"Me he enterado por los periódicos", dijo Pedro en funciones desde su nube de Nueva York. Grande Marlaska, su ministro del Interior, reprendió a los jefes de la Guardia Civil tras conocer la operación antiterrorista. Adriana Lastra, portavoz de la bancada del PSOE, fue capaz de asegurar que "no es un ataque contra los CDR sino contra personas violentas". ¿Ah, ¿pero no es lo mismo? Dolores Delgado titular en funciones de Justicia, prevé que las aguas volverán a su cauce. ¿Cómo y cuando?. Ah. Finalmente, el anfibio Miquel Iceta, la cabeza del PSC, constató que lo ocurrido en el Parlament es un "signo de impotencia" del nacionalismo. Lo de Iceta recordaba a aquel chiste de argentinos en el que un grandullón le arreaba un guantazo a un alfeñique y éste le respondía, fieramente: "¿Sabés? Tu violensssia es tu impotensssia". Y recibía otro.
Impotencia es lo que se percibe en algunas terminales del PSOE, sacudidas de pronto por un relámpago de inquietud. "Si el jefe no reacciona...". Y recuerdan a Susana Díaz, la sultana andaluza que perdió su trono, cuarenta años de 'reinado' socialista en la región, por ignorar el golpe a la democracia en Cataluña durante su campaña. Pensó que con pasear su andalucismo y olé tenía suficiente para llevarse las papeletas de calle. El centroderecha la remitió amablemente a conciliar. Espera otro bebé. También Rajoy resultó malherido en Cataluña, con su 'operación diálogo' y aquellas carantoñas de Soraya hacia Junqueras. Vio nacer a Vox y casi lagrimeó ante la fuga de tres millones de votos 'populares' rumbo al nuevo partido de la derecha-derecha.
Sánchez lo ha tenido más fácil en las elecciones generales de abril. Ideó la foto de Colón, Vox y el trifachito y con eso tuvo munición suficiente para imponerse en abril. Ahora ya ni Abascal mete miedo, todo lo contrario, se mantiene en las encuestas pese a las predicciones de extinción. Tampoco tiene un estandarte potente con el que presentarse a las urnas. La Moncloa ha puesto en marcha la 'operación Errejón' para liquidar a Podemos. Quizás lo consiga. "Lo que no sabemos es cómo nos afectará ese invento a nosotros", asegura la misma fuente.
Como primera providencia, Roger Torrent, el presidente de la Cámara, algo melifluo y 'corto de entendederas' según sus propios correligionarios, decidió expulsar a Ciudadanos del Hemiciclo
Este otoño se juega todo. Es el mes de Cataluña, del aniversario del referéndum, de la sentencia del procés, del probable fin de la prisión preventiva de los Jordis, del cisma del separatismo. Los independentistas aprietan el acelerador. "Apretad, apretad", les instaba Torra a los CDR, el sector violento de su 'república' que ahora prepara artefactos, bombas, explosivos. La rama política de los CDR, es decir, los partidos secesionistas, llama a la sublevación, la insurrección y la desobediencia desde el Parlament, otra vez convertido en motor activo de la asonada.
Dijo Torra: "Estamos hartos de que la policía entre en las casas de los catalanes de madrugada". Entonces, el Parlamento catalán aprobó una resolución para expulsar a la Guardia Civil de Cataluña. Como primera providencia, Roger Torrent, el presidente de la Cámara, algo melifluo y 'corto de entendederas' según sus propios correligionarios, decidió expulsar a Ciudadanos del Hemiciclo. Ya les expulsarán de Cataluña.
Octubre es el mes decisivo. ¿Y qué hace Sánchez?, se preguntan los suyos. La ministra Celáa dice que no hay que 'desorbitar' las cosas ni sacarlas de contexto. La ministra Delgado, con voz titubeante, anuncia que el Ejecutivo impugnará las resoluciones separatistas ante el Constitucional. ¿Y eso es todo? Hay unas elecciones a la puerta y una región amotinada. Y un Gobierno que parece cruzado de brazos. Sánchez no se inquieta y no hace nada. Rajoy segunda edición. Don Tancredo redivivo. En su viaje a la ONU, le transmitió a los medios, en conversación informal, su confianza en revalidar la victoria y en formar, ahora sí, Gobierno. Eso fue unas horas antes de que Cataluña volviera a ocupar el escenario central del gran circo nacional.
"¡Pedro, líbranos de Rajoy!"
"Un 155", se lee en las redes de foros socialistas. Este fin de semana Sánchez retorna a Cataluña, al mismo escenario en el que un despendolado Iceta clamó desde el escenario: "Pedro, mantente firme, líbranos de Rajoy". Era el mismo tono, fa menor, de Penélope Cruz anunciando el Óscar para otro Pedro. Cabe suponer que este año, en esa Fiesta de la Rosa socialista de Gavà, Iceta le pida a Pedro: "Líbranos de Torra".
El colmillo de ganador de Sánchez empieza a enturbiarse. No le salió bien el regate interminable con Iglesias. El CIS le señala como el responsable del bloqueo. Tezanos Nostradamus, dentro de sus artimañas y manipulaciones, enmascaraba el claro repliegue socialista. Un dato que provoca escalofríos en Ferraz: el único parámetro comparable con anterior barómetro, es decir, el porcentaje de voto sobre el total del censo, el PSOE pasa del 30,5 al 27 por ciento. Retroceso significativo porque muestra en verdad el negro color de la tendencia. Sin mencionar que cuatro de cada diez votantes socialistas descreen ya de Sánchez como candidato.
¡Fuera la Guardia Civil! 'Desobediencia civil e institucional' a la sentencia del Supremo. Autodeterminación. Amnistía para los presos. Esto es lo que aprobó este jueves el Parlamento catalán. 'Pura palabrería', se escucha desde Moncloa, entre el encogido ánimo de los catalanes democrátas. Otra ver la turbamulta, otra vez la enloquecida caterva en las calles, de nuevo el odio anda suelto. El golpe se reactiva y los impulsores de la secesión vuelven a la carga.
Enfrente se encuentran con un Gobierno disperso en su abulía, con un Pedro Sánchez que pierde confianza en los sondeos y credibilidad entre los suyos. Como el capitán Ahab, Sánchez apunta: "Sin imaginación no vais a poder seguirme". Hasta ahora, la ha tenido. Imaginación, audacia y arrestos. Pero el monstruo sigue ahí. Y las urnas están demasiado cerca. En el PP se ha recuperado ya la confianza perdida. Sánchez, al borde del precipicio, bajo la maldición de Susana la sultana.