España

Sánchez logra la investidura pero ata la supervivencia de su Gobierno al chantaje de Puigdemont, Junqueras y Otegi

El candidato socialista vuelve a ser investido con 179 votos a favor y 171 en contra gracias a una ley de amnistía a la medida de los independentistas del procés

  • Pedro Sánchez, investido presidente este jueves, en el Congreso. -

La carrera política de Pedro Sánchez tiene más vidas que un gato. El candidato socialista ha sido investido de nuevo presidente del Gobierno este jueves en el Congreso con 179 votos a favor -tres por encima de la mayoría absoluta- y 171 en contra. Pero el presidente sabe que lo es por obra y gracia del independentismo que anhela dividir España.

Su próximo gabinete de coalición con Sumar, del que previsiblemente se conocerán las caras este fin de semana, estará sometido al chantaje permanente de Oriol Junqueras (ERC), Arnaldo Otegi (Bildu) y Carles Puigdemont (Junts). El expresidente catalán se reserva, de hecho, un papel protagonista puesto que él es el nuevo aliado socialista de la XV Legislatura. Y quien tendrá la llave de la gobernabilidad del país durante los próximos cuatro años.

Sánchez no ha llegado hasta aquí sin pasar por caja. El secretario general del Partido Socialista Obrero Español ha decidido amnistiar a 309 independentistas y 73 policías que incurrieron en delitos relacionados con el procés, como la consulta del 9-N y el referéndum ilegal del 1-O, para revalidar La Moncloa. Él mismo reconoce de manera implícita que no lo hace con gusto, pero debe "hacer de la necesidad virtud", el eslogan con el que justifica la primera amnistía del periodo constitucional vigente.

Un "muro" a la "derecha retrógrada"

El líder socialista considera que es preferible tensionar las costuras del país, así como de las altas instituciones del Estado por un bien mayor para él: levantar un "muro" a la mitad de España que no piensa comulga con el PSOE, la que encarna la "derecha retrógrada" de PP y Vox y que aglutina casi la mitad de los diputados de la Cámara Baja. Y todo con una medida polémica y criticada incluso por históricos socialistas como Felipe González y Alfonso Guerra.

El presidente reviste la amnistía con un traje de necesidad para que cale entre los progresistas. Su partido, entregado a la causa personal del líder, sostiene que registró este lunes la ley "por España" y "en interés general de España". Pero hasta ahora solo se ha escuchado de forma masiva el grito de la gran mayoría de españoles que no están de acuerdo con la medida de gracia y que el pasado domingo abarrotaron las calles del país (dos millones según el PP y medio millón según el Gobierno) para decirle muy claro a Sánchez que no comparten su decisión porque la consideran una traición a quienes en los días más álgidos del procés defendieron el orden constitucional.

El presidente es consciente de que la amnistía ha crispado la calle. Muestra de ello es el acoso que las casas del pueblo del PSOE, incluida su sede federal en Madrid, llevan sufriendo varias jornadas consecutivas. Este mismo jueves, varios diputados socialistas (Herminio Sancho, María Luisa García Gurruchaga, Daniel Senderos y Vicent Sarrià) salieron del perímetro de seguridad del Congreso para tomar un café y fueron reconocidos, insultados y agredidos con huevos. Uno de ellos impactó en la cabeza del diputado por Teruel que se hizo conocido por confundirse en la investidura de Feijóo y votar a favor del líder del PP.

Una legislatura imposible

Lo cierto es que la legislatura que se le abre a Sánchez va a ser imposible. La reacción de Junts al discurso de investidura del presidente lo evidenció este miércoles. La derecha independentista catalana amenazó al presidente con no votarle si no se toma en serio el acuerdo que firmaron en Bélgica y si no replica el relato del procés que el PSOE firmó con Junts. Nogueras amenazó a los socialistas con que no tienten a la suerte. Pero esa no será la única tensión que soporte Sánchez, porque Podemos también está dispuesto a hacer ruido.

Los morados, integrados por ahora en Sumar, han decidido ir por libre en el Congreso ante la constatación, cada vez más palmaria, de que no lograrán ningún ministerio. Los morados miran a la izquierda independentista para tejer una alianza alternativa que les permita escabullirse del rodillo de Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda del Gobierno será de nuevo la compañera de viaje de Sánchez. Ambos sellan un matrimonio de conveniencia con la ilusión de robarse votos. Pero con la seguridad de solo juntos podrán repartirse el poder y permanecer en él.

El PSOE asegura que los acuerdos de investidura conllevan también el compromiso de apoyar los próximos presupuestos generales; la ley más importante de todo Ejecutivo y expresión en papel de la política de un gobierno. Fuentes gubernamentales explican a este diario que "están avanzados". Sin cuentas no hay acción de gobierno. Aunque por la cabeza de algunos socialistas ya está la posibilidad de prorrogar al menos unas cuentas en caso de que Junts decid tumbar al Ejecutivo. Por delante, Sánchez aún debe afrontar varios acontecimientos que le pueden desestabilizar: desde la sentencia del Constitucional sobre la amnistía, hasta la vuelta de Puigdemont, así como la pelea entre ERC y Junts. Las elecciones catalanas lo macarán todo. Y el PSOE sabe que tendrá que hacer un difícil juego de equilibrios para contentar a unos y a otros para que el tsunami de la política catalana no le arrase.

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