Hace tres semanas estaban en caída libre y ahora se preparan para darle el ‘sorpasso’ al PSOE. E incluso para algo más. En la sala de máquinas de la sede del Partido Popular no aciertan a comprender qué está pasando. La “fusión por absorción” de Izquierda Unida no justifica esta espectacular escalada demoscópica del bloque de la izquierda extrema. Una remontada inusual: demasiado rápida, demasiado vertical. Quizás también, efímera.
Las últimas encuestas de precampaña avanzan unos resultados sorprendentes, comentan estas fuentes. Podemos e IU, es decir, la coalición Unidos Podemos, se sitúa incluso en cabeza ya que recoge entre un 35 y un 40 por ciento en la intención directa de voto, un dato estruendoso aunque sumamente relativo. A la hora de la verdad, y una vez que el resultado del sondeo pasa por la 'cocina', las cifras se templan y ofrecen un cuadro diferente, siempre con victoria del PP.
El dato persistente es el del segundo puesto para Podemos, además en permanente crecimiento. El último barómetro del CIS antes de las europeas del 2014 arrojaba un 14 por ciento de voto directo al PP (consiguió finalmente un 24) en tanto que Podemos tan sólo recibía el 0’8 (y logró el 8,1). Esta horquilla entre el 35 y el 40 por ciento del partido de Iglesias que manejan ahora en el PP se quedaría en la mitad, una vez pasada por el tamiz de los instrumentos de corrección. La tendencia, no obstante, es de crecimiento de la fuerza de izquierda radical así como un estruendoso declinar del PSOE.
Abstención, un factor decisivo
La volatilidad del voto, no obstante, se detecta en forma más acusada que en la anterior campaña electoral, comentan en el PP, que subrayan que finalmente que al final habrá más movimiento de escaños que de votos. Entre doce y quince diputados pueden cambiar de color, lo que propiciaría un vuelco en el resultado de los comicios y, sobre todo, abriría la puerta a la posibilidad de alcanzar pactos y acuerdos para desbloquear la actual situación. La abstención, que ahora anuncian en torno a cinco puntos por encima de la registrada en diciembre, sería también elemento determinante.
Una victoria neta de Podemos-IU resulta impensable, comentan estas fuentes, ya que esta coalición no logra llegar al voto rural ni al segmento de población de mayor de edad, que se inclina mayoritariamente por las formaciones que conforman el tradicional bipartidismo. La incorporación del bloque comunista a Podemos aporta, sin embargo, una clara posibilidad de arañarle escaños al PSOE en circunscripciones donde el baile de un número muy reducido de votos, ley d'Hondt mediante, puede decidir un diputado.
Al menos siete provincias pueden experimentar esta fuga de escaños socialistas en beneficio de Unidos Podemos: Tenerife, Barcelona, Madrid, Badajoz, Baleares, Murcia y Sevilla, de acuerdo con los mensionados sondeos. Estas evaluaciones, insisten los expertos, son prematuras ya que todavía la pareja Iglesias y Garzón no ha empezado a funcionar como tal en precampaña. Los primeros síntomas no aparecen muy positivos, tanto por las turbulencias ocurridas en la elaboración de las listas, como por el propio encaje de los mecanismos en ambas formaciones. Ni siquiera el logo electoral incluye el nombre oficial, “Unidos Podemos”, lo que evidencia la debilidad de una marca que acaba de improvisarse. Se han incluido los nombres de los tres partidos que foirman la coalición, Podemos, IU y Equo, con una apariencia gráfica espesa y gris.