de la historia: 88 años para las mujeres y 84 para los hombres —INE, 2021—.
Situación financiera de los nuevos jubilados
Los datos indican que los 'baby boomers' han llegado al momento de recibir una pensión en una gran situación financiera comparados con otras generaciones. En 2020, de media, los hogares en los que son cabeza de familia tenían una riqueza neta de 129.000 euros, por encima de lo que lo hacían hace dos décadas la gente de la misma edad —de 46 a 64 años en según la Encuesta financiera de las familias del Banco de Españaa 2002—.
A los jóvenes, por su parte, no les ha dado tiempo a acumular esa riqueza, por lo que la suya es de solo 10.500 euros —también dato de 2020—, lo que representa un retroceso de 24.700 euros cuando se compara lo que disfrutaba la población de su edad en 2002. Una confrontación que deja entrever a la perfección las distintas oportunidades que han vivido ambas generaciones.
Otros datos que sirven como muestra de la riqueza de esta generación es que mientras que el 80% correspondían a los activos reales, los financieros eran el 20% restante: planes de pensiones (valor medio de 11.000 euros), fondos de inversión (valor medio de 20.400 euros). En cuanto a la hipoteca, los jubilados 'boomers' tienen una de 55.000 euros de media.
Los 'baby boomers' y su nueva pensión
Los primeros 'baby boomers' comenzaron a recibir su pensión en España a los 65 años en 2023, una generación que nació entre 1958 y 1977 y a la que corresponden 14 millones de personas, 2,5 más que durante las dos décadas anteriores (1938-1957) y 4,5 más que en las dos siguientes (1978-1997). Una explosión de natalidad que se experimentó en el país doce años después que en otros de nuestro entorno.
Los nuevos jubilados vivieron en primera persona del milagro económico español y las dos grandes crisis económicas por las que ha pasado España, la de 1992 y la de 2008. Ahora pasan a la franja de edad a la que le corresponde cobrar una pensión, y todo hace indicar que el sistema no podrá sostenerse tal y como está durante mucho tiempo.
Las matemáticas no hacen más que indicarlo: el año pasado, 326.949 personas comenzaron a cobrar la pensión frente a 265.060 que causaron baja. Se trata de una diferencia del 23,4%, la máxima de la historia. Además, estas nuevas altas recibieron una jubilación de 1.453,14 euros al mes, un 19% más que la de las bajas, que se quedaba en 1.216,42 euros, lo que no hace más que aumentar esta partida de gasto.
En cuanto a su estado de salud, es muy superior al que disfrutaron las generaciones anteriores, con el 50% de los mayores de 60 considerándose a sí mismos bastante activos según un estudio de LLYC y Sondea. Así las cosas, la esperanza de vida para estos nuevos jubilados será de 19 años más a partir de los 65 para los hombres y de 23 para las mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El sistema no aguanta tantos jubilados
La Comisión Europea ha advertido a España de la obviedad: el país se enfrenta a un desequilibrio en el sistema de pensiones porque la base de la pirámide cada vez es más estrecha en comparación con la cúspide, en la que se encuentran los jubilados. Mientras tanto, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha limitado a poner los parches donde ha podido. De momento, la edad de jubilación se ha fijado en 2023 en los 65 años para los que hayan cotizado 37 años y 9 meses y en 66 años y 4 meses para aquellos que no tengan una vida laboral tan larga. Unos márgenes que se irán ampliando con el paso del tiempo.
En 2024, los jubilados de 65 años ya necesitan 38 o más años cotizados, mientras que los de 66 años y 6 meses no tienen por qué haber llegado a esa cotización. A partir de 2027, para retirarse con 65 se necesitan 38,5 años mientras que los que tengan menos tendrán que esperarse a los 67 para hacerlo. El Estado tendrá que financiar de momento este sistema de pensiones disparando la deuda pública, por lo que Bruselas ya ha dado un toque de atención.