La Policía Nacional ya ha resuelto uno de los enigmas de la operación Altepa que se saldó la semana pasada con la detención en Almería de tres presuntos yihadistas, entre ellos uno de los más buscados del mundo. Pero faltaba por identificar a uno de los integrantes del grupo. Según informan a Vozpópuli fuentes de la lucha antiterrorista, ha resultado ser un joven veinteañero nacido en Argelia al que también se ubica recientemente en Turquía, zona de paso habitual de los terroristas retornados de zonas en conflicto,
El cabecilla del grupo es el egipcio británico Abdel Majed Abdel Bary, vinculado a Estado Islámico. Junto a él iba Abdeizerrak Seddiki, dedicado a labores logísticas. Para dar con la identidad del tercero, la Comisaría General de Información necesitó compartir las huellas del detenido con los servicios de información internacionales. En este caso se hace vía Interpol y Europol. La participación de Argelia ha resultado clave. Fuentes conocedoras de las pesquisas precisan que el sospechoso es Kossaila Chollouah, original de Boumedes, una localidad situada al norte del país magrebí, a orillas del Mediterráneo.
Este tercer detenido ya se encuentra en la cárcel madrileña de Soto del Real, según fuentes penitenciarias. Tras pasar por la Audiencia Nacional, la magistrada María Tardón decretó el ingreso en prisión del grupo por un presunto delito de integración en organización terrorista. Los tres están en régimen de aislamiento el mismo penal de Soto del Real, aunque previsiblemente acabarán dispersados en diferentes prisiones, política habitual con miembros de grupos terroristas y de crimen organizado.
Corpulento y experto en artes marciales
Ninguno de ellos accedió a declarar ni ante los agentes policiales ni ante la juez. Si acaso algún comentario escaso en los traslados o las esperas. De ese modo supieron que el tercer yihadista practica artes marciales. Las fuentes consultadas advierten de su corpulencia. Hablan de un joven veinteañero muy musculado. Pero en el piso de Almería en el que fueron descubiertos no había ningún documento que permita salir de dudas. Solo tenían un pasaporte de un país de la Unión Europea.
Pese al hermetismo del grupo, los investigadores consideran que tenían un reparto de tareas definido. Abdel Bary, de 29 años, es el más conocido y con más pedigrí terrorista. Ejercía de cabecilla. El segundo detenido Seddiki, de 28 años, es argelino. Es el único que habla algo de español y fue el encargado de alquilar el apartamento en Almería. Se investiga si ya había estado antes en España, aunque no descartan que pudiese haberlo aprendido en Argelia. Su escondite es el típico piso turístico de la zona donde no hace falta dar muchas explicaciones al arrendador. El tercer miembro del grupo cumplía la función de protector del jefe, un guardaespaldas.
Apenas llevaban unos días en Almería cuando se produjo la operación. La Comisaría General de Información analiza ya toda la documentación incautada para saber cuáles eran sus planes. No tenían armas, ni precursores. Ningún elemento que permita a priori deducir que tuviesen intención de llevar alguna acción a corto plazo. Pero dejaron pagado un mes por adelantado. Pese a su situación de clandestinidad, no tenían problemas económicos, indican las mismas fuentes. Contaban con tarjetas de crédito y se financiaban con operaciones opacas en el extranjero. Los tres ejercieron su derecho de hacer una llamada tras su detención.
Lazos con grupos terroristas
Tenían varios teléfonos móviles en su poder. Esa está siendo la principal fuente de información de los expertos antiterroristas y el equipo de traductores de la Policía. Las fuentes consultadas informan de que los primeros análisis han aportado información valiosa para sus pesquisas. Lo más urgente en este tipo de investigaciones es detectar lazos con grupos terroristas. Al menos Abdel Bary se enroló en 2013 en Estado Islámico dejando atrás su carrera de rapero en Reino Unido.
Las autoridades británicas no le han reclamado porque ya no es ciudadano de Reino Unido. Ese país aplica la política de retirar la nacionalidad a aquellos nacionalizados cuando se detecta su adhesión a grupos yihadistas, explican las fuentes consultadas. Por Internet circulan imágenes suyas de alto contenido violento en zonas de conflicto. Se le llegó a confundir con el conocido terrorista británico Jihadi John, vinculado a asesinatos tan conocidos como el del periodista británico James Foley.
Abdel Majed Abdel Bary, hijo de otro terrorista islamista, había cambiado mucho su aspecto. Había engordado muchos kilos. Para su identificación fueron claves sus orejas de soplillo, admite un mando policial al cabo del operativo. Ninguno de ellos opuso resistencia. “Cuando eres un terrorista asumes que el arresto siempre es una posibilidad”, dicen las mismas fuentes.
Pasaron por Turquía
Sobre cuándo y cómo se conocieron los tres tampoco hay mucha información. Tan solo se tiene la pista de que los tres estuvieron hace meses en Turquía, una vía de retorno habitual para los yihadistas que huyen de zonas de conflicto como Siria o Irak. Desde hace años han sido una preocupación de las fuerzas de seguridad. Temen el regreso de los miles de terroristas europeos más radicalizados y con formación para perpetrar ataques. Para esta operación en Almería, la Policía Nacional contó con la colaboración del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
El nombre de Abdel Bary no era nuevo para las fuerzas de seguridad española. La Guardia Civil ya le investigó por su presunta relación con una joven de Huelva que quería desplazarse a Siria para casarse con él. Habían contactado a través de Internet. Fue detenida en octubre de 2015 ya en el aeropuerto de Barajas. Antes le había robado el pasaporte a un amigo suyo presuntamente para que lo usase su prometido. Tras pasar diez meses en prisión preventiva, la chica fue condenada a dos años de prisión en 2018. No tuvo que ingresar en la cárcel al no contar con otros antecedentes.
La joven española declaró que el terrorista había desertado en 2015 del grupo terrorista Estado Islámico, había huido a Turquía y trataba de regresar a la Unión Europea. En 2015 huyó tras una ofensiva de la coalición internacional contra Estado Islámico. “Más que desertar, hizo lo que pudo”, aclara una fuente policial. Por el momento, los investigadores no han contactado con la joven. Antes prefieren confirmar que realmente se trate de la misma persona que la captó en su día mediante las redes sociales.