Iglesias, que ya controlaba el grupo parlamentario de Podemos, ha añadido ahora a sus competencias las propias de la secretaría de Organización del cesado Sergio Pascual, encargada de cohesionar las estructuras territoriales del partido, que llevan meses sumidas en batallas internas por el control del poder. La destitución de Pascual, un hombre de confianza de Íñigo Errejón, número dos de Podemos como secretario Político y portavoz parlamentario, es interpretado como una derrota de éste último frente al primero en clave organizativa. Se trata de una decisión personal de Iglesias, que ha emplazado al resto de miembros de la dirección al próximo Consejo Ciudadano Estatal, a celebrar a primeros de abril, para darles todo tipo de explicaciones sobre las razones que le han llevado a prescindir del hasta ahora número 3 del partido.
Desde hace una semana, las noticias sobre las divergencias internas copaban los medios de comunicación para enfado de Iglesias, que ha mantenido un riguroso silencio sobre el alcance de las mismas. Sólo Errejón salió el lunes al paso para acusar al PSOE, sin demasiada convicción, de estar detrás de los ataques.
Luis Alegre, secretario general de Madrid, dice que no piensa dimitir pese a la renuncia de diez miembros de su dirección por discrepancias internas
La dimisión de diez consejeros de la dirección de Podemos Madrid en plena “crisis informativa” y con duras críticas al secretario general en la capital, Luis Alegre, un hombre de la confianza de Iglesias, fue la gota que colmó el vaso y precipitó la destitución fulminante de Pascual con nocturnidad y una dura nota oficial que, más allá de agradecer protocolariamente los servicios prestados, le ponía al pie de los caballos por su ineficacia.
Luis Alegre, secretario general de Madrid, manifestó este miércoles en una comparecencia en la que solo aceptó cinco preguntas que no va a dimitir (“no me planteo nada que no sea seguir trabajando”, dijo) y atribuyó las diez dimisiones registradas y la del propio Pascual a “dificultades organizativas que no responden a ningún tipo de discrepancia política y que no interesan a los ciudadanos (…) Son problemas naturales en una organización que tiene dos años de vida, que ha crecido de manera muy rápida y que está compuesta por personas que no son profesionales de la política”.
La misma tarde en que Iglesias decidió fulminar a su número 3 había remitido una carta a los militantes del partido en el que reconocía el daño que habían causado las dimisiones en Madrid y anticipaba la petición de responsabilidades. También era especialmente duro con las disputas internas. “En Podemos no hay ni deberá haber corrientes ni facciones que compitan por el control de los aparatos y los recursos –escribía-; pues eso nos convertiría en aquello que hemos combatido siempre: un partido más. Debemos seguir siendo una marea de voces plurales, donde se discute y debate de todo, pero sabiendo que la organización y sus órganos son instrumentos para cambiar las cosas, no campos de batalla”.
Las crisis de Cataluña y Galicia.
A la crisis en Madrid se suman las de Cataluña y Galicia, donde la formación morada carece de dirección desde hace meses y están embarcadas en procesos internos de primarias no exentos de conflicto. En Cataluña porque está en debate la propia supervivencia del proyecto o su disolución en un partido de nueva formación auspiciado por Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y en Galicia porque el destituido secretario general, Breogán Riobóo, rechaza que la dirección estatal tenga facultades para removerlo de su puesto y ha presentado ya su candidatura para continuar al frente de la formación. Además, Riobóo pone en cuestión la renovación automática de la coalición En Marea para las autonómicas del próximo otoño y es partidario someterlo a la opinión de los militantes gallegos, una posibilidad que la dirección estatal rechaza. Así las cosas, ahora será el propio Iglesias quien se haga cargo de las disputas territoriales mientras se nombra un nuevo secretario de organización, que deberá ser alguien de su plena confianza.