Estación de Atocha. A bordo del AVE de las 11.00 a Sevilla, este periodista recibe un Whats App de un compañero de televisión ya en la capital hispalense desde hace horas con la siguiente pregunta: “Va Cifuentes con vosotros? Dicen que ha cogido el de las 10”.
La anécdota ilustra mejor que nada quien y qué es el foco de atención esta mañana en el PP: no la apertura, a cargo de María Dolores de Cospedal, a las 16.30, de una convención nacional a la que van a asistir un millar de cargos populares; ni la “potente mesa internacional que hemos traído”, dice un cuadro de Génova 13.
No, es Cifuentes y su máster en la Universidad Rey Juan Carlos -“en mala hora se apuntó”- junto al mazazo que ha supuesto la libertad de Carles Puigdemont en Alemania y la posibilidad de que solo pueda ser procesado por malversación de fondos públicos, no por rebelión, si esa es la condición que pone el Estado germano.
Pero con ser más grave esto para el Gobierno, como en política lo urgente siempre se superpone a lo importante, el Estado mayor del PP está ahora en que Cifuentes no les ‘reviente’ (más) la imagen.
Algún destacado exdirigente en ‘modo pánico’ recuerda que a la fallecida exalcaldesa de Valencia Rita Barbera ya se le obligó a bajar de un AVE en Cuenca cuando iba rumbo a Madrid.
“No es el caso”, recapacita al instante, “porque entonces si que la convención se ha acabado antes de empezar... pero algo tendrán que hacer”.
El caso es que la presidenta madrileña está a punto de llegar a Sevilla y desde el mismo andén de la estación está a punto en erigirse en la atracción del momento.
Decenas de cámaras la esperan, le pedirán un primer ‘canutazo’, que compartirá honores de portada con Puigdemont en los informativos de mediodía, y luego la seguirán por el recinto de la convención cuando llegue.
En el colmo del abatimiento, una de las decenas de cargos populares que van a Sevilla admite que “en este momento, esto ya no lo arregla ni la dimisión (de Cifuentes) que no se va a producir”.