Isabel Celaá quiere que la historia del pueblo gitano se estudie por ley en los colegios. En pleno bloqueo político y ante la posibilidad, cada vez más cercana, de otras elecciones generales, la ministra de Educación en funciones acaba de anunciar su intención de desarrollar un currículo escolar que incluya la historia gitana como contenido obligatorio.
El guiño de Celaá al colectivo gitano satisface una demanda histórica de las distintas asociaciones que trabajan por lograr la inclusión plena de los alumnos de esta etnia. Íñigo Méndez de Vigo, su antecesor, ya se comprometió a cubrirla y el Congreso la respaldó de forma unánime hace dos años. Sin embargo, solo las escuelas de Castilla y León incluyen esta temática en sus planes de estudio.
La medida ha dividido a la comunidad educativa. Mientras que algunos consideran que es necesaria para "superar los estereotipos contra esta etnia" desde las aulas, otros creen que se trata de "una novedad más sin profundizar de todas las que suelen surgir en periodo electoral".
Se puede estudiar la historia del pueblo gitano como se puede estudiar cualquier otra, pero no es una cuestión prioritaria, hay otras que lo son más"
"Estudiar la historia del pueblo gitano no soluciona el grave problema del absentismo", apunta Francisco Tello. Es director CEIP Gabriel y Galán, un centro público de Cáceres con más del 90% de alumnos gitanos. "Se puede estudiar la historia del pueblo gitano como se puede estudiar la del pueblo egipcio, pero no es una cuestión prioritaria para acabar con las dificultades que surgen en el día a día, hay otras que lo son más", considera.
Según Celaá, ha llegado el momento de que "el alumnado gitano se sienta incluido y acogido en la escuela y tenga reconocido su propio grupo de referencia". Tello reconoce que el pueblo gitano se va a sentir valorado con esta medida porque "han estado perseguidos históricamente". Pero apunta que los problemas de inclusión responden a otra realidad muy alejada del contenido de los libros de texto.
Faltas de asistencia constantes
"En muchas ciudades, los gitanos suelen ir al mismo colegio. Están segregados. Desde el momento en que las viviendas sociales donde viven la mayoría se ubican en el mismo entorno, acaban yendo al mismo centro y se forma un gueto", considera. "Por regla general, el pueblo gitano tiene una escala de valores distinta en la que la asistencia a clase no es primordial", asegura.
De las 70 familias que acuden a su colegio, explica, solo unas 10 se preocupan por el absentismo, el abandono escolar y por la formación. Entre las excusas para justificar las faltas de asistencia Tello menciona que suelen atribuirlas a la lluvia o a que no ha sonado el despertador. "A veces faltan porque sus padres tienen que recoger mercancía para después venderla en el mercado", dice.
"Otras veces faltan de una semana a 15 días porque se casa un hermano o porque un tío abuelo ha fallecido en otra ciudad y se desplaza toda la familia", comenta. Tello luchó cinco años para formar la primera asociación de madres y padres del colegio.
Solo el 17% tienen estudios de ESO
"Logramos que hubiese un AMPA, pero la realidad es que no tienen cultura de asociación", reconoce. "Queremos hacer una escuela para padres y madres, para inculcarles la importancia de que sus hijos asistan a clase y se formen, pero es muy complicado", comenta.
Las cifras le avalan: 6 cada 10 niños gitanos abandonan los estudios antes de terminar la ESO, frente a los dos de cada diez del resto de la población. De acuerdo a cifras de la Fundación Secretariado Gitano - que acaba de presentar 'El pupitre gitano', una campaña para acabar con los eotipos desde las aulas-, solo el 17% de los gitanos tienen estudios de ESO o superiores, un porcentaje que alcanza el 77% en el conjunto de la población.
Profesores que trabajan con alumnos gitanos advierten de la importancia de contar con expertos que conozcan y redacten con rigor el contenido que se vaya a incluir
El director del mencionado colegio extremeño cree que las administraciones deberían propiciar que las viviendas sociales destinadas a familias gitanas estuviesen repartidas en distintos barrios y que los niños se matriculasen en distintos colegios". "Solo de esta manera se acabaría con los guetos y produciría una integración", opina.
Por otro lado, fuentes del profesorado que trabajan diariamente con alumnos gitanos advierten de la importancia de contar con expertos y profesionales que conozcan y redacten con rigor el contenido sobre la historia de este pueblo, históricamente perseguido y aislado.
No obstante, apuntan a que, en la actualidad, son las propias familias de gitanos las que quieren mantenerse concentradas en los mismos colegios. "La historia está muy bien, pero mejor se aprende sin faltar a clase y llegando puntuales", dicen.
"Conocer la historia de un pueblo siempre suma, nunca resta, pero se trata de un trabajo que requiere tiempo y consenso. Existen costumbres que aún persisten en la cultura gitana como la del pañuelo que chocan con otros valores que se intenta inculcar desde las aulas. No se puede desarrollar un contenido deprisa y corriendo, hay que profundizar", concluyen.