El nombramiento de la exministra de Justicia, Dolores Delgado, como fiscal general del Estado ha dejado en fuera de juego a Pablo Iglesias. Tras asegurar en 2018 que “alguien que se reúne de manera afable con un personaje de la basura, de las cloacas de Interior en nuestro país debe alejarse de la vida política”, la postura del recientemente nombrado vicepresidente del Gobierno con respecto a la nueva fiscal general ha cambiado radicalmente en poco más de un año.
“Eso lo dije e hicimos una crítica dura”, reconocía ayer Iglesias en la entrevista que concedió en Antena 3, la primera como vicepresidente. “Y tengo que decir que la señora Delgado pidió disculpas, y eso no lo hace cualquiera y demostró después su compromiso en la lucha contra las cloacas”, añadía, tratando de defender su radical radical cambio de postura.
Entre medias, y para justificar ese cambio, Iglesias alude a un supuesto perdón que, al menos públicamente, no llegó. Delgado, que negó en un principio cualquier “tipo relación personal, profesional, oficial o no oficial” con el excomisario José Manuel Villarejo, no tuvo más remedio que matizar su postura cuando salieron a la luz las grabaciones de una comida celebrada el 23 de octubre de 2009 en el restaurante gallego Rianxo de Madrid, a la que acudió junto al exjuez Baltasar Garzón.
La entonces ministra tuvo que reconocer que se había reunido con Villarejo en al menos tres ocasiones. “Después de haber alimentado esta cloaca, la derecha, la extrema derecha, la extrema extrema derecha se atreven a usar contra mí las actividades que ellos mismos fomentaron sin rubor alguno”, dijo al comparecer en la Comisión de Justicia, en la que no se retractó.
"Víctima por partida doble"
“Soy una víctima por partida doble. Una como ministra, porque una persona de las cloacas del Estado me ataca para obtener una ventaja procesal. En segundo lugar, soy víctima de la utilización de este asunto por la derecha, la extrema derecha, y la extrema extrema derecha, para evitar que este Gobierno siga actuando", añadió. En aquel momento, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, defendió a Delgado asegurando que “un corrupto no iba a marcar la agenda política”.
Sí que escenificó Delgado, con un abrazo en el Congreso de los Diputados, el perdón con el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, cuando salió a la luz el fragmento de la conversación de su reunión con Villarejo en el que se refería a él como “maricón”. Además, Marlaska trató de quitar hierro al asunto asegurando que "para disculparse hay que haber ofendido o querido ofender" y que aquella referencia no fue en términos peyorativos.
Echenique también defiende el nombramiento
No solo Iglesias se ha manifestado a favor de dejar atrás la polémica. "El tiempo de los reproches pasó", ha asegurado este miércoles Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados. Como su líder, Echenique ha refrendado la propuesta de Delgado como fiscal general del Estado y, aunque mantiene que el sistema de elección debería ser otro, ha pedido para ella una oportunidad.