El sector anticapitalista de Podemos ha avisado este viernes a su partido de que su objetivo ahora, tras la caída del PP y la llegada del PSOE a La Moncloa, no debe ser "mendigar insistentemente" entrar en el Ejecutivo de Pedro Sánchez sino aprovechar la "debilidad" de ese nuevo Gobierno para emprender desde la oposición una "ofensiva" para "recuperar y conquistar derechos".
Así lo pone de manifiesto el sector más a la izquierda de Podemos en un comunicado titulado 'Ante la investidura de Pedro Sánchez: desmontar el legado de Rajoy, avanzar en derechos desde el conflicto', que supone el último cuestionamiento de los anticapitalistas a la dirección de Pablo Iglesias, tras meses de duros desencuentros.
En su texto, los anticapitalistas confiesan que no tienen "ninguna confianza en un PSOE incapaz de salirse de los dictados de los poderes financieros ni de los límites constitucionales". "Sin ninguna ilusión en una izquierda que cree que desde el Estado puede 'ajustar' algunos fallos del sistema (corrupción, desigualdad, crisis territorial)", añaden.
"Gobierno débil" del PSOE, "el mejor escenario"
"Lo que se abre ahora es un nuevo tiempo político con diferentes posibilidades de desarrollo pero que presenta un panorama interesante: y es que un Gobierno débil es siempre el mejor escenario para una ofensiva social destinada a recuperar y conquistar derechos", defienden.
La corriente liderada por el portavoz de Podemos en Europa, Miguel Urbán, y la líder en Andalucía, Teresa Rodrígez, avisa es su texto de que "el rol de la izquierda parlamentaria representada por Unidos Podemos y las confluencias debería ser apostar por una estrategia constituyente y de construcción de una alternativa política".
Y a continuación, alertan de un "doble riesgo" a evitar: "Por un lado, evitar caer en la táctica de convertirse en mero sostén parlamentario y subalterno del PSOE frente al 'miedo a la derecha'; y por otro lado, mendigar insistentemente la entrada en un gobierno junto al PSOE que significaría la cooptación del 'bloque del cambio' como fuerza política".
"No perder el horizonte antagonista e impugnador"
"De lo que se trata, por tanto, es de no perder el horizonte antagonista e impugnador frente al conjunto del régimen y sus partidos, presionar fuertemente (en las instituciones y en la calle) a un gobierno débil a nivel numérico y débil a nivel de proyecto", insisten.
Además, señalan que otro de los objetivos debe ser "tratar de debilitar al máximo" al que consideran su "adversario más peligroso en la actualidad: Ciudadanos". "Para ello, la mejor forma de hacerlo es exigir la inmediata desmantelación de los aspectos más lesivos del proyecto del Partido Popular", apunta.
Entre otras cosas, enumeran como tareas principales las de "derogar la Reforma Laboral, la Ley Mordaza, la LOMCE, acabar con la política de excepción en Catalunya, aplicar dotación presupuestaria a la Ley de Dependencia, aplicar con urgencia las demandas feministas o respetar la memoria histórica antifranquista".
"Son todas ellas cuestiones inaplazables y que se deben abordar sin excusas para que echar a Rajoy signifique también echar a sus políticas. Porque, más allá de la satisfacción momentánea por la derrota del Gobierno Rajoy, solo desde el conflicto y la confrontación podremos avanzar en derechos y en avances democráticos reales", avisan.
PSOE, "el fiel servidor del régimen"
En esta misma línea se han expresado los principales referentes anticapitalistas tras triunfar la moción de censura. "Tenemos que permanecer alertas ante un posible Gobierno continuista que se forme en el Estado español", ha alertado el eurodiputado Miguel Urbán.
"Hay que estar contentos por haber echado a Rajoy. Pero que no se olvide que el PSOE ha gobernado 21 de los 39 años desde el 78 siendo un fiel servidor de este régimen y de sus élites. Ahora toca presionar por la izquierda a un gobierno débil", ha defendido el portavoz de la corriente y diputado en la Asamblea de Madrid, Raúl Camargo.
La relación entre los anticapitalistas y la corriente mayoritaria que encabeza Iglesias, y que dirige el partido desde su creación, siempre ha sido complicada. De hecho, en la asamblea fundacional de Vistalegre de otoño de 2014 se constituyeron como la principal corriente crítica del partido, antes del distanciamiento entre Iglesias y su exnúmero dos Íñigo Errejón, y el surgimiento de los llamados 'errejonistas'.
Meses de graves desencuentros
Ahora la relación es más complicada que nunca, tras una serie de graves desencuentros, que comenzaron a raíz del acercamiento de los anticapitalistas a los independentistas tras el referéndum del 1 de octubre, desoyendo la estrategia marcada desde la dirección. De hecho, Iglesias les avisó entonces de que esa posición les situaba "políticamente" fuera de Podemos.
La decisión de la dirección de celebrar en mayo las primarias en la Comunidad de Madrid para oficializar la candidatura de Errejón para las próximas autonómicas tampoco gustó a los anticapitalistas, que rechazaron participar en el proceso.
La tensión empeoró aún más ante las críticas que los anticapitalistas lideraron contra la decisión de Iglesias y su pareja y portavoz parlamentaria, Irene Montero, de comprarse una casa de más de 600.000 euros, y dejar después en manos de las bases la decisión de si debían dimitir por su posible falta de coherencia.
Con esa polémica todavía reciente, los anticapitalistas han decido desmarcarse oficialmente de la postura del partido una vez más, ahora en relación a la estrategia a seguir tras el triunfo de la moción de censura contra el PP.
Y todo ello un día después de que la líder andaluza publicara por error en Twitter un fragmento de una conversación con el secretario de Organización, Pablo Echenique, en la que le acusaba de estar detrás de la difusión de un documento "inventado" para desprestigiar y "reventar" a los anticapitalistas.
En este caso, la polémica se produjo a raíz de la decisión de la dirección de Podemos Andalucía de tomar las riendas en el proceso de confluencia con IU para las autonómicas en esta región, desoyendo las directrices marcadas por la dirección estatal.
A pesar de todos los desencuentros, los anticapitalistas afirman al ser preguntados tanto en público como en privado que no tienen intención de abandonar el partido, como se afirmaba precisamente en el documento cuya falsedad denunció Rodríguez.