Pablo Iglesias estudia renunciar ahora a las competencias de empleo, incluyendo las políticas activas exigidas en la sesión de investidura fracasada en julio, para desbloquear la negociación con Pedro Sánchez. De esta manera, el partido morado espera dejar en evidencia al líder socialista como responsable del bloqueo, y allanar el camino del acuerdo de investidura.
En la formación morada ha cundido la preocupación ante el hecho de que, a nivel de opinión pública, se señale a Podemos como culpable del impasse. Por ello, desde el partido de Iglesias van insistiendo que están dispuestos a recuperar al negociación tal y como estaba hace un mes.
Quieren incluso dar un paso adelante y renunciar al ministerio de Trabajo, que fue una de las últimas peticiones de los morados. En la entrevista que concedió Iglesias a la Cadena Ser el pasado jueves, amagó con esa posibilidad, que fuentes de Podemos afirman que se formalizará en los próximos días. También Yolanda Díaz en una reciente entrevista para Abc dijo que el ministerio de Empleo no es "una línea roja".
Políticas activas de empleo
Las fuentes consultadas por este diario sostienen que el secretario general anunciará también la renuncia las políticas activas de empleo, lo que serían unos 6.000 millones de euros anuales dirigidos a activar cursos de formación y otras actividades de las que son responsables los sindicatos y la patronal. Es decir, un activo estratégico en las políticas de la mesa social que hace un mes Podemos aspiró robarle a Sánchez.
Con esa actuación, Iglesias espera que se dé un vuelco a nivel de retórica política y de propaganda. Y que de una vez por todas se señale a Sánchez como el artífice de la repetición electoral. De ahí que Iglesias quiere proponerse como actor "responsable" y, sobre todo, evitar unas elecciones que muchos de sus compañeros de partidos y aliados temen con fuerza.
Fuera del Consejo de Gobierno
Las presiones internas juegan otro factor importante en Podemos. Concretamente, en decantar la balanza de Podemos hacia la renuncia a estar en el Consejo de Gobierno, lo que empiezan a ver como el verdadero veto de Sánchez. No se trataría de asumir un pacto programático con apoyo externo al PSOE --la llamada vía portuguesa—que los consejeros de Iglesias califican de "suicidio político". Sino plantear o lograr tener cargos intermedios de Podemos en el Ejecutivo o, en última instancia, "prestar" los votos morados en la investidura y activar una oposición dura en la Cámara "a partir del día dos".
Antes de la comparecencia extraordinaria de Carmen Calvo del pasado jueves sobre la crisis del Open Arms, Sánchez se ha mostrado "esperanzado" de que Podemos acepte la propuesta "progresista" de programa que presentará la próxima semana. Se trata, según fuentes socialistas, de unas 500 iniciativas que incluirían muchas peticiones de los morados.
En el Congreso, sin embargo, miembros de Podemos lamentaban que hasta la tarde del día de ayer no habían recibido todavía nada. Y manifestaban que la actitud de los socialistas era opuesta al entente. El portavoz adjunto del PSOE, Rafael Simancas, acusó a los políticos de Podemos de "no ser de fiar": "No podemos confiar en ustedes. Utilizan el primer flanco para dañar al Gobierno y no es la primera vez", afirmó.
El tono empleado por Simancas ha sorprendido a muchos miembros de Podemos. Aunque la formación ha evitado desenvainar la espada contra Sánchez. Todavía queda la esperanza entre los morados de que, hasta el último momento, se pueda llegar a algún tipo de acuerdo. Y ven como un coste aceptable renunciar al ministerio de Trabajo y a las políticas activas de empleo. Todo por el relato, una vez más. Y que, si finalmente el país se ve abocado a las urnas, puedan por lo menos culpar a Sánchez del bloqueo.