Política

Junts apuesta por no sentarse siquiera a negociar los presupuestos con Sánchez

La decisión, si se acaba materializando, dejará en vía muerta la legislatura

  • Puigdemont, frente a Sánchez, interviniendo en el Parlamento Europeo -

Carles Puigdemont tiene en sus manos dejar en vía muerta la legislatura de Pedro Sánchez. Y el expresidente de la Generalitat, que mueve los hilos de la política española desde Bélgica, parece dispuesto a dinamitarlo todo. Es tanto el poder que tiene ahora mismo que en Moncloa, con cierto nerviosismo, están expectantes con lo que pueda decir esta noche en una entrevista concedida a TV3.

El prófugo, que se reúne periódicamente con José Luis Rodríguez Zapatero y Santos Cerdán en Suiza, ya ha comunicado a su núcleo duro que ni tan siquiera se van a sentar con el PSOE a negociar los presupuestos generales del Estado. Sin ellos, aunque Moncloa puede prorrogar sin problema los del año pasado, Sánchez verá muy mermada su capacidad de dar cumplimiento a lo prometido.

La semana pasada, tal como avanzó 'Vozpópuli', la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya trasladó a su equipo que no iniciaría una negociación mientras exista una tensión pública y notoria con sus socios. Algo que, lejos de encauzarse, pese a los esfuerzos de los socialistas viajando a Suiza para negociar con Junts, va en aumento.

Los encuentros que se produjeron la semana pasada, entre los emisarios de Sánchez y Puigdemont, no sirvieron para nada. Es más, fuentes conocedoras de dichas reuniones, consultadas por este periódico, manifestaron que "evidenciaron que estamos muy lejos".

Junts trasladó al partido que ostenta la presidencia que "esto se ha acabado, hasta aquí". Los reiterados incumplimientos, según los separatistas, y los "menosprecios" a algunas de sus medidas, como la cuestión de confianza que solicitaron a Sánchez, han colmado su paciencia.

Acuerdo de Bruselas y ERC

Carles Puigdemont, dolido con el PSOE por la falta de avances del 'acuerdo de Bruselas', que él mismo firmó con Santos Cerdán hace poco más de un año en la capital belga, apuesta por romper todos los puentes con los socialistas.

El líder de Junts, que aspiraba volver a presidir la Generalitat, aun habiendo quedado en segunda posición, no olvida que Salvador Illa le quitara la presidencia catalana el pasado mes de agosto con los votos de ERC y los 'Comuns'.

Todo junto, la desconfianza en Pedro Sánchez y su pérdida de poder, sumado a la renovación de los liderazgos en ERC, con un Oriol Junqueras que ha prometido a sus bases una mayor radicalización, han llevado a Puigdemont a tensar la cuerda hasta el límite.

Esperando al momento oportuno para retirar su apoyo al presidente del Gobierno. Aunque ello, al rechazar sumar sus votos a los de PP y Vox para una moción de censura, no tiene más efectos que un viacrucis legislativo para el Ejecutivo, al no tener los números suficientes para aprobar ninguna ley. Empezando por la de los presupuestos.

La Mesa aplaza la decisión sobre la cuestión de confianza

El PSOE y Sumar han impuesto este martes su mayoría en la Mesa del Congreso para no resolver aún la admisión o no a trámite de la proposición no de ley de Junts exigiendo al presidente Pedro Sánchez que se someta a una cuestión de confianza.

Una patada hacia adelante, con el objetivo de ganar unos días más para rebajar la tensión que existe, pero que implica que la posibilidad de vetarla sigue sobre el tapete, pese a que los letrados no vieron obstáculo alguno para no debatir la iniciativa.

En principio, no se tomará una decisión hasta después del paréntesis navideño, es decir, ya en 2025, aunque tampoco se descarta una convocatoria de última hora esta semana o la próxima.

En concreto, los servicios jurídicos indicaron que, ante la ausencia de precedentes similares, la Mesa del Congreso puede adoptar cualquiera de las posibilidades en su mano: dar trámite a la iniciativa tal y como está, incluir una apostilla para dejar claro que no tendrá efectos jurídicos, solicitar a Junts que la reformule para hacer constar esa falta de consecuencias jurídicas, o directamente no admitirla a trámite.

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