La coalición no está hundida, pero sí tocada tras las elecciones en Galicia y el País Vasco. El presidente Pedro Sánchez sigue confiando en su relación con Pablo Iglesias, pero nadie niega que el resultado del 12-J es malo, tal vez pésimo. Podemos desaparece del mapa en Galicia y se queda en la irrelevancia en el País Vasco. Los socialistas no rentabilizan la caída de los morados, ni el llamado efecto Moncloa. Los más optimistas creen que Sánchez ha ganado tiempo y oxígeno, pero en el propio PSOE crece el malestar y aumenta la presión para que el presidente cambie el rumbo del Ejecutivo antes de que sea demasiado tarde.
El PSOE araña un escaño en el País Vasco y otro en Galicia con respecto a 2016. No se puede considerar una victoria para un partido que lleva dos años instalado en la Moncloa y que ha consolidado importantes apoyos mediáticos. Los barones socialistas además están muy incómodos con la victoria de los nacionalistas. Varios ministros preparan otra ofensiva: quieren debilitar a Podemos aprovechando la coyuntura electoral.
El mes clave será septiembre. De momento lo único factible es asumir el mal resultado (“sin paliativos” para Podemos, de baja intensidad para el PSOE). Pero en el entorno de Sánchez las fuentes consultadas aseguran que ahora más que nunca hay que abrir la caja de Pandora del Ejecutivo y retocar algunos equilibrios. Solo así creen que el Gobierno podrá aguantar la tormenta de la crisis que se avecina.
"Repensar" el Ejecutivo
Según ha podido saber Vozpópuli, entre los ministros técnicos (José Luis Escrivá y Nadia Calviño) crece la molestia por la actuación de los morados. “Solo les interesa el tuit”, resumen fuentes del entorno de ambos, que consideran que ha llegado el momento de “repensar” el Ejecutivo, reduciendo las carteras y moderando el peso de los de Iglesias. Tienen el apoyo de un importante grupo de ministros socialistas.
Incluso los miembros de Podemos más afines a Iglesias consideran que el resultado del 12-J es históricamente malo. Algunos los han expresado en las redes sociales. Juan Carlos Monedero ha apuntan a la falta de “construcción” del partido como una causa de la derrota. Ramón Espinar ha señalado las purgas y el “autoritarismo” de la cúpula como detonante del batacazo. Los chats internos son un hervidero y los mensajes críticos rebotan de un lado al otro.
Iglesias sigue confiando en Sánchez. La conexión entre ambos es sólida y los dos coinciden en que si el PP no se abre a pactar los Presupuestos, la coalición aguantará. El apoyo puntual de Ciudadanos es “aceptable” para Podemos, pero el del PP obligaría a cuestionar mucha de la estrategia de Iglesias. “Sería como ponerse al lado del bipartidismo, una implosión del primer átomo del partido”, comenta un dirigente.
Yolanda Díaz y María Jesús Montero
La caída electoral de Galicia, por otro lado, obliga a echar la mirada hacia la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. En Podemos revelan “sorpresa” por el batacazo en su región. La ministra aparece muy debilitada por el enorme fracaso de Antón Gómez-Reino, el candidato gallego respaldado por Díaz, que en su momento se enfrentó a Carolina Bescansa y ahora ha logrado que Podemos desaparezca del mapa. El BNG, un partido en caída libre, ha marcado en cambio su récord de votos.
Sánchez lleva tiempo barajando, como desveló en exclusiva este diario, una remodelación del Gobierno en septiembre. El primer paso consistía en quitar la portavocía a María Jesús Montero, que ahora empieza a ser cuestionada incluso por su trabajo en Hacienda. Con ella, otros ministros menores del PSOE podrían perder la cartera, en el marco de una reducción de gasto público condicionada por la crisis del coronavirus. La clave será qué pasará con los ministros de Podemos.
Los morados controlan cinco carteras (Garzón, Castells, Montero, Díaz e Iglesias). Si se reducen los ministerios, deberá caer alguien de Podemos. Garzón es señalado como el eslabón más débil, aunque sigue gozando de cierto peso en Izquierda Unida, y podría torpedear la absorción de lo que queda de ese partido por parte de Podemos. El catalán Castells, que entró como cuota de Ada Colau, tampoco figura entre los intocables.
Cálculos equivocados en Moncloa
Ante la crisis económica que se avecina, y la probable votación en Cataluña en otoño, el 12-J no se puede considerar como un éxito para los estrategas de la Moncloa. “Tienen una visión demasiado cortoplacista”, se quejan algunos. Los sectores de la sociedad civil y del mundo empresarial que quieren que Sánchez recule se refuerzan. Y en algunos ambientes del PP ya empieza a circular la idea del adelanto electoral en 2021. Es una opción que el propio Pablo Casado tiene sobre la mesa.
Aunque el pilar de la coalición, que es el pacto entre Sánchez e Iglesias se mantiene, la crisis interna podría llegar por los lados, advierten fuentes gubernamentales. O sea, por el cansancio de algunos ministros técnicos, esperanzados de ver un Ejecutivo más ordenado y con una presencia de Podemos testimonial. Tomar o dejar. “La crisis te puede reforzar o debilitar. Pero han pasado seis meses, y da la sensación que Sánchez e Iglesias llevan gobernando años... Es la prueba de que el Gobierno está muy tocado”, sentencian exidirigentes del PSOE.