Anagramas del hacha y la serpiente. Dianas en las que se colocan a políticos como Juan Mari Atutxa o a cuerpos policiales como la Ertzaintza o la Guardia Civil. Retratos de periodistas "opresores" como José María Calleja. Textos que rezan "ya no me callo, gora ETA militarra". Imágenes de etarras con diferentes armas o de ejemplos de kale borroka... Esas y otras estampas que incitan a la violencia pueden verse en la exposición Pegatinas del odio que acaba de inaugurar el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo sito en Vitoria.
Todas esas pegatinas que fomentan la violencia (y que retratan lo que pasó durante décadas) fueron recogidas por Fernando Iñigo Aristu (Vitoria, 1960), comisario de la exposición y cuya colección está formada por un fondo de más de 60.000 piezas almacenadas durante 47 años. Este hombre, licenciado en Historia pero dedicado a la contabilidad, fue recopilando los adhesivos en las calles del País Vasco, pero también en viajes a Madrid o Francia. Para conseguir el material, no dudo en infiltrarse en diversos grupos violentos.
Por ejemplo, el comisario de la exposición explicó durante la inauguración que se desplazaba a Hernani y Tolosa, ambas localidades guipuzcoanas donde abunda la simpatía por la izquierda abertzale, para conseguir muchas de las piezas que homenajean o defienden a ETA. Asimismo, contó que en Madrid visitaba la imprenta de un tal "Ibáñez" que se dedicaba a realizar "todas las pegatinas" imaginables de la extrema derecha.
En la muestra, como ya se ha dicho, tienen un especial protagonismo la banda terrorista vasca y sus organizaciones afines, como Herri Batasuna, Jarrai o Segi, cuyas muestras de apología de ETA copan la mayoría de los 18 paneles temáticos que pueden verse en el Memorial desde este miércoles y hasta el próximo 17 de julio. Tal y como explican desde la institución, la parte de la exposición dedicada al terrorismo vasco permite mostrar una pequeña historia de ETA y su entorno, desde la Transición a la actualidad. Abundan los mensajes en los que estos grupos señalan a sus objetivos.
El coleccionista, que ha realizado otras exposiciones de diferentes temas, ha rebuscado esta vez en su amplísimo archivo guiándose con la máxima de escoger las pegatinas que defendieran la violencia o incitasen a ella "con independencia de la ideología". Además del ingente material dedicado a ETA y sus afines, en la exposición pueden verse piezas de otras organizaciones similares a ETA que actuaron en Galicia y Cataluña. No faltan las pegatinas de bandas anarquistas y de extrema izquierda, como los GRAPO y el FRAP. Asimismo, hay un grupo de adhesivos de grupos ultraderechistas violentos, sean neofascistas, neonazis o franquistas.
A este respecto, el historiador Raúl López Romo, responsable de las exposiciones del Memorial, destacaba este miércoles que en este lugar aborda "todos los terrorismos", ya que "todas las víctimas de todos los terrorismos son iguales". Eso sí, la mirada a los diferentes grupos violentos se hace teniendo en cuenta "su proporción". Un mensaje que parece destinado a Bildu, única formación que exhibe a menudo su absoluto desacuerdo con la existencia del centro.
30.000 visitas en un año
Precisamente López Romo recordó durante la inauguración que el Memorial acaba de cumplir un año abierto. En este tiempo han pasado por sus salas 30.000 visitantes, incluidas 30 visitas de colegios (la mayoría del País Vasco y Navarra), y se han impartido formaciones a 300 profesores de Secundaria acerca de la forma de contar el terrorismo a los alumnos. Asimismo, esta institución ha alumbrado unas unidades didácticas que están colgadas en su web, a disposición de todo aquel profesor que quiera hablar de esto a sus alumnos. Presentaciones de libros, proyecciones de documentales o jornadas temáticas, entre otras actividades, conforman el bagaje del centro.
A modo de balance, el historiador destacó que el Memorial ha contribuido "a la deslegitimación del terrorismo, a desmitificar los tópicos que todavía existen en el espacio público y a la conversación pública para que se hable más de este tema". Pero, eso sí, "quedan muchas cosas por hacer".
