El 15-M se acerca a su decimosegundo aniversario de vida con más sombras que luces. Apenas queda algún vestigio de aquella revolución ciudadana que pretendió dar un giro de 180 grados a la política española. Si bien es cierto que acudieron en masa jóvenes e indignados de todas las ideologías, el peso lo llevó, la izquierda anticapitalista y abiertamente republicana que acabó creando Podemos.
Personas como Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Teresa Rodríguez, Miguel Urbán o Sergio Pascual, entre otros, pusieron la primera piedra de un proyecto que daría el salto al foco nacional con la consecución de un escaño en el Parlamento Europeo en las elecciones de 2014, meses después de su fundación. Aquel partido, tan desconocido para muchos, fue ganando peso en la política nacional, logrando hitos tan importantes como la alcaldía de Madrid. El culmen sería, sin duda, la formación de un Gobierno de coalición junto al PSOE el 30 de diciembre de 2019.
Diez años de promesas, logros y una 'guerra' abierta y clara contra el bipartidismo, la Transición, la casta y la vieja forma de hacer política. Un mantra que Pablo Iglesias, único e indiscutible líder del partido, repetía una y otra vez en los medios de comunicación. Podemos era, y lo es hoy en día, la formación de Iglesias, fundador y patriarca de la izquierda, que vino a cambiarlo todo y no quiso cambiar nada.
Sin embargo, detrás de aquella fachada de organización transparente, democrática e imperecedera se escondía una línea única de pensamiento, purgas a discreción y señalamientos públicos. Una década donde solo dos personas, el propio Turrión y Juan Carlos Monedero, hilandero en la sombra, han sobrevivido a una constante limpieza política impulsada por ellos mismos.
Podemos, un partido de purgas
La idiosincrasia de la política es conocida por los ciudadanos, pero siempre sorprende ver cómo cambia todo en tan corto espacio de tiempo. Podemos estableció asambleas ciudadanas de participación, donde el vulgo creía tomar decisiones que en otras formaciones parecía imposible. Pasaron los años, llegó el poder a los morados y sus cabecillas se han acabado comportado igual.
Las purgas sistemáticas han sido una de las acciones más llevadas a cabo en Podemos. La primera gran caída en combate fue Carolina Bescansa. La gallega fue, junto a Iglesias y Monedero, las tres personas que registraron Podemos como partido político. Empezó a discrepar de la línea llevada a cabo en Cataluña, región en la que consideraba que estaban coqueteando con el independentismo más radical. Acabó dejando Podemos en febrero de 2017 hastiada del rumbo impuesto por Iglesias. El jurista Carlos Jiménez Villarejo también abandonó el partido en 2016 tras el no a Pedro Sánchez.
El traidor Errejón
Al margen de las decenas de cargos depuestos por Iglesias y su núcleo duro, la gran quiebra de Podemos llegó en febrero de 2017 con motivo de Vistalegre II. Íñigo Errejón acudió a la cita con la firme convención de suceder a Iglesias en el liderazgo del partido. Su optimismo quedó absolutamente abatido cuando Iglesias arrasó en la asamblea, renovando su poder y señalando a Errejón como un agitador que solo quería acumular influencia para sí, sin preocuparse en absoluto por sus votantes.
La cúpula del partido le permitió llevarse consigo a varios compañeros, lo que culminó en el gran éxodo de la formación en sus diez años de vida. Junto a Errejón, hicieron la maleta Rita Maestre, Clara Serra, Sergio Pascual, Lorena Ruiz-Huerta, Tania Sánchez, Eduardo Fernández Rubiño y Manuela Carmena. Aquel grupo de repudiados formó Más Madrid, una marca blanca de Podemos que, sin embargo, acabó finiquitando la influencia de los morados en la Comunidad de Madrid por completo. Ni el regreso a la desesperada de Iglesias para las autonómicas del 2021 permitió a Podemos remontar un poco la enorme distancia que existía con el partido de Errejón.
La salida de Errejón inundó de tinta los medios, pero a nivel autonómico la sangría fue también tremebunda. De Kichi y Teresa Rodríguez en Andalucía, pasando por Albano Dante Fachín en Cataluña. Todos ellos han salido espantados de la tiranía sistemática de Iglesias, que ha ido apartando y señalando en sus círculos de poder a aquellos que consideraba inservibles o desleales. No le aguantaron el pulso ni soldados fieles como Ramón Espinar, Bustinduy o Domènech, que enfilaron la salida hace unos años.
Al margen de las purgas, Podemos acumula un buen número de sinsentidos políticos y contradicciones morales. Más allá de la casta o no, han llegado a hacer referéndums entre sus bases para ver si la compra de la casa de Iglesias y Montero les parecía bien. Entre otras lindezas, por ejemplo, a Tania Sánchez la colocaron detrás de una columna en el Congreso cuando perdió afinidad política con Iglesias, e incluso llegaron a poner a una condenada por asesinato como Pilar Baeza, de candidata a la Alcaldía en Ávila.
El eterno retorno de Iglesias con aquel icónico cartel de VuELve, el cambio de nombre a Unidas Podemos para rascar votos femeninos... Un sinfín de acciones que hicieron perder el rumbo a un partido que quería tomar el cielo por asalto y terminó formando Gobierno, pero sin aportar a la vida de los españoles más ruido que trascendencia.
viejaguardia
No son becarios, son profesores de la Universidad Central y por lo tanto tienen oficio. El problema es que tienen que competir con Yolanda Díaz y Errejón que aspiran a vivir de la política por que no tienen oficio conocido
Aquiles
NO se calienten la cabeza del Porqué ....el Macho Alfa queria colocar a su Churri de nº2 y Ministrina de Igual.dá...para pagar el casoplón !!!
Urenga
La verdad es que si me dieran a elegir entre La Rata y Antonio el Felón, no sabría por cual de ellos optar.
Leonidas
Esta basura de partido demuestra la ignorancia general del pueblo español. Que unos becarios de la putrefacta universidad hayan llegado tan lejos es un sinónimo de decadencia tremenda, y aliñado con gente sin oficio ni beneficio y socios de otra pléyade de corruptos, así nos va a ir