España se encamina a pasos agigantados a nuevas elecciones generales en un escenario que se parece mucho al de la primavera de 2016, cuando la renuncia de Mariano Rajoy a intentar formar gobierno llevó a Pedro Sánchez a buscar aliados siendo el PSOE la segunda fuerza parlamentaria. Al igual que entonces, las miradas se posaron en el artículo 99 de la Carta Magna ante la pregunta de si el jefe del Estado tiene margen para facilitar un desbloqueo de la situación política con tal de evitar nuevos comicios.
Tanto Manuel Aragón, exmagistrado del Tribunal Constitucional, como Antonio Torres del Moral, la voz más autorizada entre los catedráticos constitucionalistas en asuntos de Monarquía parlamentaria, coinciden en que el Rey no puede tener iniciativas personales que pretendan evitar la repetición de elecciones.
“Como se dice en el derecho constitucional inglés, el Rey anima, advierte y es consultado. Pero más allá de ello, no puede tomar iniciativas. Porque como es irresponsable, si sale mal se le pedirían cuentas”, subraya Torres del Moral a Vozpópuli.
No puede actuar por sí mismo
En su opinión, la labor del Rey tiene que quedar siempre “en la discreción de las reuniones que tenga”. En esas audiencias podrá argumentar lo que estime oportuno y su interlocutor deberá guardar silencio sobre lo hablado, pero el monarca se guardará siempre “de tomar iniciativa de un acto que aparezca en el BOE”.
“El Rey ha de proponer un candidato que, en principio, pueda tener probabilidades para resultar elegido. Si esa circunstancia no se da, el Rey no puede actuar por sí mismo. Se tendrá que ajustar al resultado de esas consultas regias y si no hay ningún candidato, pues no propondrá a nadie”, secunda Aragón.
Si persiste el bloqueo, estaría la posibilidad de que los principales partidos le propongan una figura independiente, pero tal paso debería salir de las propias formaciones políticas. “En eso no hay ninguna traba. Sólo que necesita la anuencia y el consentimiento de los partidos políticos. Si lo hiciera a sus espaldas, sin contar con el compromiso de los partidos, es algo que (el Rey) tendría que evitar siempre”, asevera Torres del Moral.
La variante tecnocrática, por tanto, es una solución que debe “fabricarse” entre los partidos políticos cuando la situación “no dé más de sí”, pero el Rey “no puede ir por libre” porque puede hacer el "ridículo". “Es una baza inútil si no cuenta con el apoyo de los partidos”, advierte el catedrático. Aragón abunda en la misma línea: “Candidatos alternativos, por sí mismo, ni puede ni debe”.
El exmagistrado del TC reconoce que la figura del tecnócrata se puede “explorar” en algún momento, pero siempre a iniciativa de un grupo de partidos y cuando esa persona pueda recibir los apoyos suficientes en el hemiciclo. “Nunca por iniciativa del propio Rey frente a la opinión de los partidos. Esto es una Monarquía parlamentaria”, sentencia.
El dictamen de 2016
Hace tres años fue muy comentado en círculos políticos y jurídicos un dictamen de Torres del Moral que él mismo entregó en La Zarzuela una semana después de la espantada de Rajoy tras las elecciones de diciembre de 2015.
La preocupación a finales de enero de 2016 era la posibilidad de que no hubiese candidato a la Presidencia de Gobierno y, por tanto, que no se pudiese celebrar una sesión de investidura. El jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, llegó a desempolvar un informe del Consejo de Estado de 2003, tras el tamayazo en Madrid, para saber si se podía disolver el Parlamento sin una votación de investidura, pero La Zarzuela le paró los pies.
Aquella laguna jurídica que los padres de la Constitución no previeron en 1978 por ser una “probabilidad poco menos que despreciable”, en palabras de Torres del Moral, quedó en nada y, por fortuna, no ha provocado inconvenientes en esta ocasión. Eso sí, Ciudadanos hizo hincapié hace unas semanas en que cualquier reforma constitucional del citado artículo 99, tal y como planteó Sánchez en julio, tenía que fijar un plazo máximo para esa primera votación de investidura en el Congreso.
Pero lo más interesante de aquel dictamen de Torres del Moral fueron una serie de consideraciones que hizo a Felipe VI por si se encontraba en situaciones parecidas y que siguen plenamente vigentes en el actual escenario de bloqueo. Por ejemplo, advirtió al monarca que en la Constitución no se desprende que el Rey deba hacer “ningún encargo de Gobierno por si logra prosperar, ni tampoco propuestas formales de tanteo”. Al contrario, “debe apostar siempre sobre seguro”.
La 'vía Borrell' no garantiza el éxito. “La idea trastoca el funcionamiento vertical y quiebra la trayectoria de quienes han alcanzado legítimamente puestos hegemónicos en ellos”
En este sentido, el Rey debe ofrecer el encargo a un aspirante “únicamente” cuando haya perspectivas “favorables” de investidura. En ese punto, el catedrático fue muy incisivo en la advertencia: “Ningún aspirante a formar Gobierno debe presentarse ante el Rey con las alforjas vacías sino con un bagaje de votos y de compromisos parlamentarios favorables a su investidura”.
Es más, opinó que no le correspondía al jefe del Estado “poner en movimiento a los posibles candidatos”, sino que son los líderes políticos los que han de “desplegar” su actividad para presentar al monarca “sus activos a la investidura”.
Si bien el artículo 99.4 de la Constitución indica que el Rey tramitará “sucesivas propuestas” en caso de una investidura fallida, los constitucionalistas niegan a Vozpópuli que sean obligatorias ya que no se gana nada con propuestas abocadas al fracaso.
Ahora bien, ¿qué alternativas hay al bloqueo existente? La primera es la búsqueda de un político diferente al de los líderes que se presentaron a las elecciones. En agosto se habló de la ‘vía Borrell’ tras un artículo de este medio. Esta opción sólo es plausible si tiene el visto bueno de los partidos y no garantiza el éxito. “La idea trastoca el funcionamiento vertical y quiebra la trayectoria de quienes han alcanzado legítimamente puestos hegemónicos en ellos”, le avisó Torres del Moral a Felipe VI.
Aversión a los amateurs
La segunda opción es la variante tecnocrática, siguiendo Italia el ejemplo recurrente. Por ejemplo, el actual primer ministro, Giuseppe Conte, era un desconocido abogado hasta que La Liga y el Movimiento Cinco Estrellas recurrieron a él como figura de consenso.
Esta vía suele tener una duración “breve” y está pensada para abordar los asuntos más urgentes del país, pero en España no tiene partidarios. “Los partidos políticos ven con suma contrariedad, e incluso con aversión, el acceso de amateurs a la gobernación del país” ya que estas figuras independientes desconocen la dinámica de los partidos, “su entramado y sus luchas internas”.
Existe una tercera vía, que la solución del problema recayese en “la autoritaria designación del candidato” por parte de Felipe VI, es decir motu proprio y sin que el elegido haya salido de alguno de los partidos. Un escenario que es “todavía menos pertinente”, zanjó el catedrático en su dictamen.
Salvando las distancias, esta opción se asemejaría a la planteada verbalmente por el general Alfonso Armada en la noche de la asonada militar del 23-F -se presentó en la Cámara baja con un ejemplar de la Carta Magna en la mano-, así que Felipe VI se jugaría la Corona con un paso de estas características.