La Guardia Civil ha llevado a cabo en los últimos días una nueva operación contra una célula yihadista de captación que actuaba en el interior de las prisiones, actualmente la principal preocupación de las fuerzas de seguridad dedicadas a este tipo de terrorismo. En el marco de la llamada operación Grafiti se han llevado a cabo tres detenciones. El grupo había recabado información sobre la compra de armas y lugares de especial interés turístico y aglomeración de personas en Marruecos, según informan a Vozpópuli fuentes de la investigación.
El nombre de la operación se debe a la aparición en marzo de 2018 de unas pintadas de exaltación terrorista en los muros de la cárcel de Botafuegos (Algeciras). Los agentes del Servicio de Información de la Guardia Civil en colaboración con Instituciones Penitenciarias comenzaron unas pesquisas que les llevaron hasta la ciudad de Melilla. Allí fue detenido un joven que responde a las iniciales de H.M.N. que había cumplido condena en esa cárcel andaluza.
Llamó la atención de los agentes el hecho de que su condena no tenía relación alguna con cuestiones yihadistas sino que era por tráfico de drogas y delitos de seguridad vial. A pesar de ello, en su casa hallaron cartas y otra documentación que acreditaba su radicalización. Los investigadores consideran que esa transformación la llevó a cabo en la cárcel donde coincidió con un líder radical llamado Kamal Mohamed Driss, el segundo detenido a pesar de estar ya en la cárcel. Esta persona fue arrestada en 2014 y condenada por la llamada operación Javer.
Él y su grupo captaban combatientes para enviarlos a cometer atentados, principalmente a la zona del Magreb o en países occidentales. Llegaron a un acuerdo con la Fiscalía de la Audiencia Nacional para rebajar sus condenas. La acusación la ejercía la actual fiscal general del Estado, Dolores Delgado, que inicialmente pedía para ellos penas de entre 10 y 12 años de prisión. Para llegar a ese acuerdo, tuvo en cuenta la confesión de los acusados así como la declaración de que sus actividades no tenían justificación.
Arrepentimiento en falso
Las fuentes de la investigación consultadas se sirven de este caso para negar la veracidad de los arrepentimientos de este tipo de perfiles. Los que han sido líderes en la captación en el exterior lo siguen siendo luego dentro de las prisiones con la autoridad añadida de que ya tienen una condena por estos hechos, apuntan. Llaman la atención de que el primer detenido no entró en prisión por motivos yihadistas, sino que se radicalizó dentro. La colaboración con Instituciones Penitenciarias es fluida, también el control de sus comunicaciones, pero lo que no se puede controlar, por ejemplo, es lo que hablan en el patio de la cárcel.
El tercer arresto ha tenido lugar este fin de semana en Guipúzcoa, concretamente en la localidad de Pasajes. Responde a las iniciales de M.A.K. y en su caso sí tenía antecedentes por terrorismo. En concreto fue condenado por la Audiencia Nacional por autoadoctrinamiento, pero el Tribunal Supremo rebajó después la sentencia dejándolo solo en una condena por enaltecimiento del terrorismo.
Según las fuentes consultadas se encontraba desde marzo de 2020 disfrutando de un tercer grado penitenciario controlado con una pulsera telemática. Tan solo podía moverse por la provincia de Guipúzcoa y la ciudad francesa de Hendaya. Aunque es español de origen marroquí, esa era su zona de movimiento porque su pareja reside en el País Vasco. Estas detenciones han estado coordinadas por la Audiencia Nacional, concretamente por los Juzgados de centrales de Instrucción número 6 y número 2.
Según fuentes del caso, los detenidos tenían varias aplicaciones de móvil que han activado las alertas de los investigadores. Una de ellas consistía en medir los aforos y afluencia de personas en lugares públicos. Además, uno de ellos tenía información sobre conducción de camiones y vehículos pesados a pesar de que no cuenta con carnet de conducir. Entre las búsquedas en Internet también habían recabado información sobre compra de armas. Pese a estos datos, las fuentes consultadas afirman que no pueden asegurar que tuviesen por el momento un objetivo definido o planes de actuación avanzados.
Los tres juntos llegaron a coincidir ocho meses en la cárcel de Botafuegos antes de que Instituciones Penitenciarias optase como hace habitualmente por trasladarles a otras prisiones precisamente como medida para prevenir contra este tipo de captaciones.