Roger Torrent ha convocado para las 10.00 hrs, de este viernes una sesión de investidura con Jordi Sánchez como candidato. Nadie apuesta un euro en favor de que tal posibilidad se concrete. Hay incluso enormes posibilidades de que ni siquiera el pleno se llegue al celebrar. Para que esta apueste llegara a concretarse a su fin harían falta que que coincidieran varios factores, a primera vista, imposibles.
El primero es la propia presencia de Sánchez en el hemiciclo. La investidura requiere que el aspirante se persone en la Sala. Un extremo que ya ha solicitado la defensa del postulante al juez Pablo Llarena. Sánchez se encuentra en prisión desde hace más de cinco meses. Se da por hecho que el magistrado no acceda a tal demanda, como ya hizo el pasado marzo.
Entonces, Sánchez optó por retirar su petición y anunció incluso su retirada de la política. Ahora, en base a una aséptica comunicación de la ONU, se cree con más derecho a ser elegido. Caso de que no se le permita salir de prisión, los letrados han solicitado asimismo que se le conceda la posibilidad de ser investido vía telemátiva. Puigdemont, cuando estaba fugado en Bruselas, lo intentó sin éxito. Sánchez, que se entregó en su día a la Justicia, asegura que sus circunstancias son distintas. Torrent aguardará la respuesta del Supremo hasta este jueves por la tarde.
El voto de Puigdemont
La segunda condición que debería reunir pasa por el voto delegado de Carles Puigdemont. La Mesa se lo autorizó mientras estaba en prisión en Alemania. Ahora, en la calle, tendría enormes dificultades para ejercer su supuesto derecho al voto. Los letrados de la Cámara lo han desaconsejado. La oposición constitucionalista ya ha anunciado que recurrirá contra esta posibilidad. Torrent lo tratará con la Mesa minutos antes de que dé comienzo la sesión del viernes.
La tercera carambola pasa por Toni Comin, el único de los exconsejeros fugados en Bélgica que no ha renunciado a su acta. Los votos de Comín y del propio Puigdemont son imprescindibles para que los secesinoistas alcances la mayoría simple de 66 escaños en la segunda vuelta. Comín se niega por ahora ceder su escaño. Le han presionado desde ERC, el partido con el que concurrió a las urnas. De momento, sigue en sus trece.
Reunión en Berlín
La cuarta carambola precisaría de que, si los votos de Comín y de Puigdemont no llegan, debería ser la CUP quien ofrezca sus cuatro escaños para redondear la operación. El grupo antisistema ya ha explicado que su candidato es Puigdemont y que se abstendrá ante cualquier otra fórmula.
Todo parece indicar que la investidura en cuestión resultará fallida. Las cuatro carambolas se antojan imposibles. En especial, la primera, la del juez Llarena. Sin candidato no hay investidura, ni presencial ni telemática. Se volvería la situación de bloqueo y a la búsqueda anhelante del denominado 'Plan D', un candidato efectivo, que por ahora casi nadie sabe si se logrará. Puigdemont ha convocado para este lunes a su grupo parlamentario para una reunión en Berlín, al fin de diseñar una estrategia para evitar elecciones. Tienen 42 días de plazo. El tiempo apremia.