Teodoro García Egea es un singular espécimen. Murciano, 33 años, ingeniero, experto en nuevas tecnologías, pianista... Carece de un perfil relumbrante o de una densa trayectoria. Agudo, rápido, minucioso, es el más fiel entre los fieles a Pablo Casado, el más leal entre los leales. Le animó a dar el paso hacia las primarias para suceder a Mariano Rajoy y se convirtió en su jefe de campaña. Luchó a brazo partido con el ‘sorayismo’ y hasta les ganó la batalla de los sondeos. Egea, con su ‘big data’, transmitía optimismo a los periodistas durante las largas jornadas electorales. Dibujaba sus famosos “quesitos” en los que se perfilaba, con diversos colores, el nivel de adhesiones. Días antes de la elección, anunció un 63 por ciento de respaldos. Consiguieron el 57,2. Anduvo más cerca que José Luis Ayllón, su directo rival, que naufragó en todos los pronósticos.
Egea forma parte de la generación de los jóvenes leones del PP, nacidos en los 80, crecidos políticamente en Nuevas Generaciones en torno a Casado, a quien todos veían como un nombre muy claro para el futuro del partido, un líder con todos los atributos y con todas las garantías de victoria.. “Creo en Pablo, creo en el político y creo en la persona”. Son grandes amigos, “una amistad que la política nunca romperá”, remacha “Teo” con insistencia.
Discreto, hiperactivo, es uno de los elementos más pujantes y optimistas del círculo íntimo de Casado, entre los que se encuentran Belén Hoyo, José Alberto Herrero, Antonio González Terol, Rafa Rubio, Isabel Díaz Ayuso… Teodoro era el encargado de mantener unido al grupo, de dar árnica moral cuando venían mal dadas, de apoyar al líder y de salir a dar la cara cuando ha sido preciso. Carlos Aragonés, quien fuera jefe de Gabinete de José María Aznar en la Moncloa, pasa por ser uno de los inspiradores intelectuales de esta joven familia que habrá de conducir al partido en la próxima etapa, nacida tras las primeras primarias nacionales en la historia del PP.