"Somos el partido de la ilusión, un partido reformista, liberal, conservador, al que se le puede confiar el gobierno de España". Pablo Casado modula su mensaje, evita el radicalismo y torna al centro, a ese espacio en el que se encuentran cómodos los tres millones de votantes que son quienes tradicionalmente deciden el color del partido que gobernará en la Moncloa.
La campaña de Casado ha tenido, por momentos, tintes muy agresivos. Arrancó planteando sus propuestas y presentado a sus equipos. Fue el 'entierro del marianismo'. Luego fijó su objetivo en Sánchez, "el mayor peligro público para España", "un mentiroso, que pacta con los secesionistas, los comunistas y los filoetarras". Ahí echaba el pulso a Vox, por el lado de Sánchez, y a Ciudadanos, por el de Cataluña y la unidad de España.
El lío de los debates
En el ecuador de la campaña, el equipo de Génova considera que esta labor ya está hecha. Han demostrado, en su opinión, que hay un 'nuevo PP', más firme, más decidido, más convencido de su papel en esta etapa crucial para España. "Hemos recibido muchas críticas, que si radicales, que si Casado está sobreexpuesto, que si no centramos los mensajes...", comentan las mencionadas fuentes. Todo lo que hemos hecho, había que hacerlo. A Sánchez le basta con no arriesgar, con no meter la pata, aunque ahora la ha liado con los debates, en su afanosa búsqueda de una campaña plana. "Ese obsesivo tacticismo le pasará factura", dicen en la dirección popular.
Casado completó una profunda criba en sus listas, endureció su mensaje, se adentró en terrenos pantanosos, como el aborto, la violencia de género, la inmigración. En esa línea se interpretó la reaparición de Aznar, tras quince años sin hacer campañana. O la incorporación de nombres de su fundación Faes, como Cayetana Álvarez de Toledo, en Barcelona, de Javier Lasquetty e Isabel Benjumea, en el gabinete del presidente, o de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almedia, candidatos por Madrid. "Cuando llegamos a Génova, el PP estaba dormido y premoribundo, habíamos perdido más de tres millones de votantes y había que frenar esa sangría", señalan en su equipo.
'La derechita cobarde'
Ahora toca centrar la campaña. Consolidada la idea de que el PP ha cambiado, que es el de siempre pero renovado, casi refundado, el líder del partido da por sellada la fuga de votos hacia Cs y explicitadas las enormes diferencias con Vox. "Yo solo les respondo, no les ataco, son ellos los que nos agreden con la 'derechita cobarde' y el 'espabílese de una vez', yo solo les menciono cuando nos hostigan", confiesa Casado.
Ya no habrá más referencias a Vox, pese a que su líder, Santiago Abascal, insiste en referirse al PP en sus sonados mítines. En Génova hubo momentos de preocupación por ese empeño de Casado en hablar de Abascal, incluso de entrar en el debate sobre algunas de sus propuestas. Es cuando se decía que "le hacemos la campaña a Vox". Ahora, en el esprint final de la eterna campaña, eso se acabó. Casado se presentará como el líder del espectro del centroderecha español, como el partido que representa a los 'españoles de clase media, de la España que madruga, de los autónomos y de los pensionistas".
Mantendrá el bombardeo verbal sobre Sánchez, para potenciar la imagen de que el PP es la única alternativa de Gobierno al PSOE, y buscará superar el listón simbólico de los cien escaños, algo que por ahora, le niegan las encuestas. En su equipo comentan que esta última semana va a ser crucial, Casado estará en plazas decisivas, como Sevilla, Málaga, Valencia o Madrid, donde cerrará su periplo con un macroacto en el Palacio de los Deportes.
Más España, menos Sánchez
"Hemos hecho una campaña muy capilar", dicen estas fuentes, con todos los barones, dirigentes nacionales, alcaldes, diputados, desplegados e hiperactivos por pueblos y ciudades, de casa en casa, de puerta en puerta.. Conforme se acerque la fecha de las urnas, habrá una tendencia a concentrar el voto. El machaconeo constante de Casado sobre los riesgos de fragmentación del centroderecha parece que empieza a dar sus frutos. Los sondeos internos avalan esta convicción. Se ha asentado la idea de que Vox encarnará la gran sorpresa en la noche electoral, con un resultado colosal. En el PP piensan que Abascal tendrá un buen resultado pero algo menor de lo que algunos anuncian. "Los necesitaremos para sumar si Sánchez no logra alcanzar su mayoría Frankenstein", asegura, tajante, un candidato autonómico.
Ahora se trata de transmitir ilusión, ganas, confianza de futuro, como se hizo en la campaña de Casado en las primarias, que le llevaron a la presidencia del partido. Se trata también de recuperar el estandarte de la centralidad y la moderación, sin insultos ni grescas verbales. "Queremos gobernar para todos", esa es nuestra diferencia. "El pesimismo y el dramatismo no llena las urnas", confirman en el equipo de campaña. Los mítines de Casado serán más positivos, optimistas, con 'olor a victoria' e intentado convencer a quienes aún dudan, de que 'cuanto más PP, más España". Es decir, menos Sánchez.