Tic, tac. Esta vez el reloj resuena para Pablo Iglesias. El líder de Podemos está instalado desde hace cuatro años en el Congreso de los Diputados y tiene más necesidad que nunca de entrar en el Ejecutivo. La dirección morada sabe que esa es la única vía para salvar lo que queda de liderazgo: el del secretario general y el de Irene Montero. Los críticos, activos en regiones de peso (Andalucía, Madrid y País Vasco, entre otras) piden que se aclare el futuro de la formación. Recuerdan que en tres años Podemos ha perdido 36 diputados (de 71 en 2016, a 35 en 2019). Solo queda una salida: tocar poder.
Fueron suficientes unas pocas horas tras conocerse los resultados del 10 de noviembre para que dos pesos pesados del partido morado, Ramón Espinar y Teresa Rodríguez, hablaran de manera muy crítica sobre el resultado de Podemos y las elecciones. El primero habló de “arrogancia” de Iglesias y alabó la dimisión de Albert Rivera. La andaluza tachó de “malditos” a los responsables de la repetición electoral (Adelante Andalucía respaldaba el apoyo externo a Sánchez en la última investidura).
Cada uno por sus motivos, ya existen dos sectores unidos por una diagnosis parecida: el partido necesita un “reset”, dicen miembros de ambos sectores a Vozpópuli. “Iglesias lleva un año pidiendo tiempo”, insisten algunos dirigentes. Se refieren a lo que ocurrió el pasado enero, después del golpe de Íñigo Errejón. En varias reuniones internas del partido, los barones de Podemos aceptaron que con las elecciones a la vista (las autonómicas y las generales adelantadas), se aplazara debatir sobre el liderazgo y las líneas estratégicas.
Prisas de Iglesias
Lo que se acordó en todos esos momentos fueron “treguas”, y ahora los críticos de Iglesias creen que ha llegado el momento de echar cuentas. El momento clave será inevitablemente un congreso anticipado -Vistalegre III- que algunos dirigentes creen que se debería celebrar pronto. Iglesias es consciente de que en ese cónclave puede pactar con los anticapitalistas, pero el precio a pagar podría ser su alejamiento y también el de Montero.
De tal manera que el secretario general quiere que se active cuanto antes el reloj de la negociación con Sánchez. "Quiere marcar la agenda negociadora", explican fuentes del partido morado.
El círculo próximo de Iglesias ha mantenido en la mañana de ayer una reunión. La conclusión a la que han llegado es hacer calar la idea de que al partido le queda todavía una bala. Un “match ball”, piensan en términos tenísticos. Se trata de intentar aguantar la embestida de los críticos desde el Ejecutivo. Una situación parecida a la del pasado abril, aunque ahora Sánchez se encuentra en una situación de mayor dificultad (ha perdido tres escaños en las elecciones del domingo).
Profecía cumplida
Podemos cayó a 35 diputados, pero ha salvado los muebles: tiene el número de escaños mínimos para forzar un referéndum constitucional, la condición de supervivencia que el partido se había fijado, como desveló este diario. En los cálculos preelectorales, Iglesias sostuvo que si el PSOE empeoraba sus resultados era más fácil llegar al cogobierno. El auge de Vox aleja en este sentido un acuerdo entre el PP y el PSOE.
En el propio partido socialista se analizan los datos electorales ayer con preocupación. Los sectores más favorables a la repetición electoral para favorecer un giro "al centro" de Sánchez, admiten que en este momento es más probable una salida del callejón a través de un apoyo con Iglesias. Pero marcan un orden que le podría perjudicar a Iglesias: "Lo primero será pactar con Más País y otros partidos menores, para luego hablar con Iglesias y limitar sus pretensiones", sostienen.
El secretario general de Podemos habló el pasado domingo de "proporcionalidad" en la presencia en el Ejecutivo, es decir, unos seis ministerios, aunque hoy esa exigencia no tiene mucho valor, puesto que en el pasado Iglesias corrigió más de una vez su petición.
Aun así, la profecía de Iglesias parece haberse cumplido. Aunque parte de la cúpula del partido confiaba en poder mejorar el resultado electoral con respecto al pasado abril (así insistían miembros del equipo de campaña de Iglesias). Ahora, tras el sueño de la noche electoral, Iglesias se enfunde otra vez en su habitual estrategia del doble o nada. Será gobierno o implosión, tanto de la legislatura como del partido si hace falta.