Carles Puigdemont llevó a Pedro Sánchez más allá del límite durante la votación de los decretos que debía convalidar el Congreso este miércoles. Según ha sabido Vozpópuli, el presidente del Gobierno se enteró del resultado minutos antes de cerrarse la votación. "En ningún momento nos han comunicado lo que iban a hacer", sostiene una fuente del núcleo duro negociador de Sánchez. El jefe del Ejecutivo dejó en manos de sus dos negociadores jefes, María Jesús Montero y Félix Bolaños, las conversaciones con Junts, que jugó con ambos para arrancarles un buen botín. Todo parece indicar que ofrecieron una última apuesta y se quedaron sin respuesta. Aunque este extremo no lo confirma ninguna fuente.
Lo cierto es que el presidente se topó de bruces con la realidad: es un juguete en las manos de un socio del que no se fía en absoluto. Los cauces de comunicación entre el PSOE y Junts son tan nuevos que no funcionan en modo alguno con la eficiencia de los que Ferraz mantiene con ERC o el PNV. Aunque Sánchez es consciente de ese lastre, no le gustó que sus negociadores no fueran capaces de informarle de la suerte de la empresa que les encomendó. Y se percibió durante la 'celebración' de la victoria parcial de Moncloa. Ni grandes efusividades ni grandes sonrisas como durante la investidura. La propia Montero aguardaba la reacción de un Sánchez frío, visiblemente molesto por el mal trago que acababa de probar. Solo Félix Bolaños exudó alegría. El fontanero jefe del Gobierno no podía fallar a su presidente. Y no lo hizo (del todo).
No obstante, el precio que Junts se cobró es alto. Siete grandes concesiones que son munición para la oposición, a la que ya le gotea el colmillo. Basta con asomarse al vacío informativo del PSOE. La dirección del partido, cansada de repetir el mantra de que cuando hubiera acuerdos con Junts estos serían públicos en aras de la transparencia, no ha emitido en las últimas 24 horas ni un solo comunicado detallando las medidas firmadas con el partido de Carles Puigdemont. Y el que lanzó el miércoles sirvió para tapar con críticas al PP las medidas firmadas con Junts.
Un gobierno sometido
No deja de ser curioso cómo el PP está aplicando ahora a Pedro Sánchez lo mismo que el PSOE aplicó a Alberto Núñez Feijóo durante la investidura del jefe de Génova. Entonces, en Ferraz gustó el mantra de "dejar que se cueza en su propia salsa". Y eso mismo aplican ahora los populares a un presidente que ven rehén de Puigdemont, de la pelea de Junts con ERC y de Podemos, un partido rebotado por no tener un ministerio por culpa de Yolanda Díaz.
El expresidente catalán no hace más que poner precio a cada paso de Moncloa. "Esta es una legislatura más de gobernar que de legislar", explica un senador socialista con asiento en el comité federal del partido. "Ya nos avisaron [desde Moncloa] que estos años bajaría la actividad legislativa", zanja un barón territorial. El PSOE, además, hace tiempo que inició la operación blanqueo del expresidente catalán. Lo cierto es que el Gobierno de Sánchez está sometido al chantaje permanente de Oriol Junqueras (ERC), Arnaldo Otegi (Bildu) y Carles Puigdemont (Junts). Y el expresidente catalán se reserva un papel protagonista puesto que él es el nuevo aliado socialista de la XV Legislatura. Y quien tiene la llave de la gobernabilidad del país durante los próximos cuatro años. En Moncloa y en el PSOE saben que estos cuatro años serán así: una carrera constante contra el reloj.
El blanqueamiento de Puigdemont
El blanqueamiento de Puigdemont por parte del PSOE se hizo en previsión de que los votos de Junts pudieran ser determinantes para revalidar la coalición. Y para sostenerla. El propio número tres de Ferraz, el secretario de organización, Santos Cerdán, tuvo su primer contacto con el expresidente de la Generalitat en marzo, cuatro meses antes de las elecciones del 23-J. En todo este tiempo Cerdán se ha visto en varias ocasiones con él. La última, al menos que haya trascendido, fue el pasado 2 de diciembre en Ginebra (Suiza) junto al diplomático salvadoreño Francisco Galindo -el famoso mediador-.
Pero ahora es el Gobierno el que va un paso más allá para situar al 'president' Puigdemont como un actor político legítimo con el que el mismo Sánchez se fotografiará próximamente. El PSOE está dispuesto a seguir transitando la senda de lo desconocido con Junts. El futurible encuentro entre Pedro Sánchez y Puigdemont da cuenta de ello. No solo porque el partido sigue manteniendo en secreto el contenido de la última cita entre Cerdán y Puigdemont, sino porque cualquier futuro acuerdo que se materialice entre ambas fuerzas pondrá previsiblemente en jaque el pacto constitucional de 1978, ya que los independentistas no se apean de una consulta sobre el futuro político de Cataluña y el PSOE se abre a explotar las posibilidades del Estatuto de 2006, que puede incluir una votación sobre el encaje catalán en España, según se desprende del acuerdo de investidura.
Antipopulista
Si no fuese porque está en juego nuestra democracia y nuestro estado de derecho sería gracioso ver a Sánchez arrodillado y humillado por el prófugo. Eso a un narci.sista y egó.latra como Sánchez le deje de jo.der mucho.
ma
Te comportarías como Abascal, jugándose la vida durante décadas?, mira que me extraña
UnodeTantos
Pues según K. Garat, en COPE, decía que la noche previa a las votaciones de los decretos hubo una cena en Moncloa, por el gobierno, entre otros, estaba Gracita Bolaños y dirigentes importantes de Junts. Luego es lícito sospechar que hubo teatrillo al día siguiente para simular lo que ya había pacto para seguir con la destrucción de España. Sánchez, cuando entrega la inmigración a los separatistas catalanes, cuando se carga la cuestión prejudicial y cuando va a dificultar el libre movimiento de las empresas, está actuando contra la Constitución y los tratados de la UE. Sánchez/CORRUPSOE también está actuando contra los medios, vetan preguntas en Moncloa y en Ferraz y no tratan igual a todos los medios de comunicación.
Pontevedresa
Ayer reinó en España Puigdemont, llevó a la burla, a la humillación, por medio de esa individua odiosa que se toca los mocos con los morros, se juergueó de él todo lo que le dió la gana, pero todos sabíamos que aunque lo deteste, Puigdemont no se va a perder el chollo para el que representa el miserable de la Moncloa. El espectáculo fué entre grotesco y dantesco.