"Nadie creía en él. Ha sido el candidato por descarte". Pablo Casado, tras ser elegido sucesor de Mariano Rajoy, se topó con las elecciones andaluzas sin tiempo para preparar equipos. Allí estaba Juan Manuel Moreno, un 'sorayista' de la primera hora, apadrinado por Javier Arenas el 'incombustible' y en las antípodas de lo que representa la nueva línea instalada en Génova. Ya no había tiempo para cambios ni experimentos. Moreno tenía que ser el candidato. Casado se encargó de rodearle de una serie de fieles como cabezas de listas en las distintas provincias.
La apuesta ha sido positiva. De carambola. Moreno Bonilla ha cosechado el peor resultado de la historia del PP andaluz. El auge de Vox y el 'sorpasso' fallido de Cs, pese a su crecimiento espectacular, camuflan sus magros resultados. "Ha ganado el cambio", es el mensaje con el que camufla su escuálida recolecta de votos.
¿Será suficiente? Moreno ha recibido de su dirección nacional el encargo de preparar su investidura. No va a ser fácil. ¿Qué hará Vox, los últimos en llegar y con 12 escaños decisivos? ¿Y Ciudadanos? Pretenden gobernar. Incluso con el apoyo del PSOE, según algunos. El problema es que, por más que reivindican su sideral progresión, no lideran el centroderecha. Todo son cábalas. Andalucía incluso podría afrontar la celebración de nuevas elecciones.
"Moreno o nada", aseguraba Casado el domingo por la noche en Génova, rodeado de su Junta Directiva. Hace cuatro meses, medio PP descreía de Moreno y el otro medio lo daba por políticamente muerto. Era "un fardo", un "engorro", decía. Por eso Casado tuvo que trasladarse a Andalucía, a evitar el desastre. Ahora, después de aguantar dignamente el tirón, pese a haber perdido 250.000 votos y siete diputados, la figura de Moreno se convierte en el símbolo de la primera victoria del equipo de Casado. Y un severo aviso a Sánchez.
Un escenario nuevo
Casado lo dejó bien claro en sus palabras de la noche electoral: "Esta victoria significa el respaldo al proyecto que hemos puesto en marcha estos cuatro meses". O sea, que la victoria es suya, no de Moreno, buen chico, que se ha portado bien, que ha hecho lo que se le ha dicho, hasta salir en ardua conversación con una vaca en un vídeo que inundó las redes. Ha trabajado, se lo ha currado, ha sido un candidato laborioso. Y no ha salido mal. Susana Díaz le ha ayudado. Y Vox, que ha acogido a decenas de miles de votantes (casi 400.000), hastiados del PP, y en buena parte, del propio PSOE.
La moral de los populares está ahora por las nubes. Se temían lo peor. Moreno ha sido muy prudente en la celebración de la no-victoria. Sabe que ahoa afronta una labor imprescindible: negociar los pactos y conseguir acuerdos. Rivera no lo va a poner fácil. Necesita protagonismo, vender su espléndido resultado, recuperar el aliento perdido. Un escenario nuevo en Andalucía. Lo nunca visto. y , como decía un dirigente de Génova esa noche, "Bonilla no se ha visto en otra. Era el que menos se lo esperaba".