Adaptarse o morir. Con esa máxima en la cabeza, el PP del País Vasco mueve ficha. Alfonso Alonso anunciaba este lunes la convocatoria de una convención de los populares vascos que se celebrará en septiembre con el objetivo de definir "una personalidad propia con perfil propio". Eufemismos aparte, este movimiento pretende alejarse aún más de Pablo Casado, presentarse en Euskadi como una formación más autónoma de Génova y, de paso, marcar más distancias con Vox. Todo ello se resume, según las fuentes consultadas, por alumbrar "un proyecto de centro".
Este viaje al centro del PP vasco se veía venir. No es ningún secreto su distanciamiento con la estrategia de Casado, visualizado en unos cuantos roces con el líder del PP. Alonso, Iñaki Oyarzábal y sus más cercanos tienen un estilo distinto al que se dicta en la sede nacional del PP. El mejor ejemplo es, sin duda, Borja Sémper, candidato del PP a la alcaldía de San Sebastián.
Sémper abre otra vía
Él representa esa moderación en el partido, en la reciente campaña se distanció de su propia formación al quitar las siglas de su cartel electoral y, guste o no a sus correligionarios, lo cierto es que fue el único que aguantó en el desplome del PP en Euskadi. Y lo hizo con un discurso muy crítico hacia Vox, justo al contrario de lo que el PP nacional hizo durante meses.
Sémper resistió en una plaza nada sencilla como San Sebastián. Repitió los resultados de hace cuatro años (3 concejales) que, si bien no son espectaculares, están por encima de la media de sus compañeros. O, dicho de otro modo, el PP vasco está en caída libre y solo el político donostiarra al menos fue capaz de salvarse de la quema generalizada. Imitar su método es la apuesta de la dirección del PP vasco y ese giro es lo que se vislumbrará en la convención de septiembre, al decir de las fuentes consultadas por Vozpópuli.
Dos catástrofes son demasiadas
Adaptarse o morir. Porque los números obligan a ese cambio. En las elecciones generales el PP vasco cosechó un resultado desastroso. Mucho peor fueron las cosas en las municipales y forales, donde se confirmó la tendencia a la baja en toda la comunidad, incluida Álava, donde los populares fueron hegemónicos durante años.
Después del primer batacazo, Alonso y compañía ya recordaron a Casado que habían advertido de la estrategia errónea dictada en Génova. Pero tampoco declararon la guerra, a la espera de intentar salvar los muebles en las locales y forales. Nada más lejos de la realidad. Otro jarro de agua fría, con la excepción ya comentada de los resultados de Sémper en San Sebastián.
Si a estos malos resultados que obligan a hacer algo para frenar el hundimiento se suman los diversos choques entre el sorayista Alonso y la dirección nacional (por la reacción con los 'sangilistas', por la elaboración de las listas electorales, etc), el cóctel es peor que explosivo. Y el resultado cobra la extraa forma de una convención autónoma del PP vasco.
Viaje al centro
El propio Alonso anunciaba este lunes esta iniciativa que busca distanciarse de Casado. En la convención, convocada para el 13 y el 14 de septiembre precisamente en San Sebastián -no es casualidad el lugar elegido-, el PP vasco quiere definir "con claridad" su posición política y su proyecto para el País Vasco para que pueda ser visto "como útil y necesario" por los ciudadanos que no se sienten nacionalistas.
El líder de los populares vascos ya daba pistas al hablar de "centralidad" y al afirmar que el objetivo es actualizar su proyecto y "marcar una personalidad propia con un perfil propio" guiado por el foralismo y el constitucionalismo. La idea, comentan algunos de sus defensores, es ser "el PP de siempre", pero con una apariencia, un estilo, un discurso y un tono más amables, más moderados, más modernos, más centrados. Para otros, es una renuncia a las esencias sin ambages. Es el método Sémper. Adaptarse para no desaparecer.