El papa Francisco recibirá este próximo sábado a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en el Vaticano. La política gallega, ministra de Trabajo en el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos, se reunirá con el pontífice para abordar “retos comunes”, como la crisis sanitaria derivada del coronavirus o la desigualdad, según confirman a Vozpópuli fuentes cercanas a la vicepresidenta.
Díaz está inmersa en un proceso de escucha para encabezar una plataforma política con la que competir electoralmente en los próximos comicios generales. La vicepresidenta segunda quiere trascender partidos y siglas y apelar a una masa de votantes lo suficientemente transversal como para hablar de tú a tú al PSOE de Pedro Sánchez.
El encuentro entre Francisco y Yolanda Díaz, que arrancará a las 11.00, es todo un gesto político de grandes connotaciones. Primero, porque el pontífice que acaba de aterrizar en Roma tras un viaje a Grecia, no tiene por costumbre entrevistarse con muchos políticos, salvo las excepciones que hace entre los jefes de Estado. Es más, el propio Pablo Iglesias trató en alguna ocasión una vista en el Vaticano sin éxito. Francisco, no obstante, sí recibió a Pedro Sánchez y a su esposa en octubre de 2020.
Dejar de dar miedo
Y, segundo, porque esa imagen de Díaz, despreciada por ser comunista, junto al papa le servirá para dejar de dar miedo a una parte de españoles entre los que el catolicismo es un referente moral. Se trata de levantar simpatías en quien no te votaría, a priori, nunca. Además, Francisco es un pontífice simpático para la izquierda que se ha mostrado en varias ocasiones muy cercano a sus postulados de igualdad.
Muestra de esa sintonía del papa con la izquierda son los ataques que recibe de algunos dirigentes políticos conservadores. Sin ir más lejos, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, lanzó un recado a Francisco, cuando dijo que le sorprendía que “un católico que habla español” reflexionara sobre los “pecados" de la Iglesia durante la conquista española de América.
La también titular de Trabajo no da puntada sin hilo. Este mismo lunes, en el día de la Constitución, fue la gran ausente del Gobierno. La vicepresidenta está intentando mostrar su coherencia a la opinión pública. Y es que tras decir que no quería ser presidenta en una entrevista, Díaz se marchó a Bruselas para trabajar en la legislación laboral comunitaria su obsesión y su carta de presentación.
Es decir, se alejó de la liturgia que rodea el aniversario de la Constitución para centrarse en un proyecto estrella: la reforma laboral. Precisamente ese nuevo andamiaje legislativo, que estará listo antes de que acabe el año, será el pistoletazo de salida para Díaz. A partir de Navidad, la vicepresidenta segunda saldrá a la carretera a recorrer España para atraer talento a su futura plataforma. ¿Objetivo? Construir país.