La empresa más grande del País Vasco vive un momento paradójico y no exento de tensión. Mercedes-Benz, cuya planta en Vitoria genera hasta el 5% del PIB de la comunidad, está sumida en un severo conflicto laboral entre los sindicatos y los propietarios por la negociación del convenio y, justo al mismo tiempo, está a punto de impulsar una inversión multimillonaria. Se trata de una inyección de 1.200 millones de euros que incluye tanto el aumento de la producción como la ampliación de las instalaciones de la empresa alemana.
Los 5.000 empleados de la compañía en Vitoria viven una suerte de encrucijada. Porque la sensación que cunde entre muchos de ellos es que la huelga planteada por los sindicatos a cuenta de la citada negociación sobre el convenio deja en el aire que se cierre definitivamente esa inversión. Una inversión que incluiría asimismo que la planta vitoriana empiece a dedicarse a fabricar coches eléctricos.
Si el acuerdo se cierra, el impulso será enorme para esta empresa que genera hasta otros 30.000 puestos de trabajo indirectos. El problema para esta operación es que la multinacional plantea una serie de ventajas en el ámbito laboral que chocan con las demandas de los trabajadores. Así que el pulso entre la empresa y los trabajadores tiene en vilo al Gobierno vasco, claro, que ve peligrar una oportunidad que considera "estratégica" y hasta "histórica", según palabras de varios de sus portavoces.
Huelga versus Urkullu
Sin ir más lejos, este mismo miércoles, 6 de julio, se volverá a visualizar esta situación paradójica. Porque el lehendakari, Íñigo Urkullu, viaja a Alemania para reunirse con representantes de la empresa con el objetivo de cerrar el acuerdo. Y, al mismo tiempo, se celebrará otra jornada de huelga que se espera masiva, ya que está convocada por todas las centrales sindicales.
Además, algunos de los sindicatos han convocado otras dos jornadas de paros para esta misma semana. La multinacional contratacó citando a los representantes de los trabajadores a un encuentro que tendrá lugar este mismo martes. La tensión es alta entre las partes.
El acuerdo entre la empresa y los sindicatos parece lejano. Eso sí, las desavenencias entre las diferentes centrales parecen una grieta que Mercedes pueda aprovechar en la negociación
El Ejecutivo de Urkullu no para de lanzar mensajes para que haya un acuerdo por el convenio colectivo que facilite las cosas. Pero viendo las posiciones de unos y otros, ese pacto parece lejano. Entre otras cosas, la multinacional plantea que haya una sexta noche de producción a la semana, cosa que los sindicatos ni se plantean como posibilidad real.
En este contexto las desavenencias entre los diferentes sindicatos parecen una grieta que Mercedes pueda aprovechar en la negociación sobre el convenio. Porque dicha división es evidente. Algunos representantes de los trabajadores abogan por cerrar un acuerdo "viable" y someterlo a referéndum entre toda la plantilla. Otros prefieren, en cambio, plantear demandas de máximos y no están dispuestos a ceder un milímetro.
Para el Gobierno vasco el peor escenario posible es que, pase lo que pase con el convenio, Mercedes decida finalmente implementar la citada inversión en otras de sus localizaciones. Algo que en el Ejecutivo verían como "trágico" y que, sin duda, sería un jarro de agua fría también para los empleados.
Birmania
Los parásitos sindicales, que no saben lo que es trabajar y además están a cubierto gracias a la beneficencia pública, jugando con miles de puestos de trabajo. Y con la que se nos viene encima.