El abogado Rafael Redondo, el principal socio del comisario jubilado José Manuel Villarejo, sabía que el BBVA había adquirido un terminal para encriptar las llamadas telefónicas de los directivos del banco, según se desprende de una conversación grabada en 2013 y que el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, ha incluido en la pieza separada del caso Tándem que se denomina Iron.
En concreto, Redondo asegura a un informático y al agente Antonio Bonilla, con los que planeaba un ataque al servidor del bufete de abogados Balder, que Julito, en referencia al exjefe de seguridad de BBVA, Julio Corrochano, había adquirido "un servidor completo. Y ahora dentro de la entidad hay dos tipos de personas, los que tienen el teléfono encriptado y los mierdas", completa el abogado.
Según explica Redondo, que da muestra de conocer la seguridad del banco, Corrochano tenía "un número de licencias limitado y la gente está mosqueada: ¿Por qué a este le encriptas y a mi no?", se pregunta entre risas el principal socio de Villarejo en Cenyt.
"Un pastón"
Redondo asegura también que esta tecnología para encriptar "cuesta un pastón". En ese momento de la conversación Antonio Bonilla explica que el coste es de entre 4.000 y 5.000 euros por terminal: "Ese sistema sí es bueno para el BBVA", completa el agente, que está imputado en la pieza Iron del caso Tándem.
Según se desprende de una de las conversaciones grabadas por el agente el 13 de febrero de 2005, y adelantada por Vozpópuli, el BBVA recurrió a Villarejo desde al menos 2005.
En el audio se puede oír como el también comisario Enrique García Castaño, conocido con el sobrenombre de El Gordo, le pregunta por un bonus que había pactado con el banco, cuyo presidente, Francisco González (FG), se encontraba en plena lucha por mantenerse al frente del banco tras la OPA de Sacyr.