Las dudas perforan los nervios de los altos dirigentes del PP. Un suspense casi eterno alimenta la tensión. Rajoy no va a cambiar su ritmo ni su calendario por más que sufra el equilibrio emocional de sus lugartenientes, que esperan ansiosos el momento de ser confirmados como candidatos a las autonómicas.
Este fin de semana, en la reunión de La Granja que congregó a ministros, barones y asimilados, la conversación predominante en los corrillos versaba sobre las listas electorales y sus entresijos. Algunos aspirantes no disimulaban su descontento con la estrategia del secretismo impuesto desde la dirección. Se acercaban, por ejemplo, a Esperanza Aguirre, presidenta del PP madrileño, por ver si se le había dicho algo. Es decir, si 'el dedo divino' había emitido alguna señal. Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, era otro de los más interrogados. González ha sido de los pocos barones que ha reclamado en público mayor celeridad en el cierre de las listas. Muchos son de su opinión pero no lo manifiestan. La cena navideña del PP madrileño celebrada este lunes en Alcobendas fue otro escenario para el acertijo y la cábala.
Algunos aspirantes no disimulan su descontento con la estrategia del secretismo impuesto desde la dirección
Arriola y Aguirre, choque público
Desde Génova se ha dejado bien claro que no se comunicarán oficialmente las listas hasta que se reúna el comité electoral, aún sin fecha. Pero Rajoy ya mencionó que este asunto no se desvelerá hasta finales de enero, quizás en vísperas de la celebración de la Convención Nacional del partido. Hay presidentes de comunidades que no muestran ni rastro de inquietud porque está bien clara su candidatura. Pero en otras, como Madrid o Valencia, todo está muy abierto. Quizás demasiado.
Las encuestas se suceden y se tiene la sensación que, al final, todo dependerá del sortilegio demoscópico de Pedro Arriola, enemigo manifiesto de alguno de los aspirantes, como es el caso de Esperanza Aguirre. La presidenta del PP de Madrid da por hecho que la 'cocina' de Arriola siempre actuará en su contra. Y sabido es que en estos menesteres, Rajoy se fía mucho de las encuestas de su gurú sociológico, aunque no acierte. Más que una tradición, Arriola es para el presidente del PP una superstición.
Alberto Fabra es la primera víctima de esta estrategia del suspense de Rajoy. El presidente de la Generalitat valenciana reunió a sus líderes provinciales para que le apoyaran en sus aspiraciones a ser designado candidato. Una enorme torpeza. Sus supuestos colaboradores optaron por no seguirle el juego y Fabra se ha quedado colgado de la brocha. Semejante maniobra, prematura, acelerada y nada habitual en el partido, no entusiasmó precisamente en Génova. Este mismo lunes, Carlos Floriano, que ejercía de portavoz, evitó mencionar su nombre al ser preguntado sobre la cuestión. Fabra nunca ha aparecido bien tratado en los sondeos pese a que en su última excursión a Madrid, para hablar con los dirigentes del partido, mostró algunos trabajos de campo en los que aparecía en franca recuperación. Pero no es un político de fuste, carece de personalidad, no ofrece tirón mediático y se muestra permanente dubitativo. Además, está rodeado de un equipo de colaboradores entre flojo o polémico.
Quinielas y otras opciones
Tras este episodio, se da por hecho que Fabra está ya amortizado, de acuerdo con fuentes del PP regional. Su gestión en la comunidad con la clase política más contaminada y corrupta no ha resultado eficaz. Este lunes fue procesada casi una veintena de miembros del partido por el escándalo de la Gürtel. En Génova ya han perdido la paciencia. Isabel Bonig, actual consejera de Infraestructuras, tiene muchas opciones de ser la candidata. También el ministro de Exteriores, García-Margallo se ha movido en esta línea y hasta ha dejado deslizar su nombre. Su vinculación con Alicante es muy especial.
Los barones quieren que, aunque no en forma oficial, al menos se les sugiera si se cuenta con ellos para la pugna autonómica. Necesitan montar sus estrategias y sus equipos, según comentan, desnortados y estresados. La irrupción de Podemos ha hecho variar en forma notable el panorama político. De ahí los nervios. En unas municipales o autonómicas, el nombrre del candidato es importante, mencionan los atribulados aspirantes. La direción del partido piensa que lo importante son las siglas, que es lo que realmente se pone en juego. La marca PP es la que compite, argumentan. María Dolores de Cospedal insistió este lunes en esta idea al ser preguntada sobre si Aguirre será candidata a la alcaldía de Madrid. La estrategia del suspense va a seguir su camino, salvo sorpresas.