La corriente de críticos de Podemos, a la que ha sumado el domingo Ramón Espinar, trabaja para forzar a Pablo Iglesias a convocar el próximo sábado, durante la reunión del Consejo Ciudadano, el congreso de Vistalegre III antes de que finalice el año. "La pelota está en el tejado de Iglesias”. Este era el mensaje que los críticos difundían para señalar que la dirección nacional tiene que convocar un nuevo cónclave morado en el que debatir sobre proyecto y liderazgo. Una cuestión que pone en la diana tanto a Pablo Iglesias como a Irene Montero, su número dos y que aspira a darle el relevo.
Para que se pueda cuestionar el liderazgo de Iglesias es necesario que el próximo sábado el Consejo Ciudadano de Podemos (órgano de dirección política del partido) decida si quiere convocar o no un nuevo congreso. Acudirán a esa reunión los dirigentes territoriales del partidos, que Espinar conoce bien y a los que apela para que sumen a la ola de protesta contra el tándem de Iglesias y Montero.
Las posiciones son claras. Por un lado se encuentra el secretario general y los suyos, que defienden que el batacazo de las elecciones autonómicas fue culpa de los secretarios generales, y que por lo tanto el secretario general no tiene que asumir ninguna responsabilidad más allá de cierto grado de “autocrítica”. Aún menos Montero, quien no ha tenido un papel activo en la campaña electoral de las autonómicas, para evitar que un mal resultado la salpicara, como adelantó Vozpópuli.
Por el otro se encuentran los críticos. Se trata de un grupo que va aglutinando apoyos en muchos territorios y al que el domingo dio su respaldo Espinar, el ex dirigente encargado de las relaciones entre Madrid y el resto de delegaciones del partido. Espinar dimitió en enero de todos sus cargos al considerar que Iglesias se equivocaba en el planteamiento frentista contra Íñigo Errejón. En su escrito, habló de una “crisis de Podemos insostenible" y que "hay espacio para nuestro proyecto político y tener futuro", pero sin "los Iglesias-Montero".
Que cada uno se posicione
Para esta corriente crítica, el partido morado “está roto”, y palabras como “desplome” o “vida o muerte” ya no son tabú. El apoyo explícito de Espinar tiene, según varios dirigentes consultados, el valor de poner sobre la mesa el asunto. Ahora es necesario que los miembros del partido se vayan posicionando, señalan.
La exsecretaria general de Podemos Cantabria, Rosana Alonso, ya ha recogido el guante. Este lunes Alonso ha acusado a Iglesias de haber convertido a la formación morada en un "club de fans" gracias a sus decisiones "personalistas" que lo llevaron a estar en el centro de todo y al "desinterés por la formación de sus cuadros".
Desde Andalucía también se detecta un acercamiento. La andaluza es una de las federaciones más importantes de Podemos, y en la que el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi', es uno de los pesos pesados. 'Kichi' ha afirmado que no comparte que Iglesias entre en el gobierno de Pedro Sánchez y sostiene que ha llegado la hora de que el secretario general asuma su “responsabilidad” por la caída de Podemos.
Antes o después del verano
Los críticos aseguran que no tienen pensada una fecha. Aunque en estas semanas algunos dirigentes de Podemos explicaron a Vozpópuli que lo más probable sería en el próximo otoño. Otros, sin embargo, aseguran que este cónclave se tiene que celebrar antes del verano, para frenar cuanto antes la “sangría” de electores y dirigentes.
La intención de Iglesias es postergar el congreso. Lo fía todo a la entrada en el Ejecutivo de Sánchez, desde donde piensa poder reforzar su grupo. Pero no piensa quedarse parado. Su último movimiento ha sido buscar una fusión con Izquierda Unida para sumar los miles de inscritos y militantes de la formación de Alberto Garzón y blindar los equilibrios internos a su favor.
Esta será la última carta que Iglesias tiene pensado jugar, pero solo si la sangre llega al río y el próximo sábado la cúpula de Podemos se ve de repente derrotada por los dirigentes locales que exigen que se convoque el congreso. Iglesias y Montero todavía manejan el control de los tiempos, y esta es una ventaja. Pero la salida de Espinar obliga a cada uno en el partido a posicionarse. La suerte está echada.