“Pedro Sánchez nos ha hecho un gran favor”, dicen en el equipo de campaña de Ciudadanos. El secretario general del PSOE ninguneó a su candidato, Miquel Iceta, y se lanzó a la yugular de Inés Arrimadas, la cabeza de cartel del partido naranja. “No apoyaremos ni a independentistas ni a opciones de la derecha. Ciudadanos es la media naranja del PP”. Cuando hasta el jefe nacional del PSOE “se obsesiona con nosotros es que empiezan a cundir los nervios”, añaden estas fuentes.
El PSC pugna por arrebatarle a la formación de Rivera su papel de líder de la oposición en Cataluña. Un empeño complicado, de acuerdo con lo que apuntan los sondeos. Arrimadas se ha convertido en el eje de la singular precampaña, al igual que su partido se ha erigido en el protagonista del tablero nacional.
“Vuélvete a Cádiz”. La primera en bajar al lodo fue Nuria de Gispert, en su día presidenta del Parlament y militante de Unió, democristiana y moderada, según el común de los analistas. Un excelente empujón del secesionismo cerril y xenófobo para arrancar la campaña. También publicó luego el nombre de la escuela donde Rivera lleva a su hija de 6 años.
En castellano en el Parlament
Arrimadas, 37 años, nacida en Jerez, licenciada en Derecho, llegó a Cataluña hace no muchos años. Una carrera vertiginosa. Rivera le dejó su sitio cuando se trasladó a Madrid. Arrimadas se consagró con sus intervenciones valientes en el Parlament. Siempre en castellano, sin los complejos del PP. En las autonómicas de 2015, celebrado ya el referéndum de cartón de Artur Mas, Ciudadanos se convirtió en la segunda fuerza política en la comunidad.
Los socialistas ya no disimulan su preocupación. Lanzan más ataques a la formación naranja que a los propios independentistas. En el PP se guardan más las formas, aunque su planteamiento es casi idéntico al de Sánchez. Cualquier cosa menos hacer presidenta a Arrimadas. Incluso Marta Rovira, de ERC, una formación que apenas le ha dedicado en el pasado medio minuto a Rivera, se sumó al carro de los ataques: “Nuestra única coincidencia con el PSC es que no haremos presidenta a Arrimadas”. Sólo falta Puigdemont, sumido en las brumas de Bruselas y preocupado en destrozar a Junqueras, su gran rival para liderar el espacio independentista.
La estrategia de Rivera en estas últimas semanas ha puesto en un severo compromiso a los constitucionalistas. Su partido ha liderado algunas de las iniciativas más aplaudidas por un amplio sector del centroderecha nacional. Denuncia del adoctrinamiento en las aulas catalanas, equiparación de salarios de Policía Nacional y Guardias Civil con los Mossos. Radical rechazo al Cupo vasco y todos sus privilegios. Materias muy queridas por el votante del PP y hasta del PSOE.
“La intervención de Maroto en el Congreso haciendo de obsequioso monaguillo del PNV fue patética”, comenta una alta fuente de Ciudadanos. “Hace dos años, podría entenderse, pero después del golpe de Estado en Cataluña, inundar de millones a los nacionalistas produce urticaria en media España. Y en la otra media, dolor de estómago”.
La paternidad del 155
Rivera también se convirtió en el principal impulsor de un 155 implacable contra los secesionistas. Tras los titubeos iniciales del partido naranja -a primeros de septiembre se mostraban muy reticentes con esta medida- se convirtió en su principal valedor tras escuchar el discurso del Rey del 3 de octubre. Incluso le ha arrebatado esta bandera a Mariano Rajoy. De ahí que el presidente del Gobierno recuerde ahora con insistencia que ha sido él quien puso en marcha este mecanismo con el que se ha devuelto la normalidad a Cataluña.
Arrimadas sigue la estela de Rivera, y la aprovecha al máximo. El PP y el PSC carecen de la capacidad de maniobra que tienen los naranjas. El Cupo ha sido un severo tropezón para las dos fuerzas mayoritarias en un momento de enorme sensibilidad en el país contra los privilegios de los nacionalistas. “La injusticia del cuponazo”, denunció el presidente de Ciudadanos en su potente discurso en el Congreso de esta semana. Arrimadas exprime al máximo el mensaje antinacionalista que, en su día, propició la creación de Ciudadanos. García Albiol, candidato del PP catalán, no puede llegar tan lejos. Miquel Iceta ni lo ocurre. El PSC pretende llegar a la presidencia de la Generalitat mediante un acuerdo con ERC y los comunes, según la versión más manoseada. Esa fórmula Borgen, que se antoja imposible.
Arrimadas pretende reforzar su apoyos electorales el 21-D para que, en el caso de que la fortuna actúe en su favor, pueda candidatearse como presidenta. Algo inaccesible, pero nadie tira la toalla. Todo está demasiado abierto. Se piensa en apoyos y coaliciones tras el escrutinio. Y ahí entra en juego los malabarismo ideológico del PSC.
Rivera, en paralelo, aprovecha la campaña catalana para reforzar su implantación en el resto de España. Algunas encuestas colocan a Ciudadanos casi mano a mano con el PSOE. De ahí, los nervios de Pedro Sánchez, a quien el debate territorial le crea enormes problemas con sus barones y con sus organizaciones regionales. “Tras el golpe del separatismo catalán, ya no valen medias tintas. La gente no lo soporta”, insiste esta fuente de Ciudadanos. Todos contra Arrimadas es la mejor noticia que puede recibir Rivera en estos días.